domingo, 26 de febrero de 2012

Paternidad responsable: dificultades de su pastoral


 La pastoral de paternidad responsable desemboca en una adecuada y amplia difusión de los métodos naturales de regulación de la fertilidad humana. Debe contar con la resistencia del ambiente actual. Con certeza encontrará muchos obstáculos para lograr ese objetivo. Antes de la planificación pastoral, conviene hacer consciente los problemas concretos que enfrenta la difusión de los métodos naturales. Sólo así será posible elaborar un programa efectivo.

LA FALTA DE CONVICCIÓN ENTRE LOS RESPONSABLES
La primera dificultad proviene de los mismos responsables de la pastoral. En amplios círculos clericales, se nota un cierto escepticismo en relación a la plena validez de los métodos naturales de regulación de la fertilidad.
Mientras obispos, sacerdotes, diáconos y demás agentes pastorales no se hayan metido en profundidad en el tema y hayan elaborado, seriamente, sus convicciones, es difícil esperar que la pastoral de la paternidad responsable reciba un impulso fuerte y una orientación clara. Los matrimonios usuarios serán los testigos que avalen esta orientación pastoral.

2° FACTORES QUE DESPRESTIGIAN LOS MÉTODOS NATURALES
Hay muchos factores que desprestigian los métodos naturales. Para superarlos, hay que conocerlos. Vamos a señalar sólo aquellos más evidentes y comunes.
1. La mentalidad antivida
El mundo actual está marcado por una mentalidad antivida, que ha sido fomentada artificialmente por el mundo desarrollado, por razones geopolíticas. El control de la natalidad por todos los medios es parte de una política de “seguridad nacional”. Juan Pablo II nos previene frente a esta realidad. Las campañas antinatalistas, maliciosamente propiciadas o impuestas por el Primer Mundo, especialmente con la complicidad de la IPPF (APROFA), ejercen una fuerte presión en toda la sociedad.

2. Formación prejuiciada en el área de la salud
La formación prejuiciada que se ha impartido, en este campo, en muchas Escuelas de Medicina, Obstetricia y Enfermería durante largo tiempo. Esto repercute en médicos y enfermeras. En ellas se estudian en detalle los métodos artificiales de control de la fertilidad. En cambio, los métodos naturales, salvo raras excepciones, sólo se nombran como algo raro, haciendo hincapié en su ineficacia.

3. Decepción de muchos usuarios
Las personas que han hecho un mal uso de los métodos naturales y los declaran inútiles y poco científicos constituyen una pésima propaganda. Han acuñado los términos hijo de Billings como antes lo hacían con los hijos de Ogino. Son incontables las personas a las cuales les ha fallado el método y como no se han detenido a averiguar si fue por causa de ellas mismas, lo descalifican sin más. Normalmente, son ellas las que influyen más sobre las mujeres católicas. A ese fenómeno hay que contraponer las estadísticas publicadas por la Organización Mundial de la Salud y otras instituciones en las que se avala la rigurosidad científica de los métodos naturales y su contribución a la salud integral de las usuarias.

4. Sacerdotes con prejuicios
Muchos sacerdotes parten de una base errada. Sin detenerse a comprobarlo, sostienen que en amplios círculos de la sociedad, especialmente los estratos socioculturales de bajos ingresos, es imposible proponer esos métodos. Hablan de una utopía. Un crecido número incluso nunca se han metido en el tema, pero no se privan de opinar al respecto. Muchos opinan que dar a conocer esta forma evangélica de vivir la sexualidad es sobrecargar a la gente, que ya tiene suficientes problemas. Vendría a ser una auténtica falta de caridad.

5. Psicosis anticonceptiva
El ambiente público está cargado de una mentalidad anticonceptiva. Es un tema recurrente, en los medios de comunicación, que crea una verdadera angustia frente a la procreación. No en vano el siglo pasado le dio a los hijos el apelativo de carga familiar. A esto se suman los comentarios descalificadores irresponsables que hacen muchas personas serias, en sus círculos sociales y familiares, creando un ambiente negativo al respecto.

3° DIVERSAS FORMAS DE IGNORANCIA.
Como una dificultad especial para introducir los métodos naturales de regulación se pueden constatar diversos tipos de ignorancia.

1. Sobre los progresos científicos al respecto.
Hay personas responsables dentro de la Iglesia que poseen una información atrasada. Se quedaron en una primera etapa del proceso y no se han actualizado. Son incontables las personas de Iglesia que aseguran que se trata de métodos que no sólo son inseguros sino, además, excesivamente complicados.

2. Sobre la aplicación de los métodos.
Faltan espacios donde se entregue una información oportuna, adecuada y convincente. Además, hay personas que han leído algún folleto de difusión y sin mayor profundización han tratado de aplicarlos. Son los más expuestos a ser fuente de prejuicios.

3. Sobre las implicaciones de la doctrina
Por último, algunos católicos no han logrado compaginar la doctrina sobre el amor conyugal, la sexualidad y la vida, con el resto de la doctrina de la Iglesia. Se les produce una dicotomía. Tienen la impresión de que, en esta materia, se está ante una imposición arbitraria, propia de personas que no viven los problemas de la sexualidad, en razón del celibato.

4° EL USO DE ESTRATEGIAS ERRADAS EN LA DIFUSIÓN.
El progreso de la pastoral de paternidad responsable se ha visto dificultada también por los esfuerzos para difundir los métodos naturales que han realizado personas de buena voluntad, pero mal orientadas.

1. Presentación como método anticonceptivo lícito
Se puede constatar que, en muchos centros de atención de usuarios de métodos naturales, se les ha dado la imagen de que se trata simplemente de aprender a utilizar métodos anticonceptivos lícitos. No se hace hincapié en la espiritualidad que le da sentido. Los métodos naturales presuponen el amor a la vida y una apertura gozosa a la paternidad.
Hay quienes olvidan que estos métodos naturales forman parte integrante de una manera de vivir el amor hermoso que requieren una formación adecuada y se apoya en una mística. Se les olvida que se trata de un complemento valioso para ayudar a los esposos a vivir el amor y la sexualidad conyugales como camino de santidad. Desprovistos de mística, los métodos naturales tienden a perder su pleno sentido.

2. Presentación moralista
Hay quienes, habiendo vivido una auténtica conversión en relación a los métodos naturales, actúan en forma excesivamente apasionada al propiciarlos. Corren el riesgo de absolutizarlos y de crear anticuerpos en las personas que les escuchan. Algunos, incluso, han ido más lejos, los presentan en un contexto moralista con terminologías condenatorias. Este tipo de presentaciones muchas veces proviene de ciertos círculos de una jerarquía que se preocupa poco del aspecto pastoral y que ve su misión sólo en proclamar verdades de fe.

5° FALTA DE MÉDICOS Y MATRONAS DISPONIBLES.
Se suele producir un fenómeno curioso: hay sectores donde existe un buen equipo profesional de apoyo, pero faltan las personas interesadas en transformarse en usuarios de los métodos naturales; en cambio, hay otros donde no es posible poner un centro de atención por falta del apoyo médico.
Esta pastoral depende de la buena voluntad de los profesionales. Muchos agentes pastorales ven a los médicos y enfermeras tan ocupados, que tienen el temor de que sean inaccesibles. Esto los inhibe de propiciar la pastoral de métodos naturales en sus respectivas parroquias. Tienen miedo de hacer una oferta a la que no pueden responder. Hay que hacer un esfuerzo por superar prejuicios y por facilitar el acceso de los responsables de la pastoral familiar a los equipos de la salud que sirven este campo. Una descoordinación entre ambas instancias, responsables de la pastoral familiar y equipos de profesionales, puede frenar todo el proceso.
6° LAS ACTITUDES DEFENSIVAS Y PREJUICIADAS
Se puede constatar que muchas personas católicas activas, frente al tema de los métodos naturales, reaccionan de una manera abiertamente traumática. Están en una actitud defensiva que va más allá de lo normal. La pregunta que nos plateamos es ¿de dónde surgen los prejuicios que las cierran? La respuesta a esta pregunta es muy importante para establecer las pautas pastorales.

1. Temor a cambiar de hábitos
Es difícil dejar hábitos adquiridos y cultivados. Se piensa que con ellos se es feliz. Es así como muchas parejas, sin mayor reflexión, se han habituado a usar otros métodos y les parece que cambiar su rutina va a significar un desajuste total en sus vidas. Esto vale, especialmente, para matrimonios de mediana edad.

2. Temor a la responsabilidad de un nuevo hijo
Muchas personas entienden mal la postura de la Iglesia en el tema de la procreación. Piensan que ella propicia que los matrimonios tengan indiscriminadamente hijos, sin una ponderación bien hecha ante Dios. Esto los desanima a atenerse a sus orientaciones. La Iglesia, por el contrario, invita a los esposos a una reflexión profunda ante Dios para saber cuál es el número de hijos que les corresponde según la fisonomía global de su familia. El ambiente actual, no sin fundamentos bastante contundentes, presentan al hijo como un problema económico insuperable (hospital, médico, alimentación, educación, vestuario, etc.). La sola idea de traer un nuevo hijo al mundo causa un auténtico pánico. No es puro comodismo ni falta de generosidad. La sociedad entera se ha organizado considerando sólo familias nucleares pequeñas, el tamaño de las casas, los medios de transporte, los sueldos, etc., todo se confabula. Sería un error confundir el temor con el egoísmo.

3. Temor a asumir molestias y limitaciones
Ciertamente que, junto con la dificultad de tener una familia numerosa en una sociedad que socioeconómicamente está diseñada para admitir sólo familias pequeñas, existe una fuerte corriente hedonista y sensualista. Cualquier cosa que se presente con la perspectiva de asumir molestias y limitaciones produce espanto y rechazo inmediato.

7° DUDAS SOBRE LAS BASES DE LA DOCTRINA
En algunos círculos más cultos, dentro de la Iglesia, aún subsisten las dudas planteadas por la Comisión de Expertos constituida por Juan XXIII para estudiar el uso de los medios anticonceptivos. La mayoría en esa comisión pensó que era conveniente aceptar el uso de esos medios novedosos que ofrecía la ciencia médica para producir artificialmente períodos de infertilidad. El peso de la Comisión era enorme, ya que incluía personalidades tan prominentes como los futuros Papas Juan Pablo I y Juan Pablo II. Esto hizo pensar a muchas personas de alto nivel eclesial que la promulgación de la Humanae Vitae habría sido un error doctrinal de Paulo VI. Es interesante saber que el Cardenal Albino Luciani, que era proclive al uso de la progesterona como anticonceptivo, más tarde, cuando fue elegido Papa Juan Pablo I, entre las pocas cosas que alcanzó a realizar en sus 33 días de pontificado fue ratificar la Humanae Vitae. Para Paulo VI, las declaraciones doctrinales de sus antecesores pesó más que el de la Comisión. No se sintió autorizado para desdecir a Pío XI y a Pío XII.
Estas dudas han salido más allá del ámbito estrecho de los teólogos. Hay quienes, incluso, abiertamente sostienen que los métodos naturales no son sino formas de manipulación artificial de la sexualidad. Algunos piensan que el hecho de que la continencia periódica obligue a la mujer a tener relaciones íntimas en los momentos de su menor apetencia, es una voz de Dios que habla desde la naturaleza misma. Según ellos, este método atenta en contra de la espontaneidad de la expresión del amor.

8° DESCONTROL ÉTICO
Por último, otro aspecto que gravita fuertemente como obstáculo es el surgimiento del hombre light, esto es, un tipo de personalidad que no tolera normas, ni disciplinas. El caldo de cultivo de este tipo de hombre es el relativismo moral en que se debate un mundo que recién viene saliendo de un largo tiempo de moralismo y dogmatismo rígidos. Los hombres actuales, especialmente los jóvenes, se sitúan al margen de cualquier control ético y autoeducación. Los métodos naturales son una expresión eminente de un hombre orientado por principios y que aspira a lo sublime.
Por una parte, muchos rechazan los métodos por exceso de hedonismo, esto es, porque se ha idealizado de tal manera el placer, como finalidad de la vida humana, que cualquier privación, aunque sea temporal y por una felicidad mayor, aparece como intolerable y fuera de lugar. Por otra parte, la falta de comunicación afectiva y de diálogo, junto con las carencias y vacíos del corazón, han creado un clima de exacerbación de la sexualidad. Para muchos, es el único camino para comunicarse y temen que se les limite

lunes, 20 de febrero de 2012

Paternidad responsable: profundización del concepto


Antes de introducirnos en el tema propiamente pastoral, conviene clarificar un poco más el concepto mismo de paternidad responsable. Ya hemos mencionado algunos aspectos generales, sin embargo, conviene profundizar un poco la idea.
Este concepto es mucho más amplio, profundo y rico que el que se utilizaría para señalar el sólo hecho de ser «responsable» en decidir el número de los hijos y el momento adecuado de traerlos al mundo de acuerdo a las diferentes circunstancias que a cada matrimonio le toca vivir. Involucra una «misión» de los esposos, que es preciso asumir seriamente. Compromete la vida matrimonial en todos sus aspectos y la de las personas más queridas: los hijos. Está íntimamente relacionado con aquello que es lo más propio del ser personal: el amor y la vida.
Ejercer la misión de paternidad responsable «exige» una integración permanente de la esfera biológica, psicológica y social, dado que cada persona es un organismo que, para «crecer» sanamente, tiene que ir armonizando cada uno de los elementos.
Cuando queremos mirar más de cerca cuáles son los elementos que están involucrados en lo que entendemos por paternidad responsable, nos damos cuenta que tenemos que recurrir a tres elementos claves: la misión, los esposos y las exigencias.

LA MISIÓN DE LOS ESPOSOS
Para entender el significado de la misión de los esposos en la paternidad responsable, conviene comenzar con una constatación. Dado que el desarrollo tecnológico actual permite dos cosas: tener relaciones sexuales sin transmisión de vida - a lo que llamamos anticoncepción - y generar vida sin relaciones sexuales - a lo que llamamos fertilización asistida - es fundamental poner explícitamente en primer lugar lo que es el centro y origen de la vida y del amor: Dios. Tenemos que comenzar reconociendo que El es el Dueño y Señor, el Modelo y el Fin de la vida humana. Todo el tema de la reproducción se sitúa así en el ámbito de procreación subordinada al Creador.
Enfocar la paternidad responsable desde esta óptica permite entenderla como una alianza permanente entre Dios y los esposos, que libremente quieren cooperar en su plan de amor y de vida. Esto los obliga a esforzarse por entender sus mensajes que están inscritos en la naturaleza biológica, en la estructura psicológica y en las circunstancias que le toca vivir a cada uno. Esto permite descubrir detrás de la paternidad una auténtica misión de los esposos. Su primera y principal tarea consiste en descansar en el hecho que Dios es realmente quien tiene el timón de sus vidas y que la «responsabilidad» que ellos tienen radica en tratar de hacer su voluntad. El resto viene por añadidura.

LA REALIZACIÓN DE LOS ESPOSOS
Los esposos están llamados a cumplir una misión de paternidad y maternidad en la fuerza de su amor y en el ámbito de su matrimonio. Esa misión es un elemento clave en la realización de su propio amor. El varón y la mujer, al sellar su matrimonio, reciben, a través del sacramento, las gracias necesarias para poder ejercer esta misión que está unida a la plenitud de la unión conyugal, sellada en la donación sexual, camino para el inicio de una nueva vida, la de un hijo, el don más preciado del amor.
La paternidad y maternidad es una misión de los esposos porque implica su participación personal libre a través de la relación sexual, pero reciben la misión como un elemento constitutivo de su propia realización en el amor. Para la Iglesia, el matrimonio es la única instancia en que esta relación puede darse con toda plenitud. Sólo en el contexto matrimonial esa relación es expresión, camino y seguro de las características de un amor auténticamente conyugal, esto es, plenamente humano (sensible y espiritual), total (sin ninguna reserva, ni cálculo egoísta), fiel y exclusivo (hasta la muerte) y fecundo.
Dada la banalización de una relación sexual considerada sólo como medio de placer es importante destacar la riqueza y el significado que tiene. Esta riqueza proviene de dos vertientes: a) Por una parte, es realización personal de ambos esposos a través de la comunión en el amor personal. b) Por otra parte, es el camino para lograr la más plena fecundidad personal a través de la transmisión de la propia vida y naturaleza.
Es un desafío para los matrimonios cristianos el poder dar testimonio de la riqueza de estas dos dimensiones del amor personal, que mutuamente se complementan hasta llegar a la perfección que Dios ha escrito en la naturaleza humana.

3º LAS EXIGENCIAS DE LA PATERNIDAD RESPONSABLE
La paternidad responsable comporta una doble exigencia de integración: a) Por una parte, requiere del esfuerzo por integrar armónicamente las esferas biológicas, psicológicas y sociales entre sí. b) Por otra parte, requiere del esfuerzo por integrar armónicamente la doble alianza de amor que le da sentido a su vida de esposos cristianos: la alianza con Dios y la alianza matrimonial.

1. Integración de la esfera biológica
Este aspecto es fundamental para conocer como se concibe un hijo. La información sobre la biología de la reproducción humana que hoy se tiene, permite saber con certeza científica las leyes de la transmisión de la vida.
En el campo de la regulación de la fecundidad el desafío es cómo hacer accesible esta información a las personas que desean administrar su fertilidad. Para esto, han sido desarrolladas diversas técnicas conocidas como «métodos naturales de regulación de la fecundidad». Estas técnicas permiten a la mujer, saber día a día, si está fértil o infértil y así evitar o no la relación sexual según sea la intención con respecto al embarazo. Como la fertilidad es cíclica (que no es sinónimo de regular) estos métodos se conocen también como de abstinencia periódica.
Se ha destacado el hecho de conocer y saber, lo cual es radicalmente distinto a «calcular», «suponer» o «pronosticar». Esto no se puede hacer en forma confiable con la fertilidad, que, por ser un hecho biológico, posee características esenciales de variabilidad. Es altamente improbable que sea constante, como se ha pretendido enseñar, por décadas, a través del método de Ogino Knauss o del Ritmo. Dada la amplia difusión de esta técnica mencionada, es importante clarificar que, actualmente, no se considera como un método natural. Por otro lado, el método de la Ovulación (descrito por los doctores Billings), el método de la temperatura, o la combinación de ambos (Sintotérmico) son técnicas que dan información confiable, que llevan a la mujer a conocer su fertilidad, de manera que, después de un tiempo, se llega a saber fértil o infértil, independiente de la longitud de sus ciclos o de la situación de vida en que esté (ciclos irregulares, lactancia, perimenopausia, etc.).
La fertilidad es algo personal y, por lo tanto, cada mujer tiene que aprender a observarse sistemáticamente, ayudada por alguien que conozca las bases biológicas y que sepa como enseñar a interpretar y usar los diferentes síntomas y signos según la intención de lograr o evitar un embarazo. Se trata de aprender a observar, interpretar (comparar) y aplicar (sacar una conclusión), es decir, aplicar el método científico para descifrar las leyes de transmisión de la vida. De las mujeres que lo intentan, el 97% logra conocerse con un grado de certeza del 98% en 1 a 3 ciclos de instrucción. Son métodos de fácil aprendizaje, de alta eficacia y seguros, ya que no representan riesgo alguno para la salud de la mujer, ni del hijo, durante la concepción y gestación. Tienen un costo en educación tanto en el aspecto biológico, como en el aspecto psicológico para ambos cónyuges: llegar a respetar la fertilidad mediante la abstinencia periódica, es decir, aprender a educar el impulso sexual. Este aspecto será el punto siguiente, pero antes es importante profundizar la actitud de respeto.
El conocer las leyes de transmisión de la vida en el marco de la alianza con Dios es tratar de conocer cómo El hizo la naturaleza humana y, por lo tanto, en esta fertilidad encontrar un mensaje de El, una invitación a dialogar, a preguntarle sobre sus planes y proyectos para la vida matrimonial y familiar. En este sentido, abstenerse es hacer algo que Dios quiere; es hacer su voluntad en la tierra conyugal; es permitir que El reine en lo más íntimo de la alianza y de la vida matrimonial. Este es un aspecto del misterio del sacramento del matrimonio, aplicado a la práctica cotidiana de los métodos naturales: haciendo la voluntad del Padre Dios, llegar a amar al cónyuge como Cristo ama a su Iglesia.
El cultivo de esta actitud marca la diferencia radical con la planificación familiar que, a través de los diferentes anticonceptivos o esterilizaciones manipulan la fertilidad, para lograr los objetivos individuales (derechos reproductivos, hedonismo, consumismo, etc.) o de control de la natalidad, según la perspectiva que se utilice. No es el momento de definir cada uno de los conceptos, pero es importante que quede claro que ninguno de ellos es recomendado por la Iglesia.

2. La integración de la esfera psicológica
La eficacia del método natural, el respeto de la fertilidad y casi todo lo planteado hasta aquí, se decide en un hecho muy concreto y difícil a la vez: si se es capaz de practicar la abstinencia periódica, y de evitar la relación sexual cuando ésta no corresponde, independiente de los deseos y del impulso sexual, que conducen fuertemente a realizarla. Esta es la gran dificultad para la mayoría de las personas, en la cultura actual. Sin embargo, para los que llevan años practicando los métodos naturales, tratando de alcanzar un estilo de vida matrimonial de alianza natural y sobrenatural, este desafío se ha transformado en la gran riqueza de los métodos naturales.
Así como para poder administrar la fertilidad es necesario conocer y respetar las leyes biológicas, en el plano del impulso sexual, para poder utilizar constructivamente su fuerza, es necesario conocerlo y educarlo. Esto obliga a definirlo: ¿qué es el impulso sexual?
La mejor definición, confirmada por la experiencia clínica y pastoral, es entenderlo como la necesidad y la capacidad de complementación con el otro. Esto enriquece el enfoque actual, individualista, de sólo satisfacer las propias urgencias, planteando los desafíos de desarrollar las capacidades de hacer feliz a la persona querida a través de la mutua complementación en todos los planos: físico, afectivo, espiritual (racional y volitivo). Basta enunciar estos aspectos, cada uno con una dinámica propia, para imaginar la amplitud y la densidad de vida matrimonial que se puede cultivar desde esta perspectiva.
En la práctica, la abstinencia periódica significa poder llegar a tener asegurado - en cada ciclo femenino - una etapa de noviazgo (sin relaciones sexuales) y una luna de miel (cuya calidad dependerá de la comunicación afectiva alcanzada en el pololeo). La vida matrimonial no se improvisa, es fruto de un trabajo constante de mutua complementación en todos los planos, durante todo el día y para toda la vida.
Este esfuerzo permanente es exigido y asegurado por los métodos naturales de regulación de la fecundidad, como una característica propia de ellos. Este estilo de vida, enfocado desde la luz de la alianza, se va traduciendo en llegar a amar al cónyuge como Dios lo desea, hasta alcanzar la perfección del amor, es decir, como Cristo ama a su Iglesia.

3. Perspectiva sociológica
Para muchos, los métodos naturales al ser usados para posponer un embarazo no tienen ninguna diferencia con un anticonceptivo. Igual se "cierran a la vida" y estarían en oposición con el "deseo de Dios" de que haya "vida en abundancia"; no seguirían la enseñanza de la Iglesia de "que hay que recibir todos los hijos que Dios manda". ¿Dónde radica la "apertura a la vida”?
Con lo expuesto hasta ahora, ya está clara la dimensión personal y matrimonial al reenfocar lo biológico y lo psicológico desde la perspectiva de la misión de paternidad responsable. Este tercer aspecto abarca la dimensión familiar, social o más bien el proyecto de vida de los esposos y la familia: cuál es la fecundidad, cómo se cultiva la generosidad.
La forma más simple de entender si se enfoca correctamente esta dimensión es que los esposos cada ciclo descubran que la fertilidad es una invitación a tener un hijo y ambos de corazón puedan responder que quisieran aceptar la invitación, pero, no pueden. Hay diversas circunstancias, que ambos han ponderado cuidadosa y generosamente, que les impiden aceptar la invitación por lo cual optan por hacer el esfuerzo de la abstinencia periódica para así respetar la fertilidad. Sin embargo, estarían felices y aceptarían gustosos otro hijo si esa es la voluntad de Dios, la cual no la habrían interpretado correctamente en el análisis previo a la opción libre y generosa de posponer el embarazo por cultivar otra forma de fecundidad.
Desde esta perspectiva, la práctica de los métodos naturales no debería ser nunca considerado como si se tratase de un "anticonceptivo natural", sólo una técnica para evitar un embarazo, que en la mayoría de los casos se podría tener pero no se quiere; o cuando realmente no se puede tener otro hijo, entonces el temor -y no la confianza alegre y generosa- es el sentimiento que prima. Se vive con los dientes apretados o simplemente se usan métodos naturales mientras sea "posible " tener otro embarazo, luego hay que solucionar el "problema" en forma definitiva.
La actitud de alianza matrimonial permite descubrir juntos las múltiples formas de fecundidad: desarrollo personal, capacidad de complementación, acompañamiento a los hijos en su proceso de crecimiento personal, atmósfera del hogar, acogimiento y apertura a otros miembros de la familia o comunidad, etc. La capacidad de concebir se manifiesta en otras expresiones. La actitud de alianza sobrenatural abre a la gran dimensión de la misión sacerdotal de los esposos de colaborar en el plan de redención lo cual se hace real en la opción por el esfuerzo de respetar la voluntad del Padre hasta morir a los propios deseos, de manera que sea El quién reine... obedeciendo hasta la cruz, fuentede verdadera vida y verdadero amor como el de Cristo por su Iglesia.

4. El crecimiento del amor
La misión de paternidad responsable es una invitación permanente a un crecimiento continuo del amor conyugal y del proyecto familiar en armonía con la naturaleza humana y el plan de amor de Dios, lo cual dista mucho de la imagen existente de una restricción a la felicidad de los esposos. Las exigencias que plantea generan una forma de vida que orienta permanentemente a desarrollar la capacidad de complementación con el otro, es una escuela continua de aprendizaje para vencer el egoísmo, enemigo del verdadero amor que se manifiesta en una comunión más plena y en una fecundidad mayor en lo personal, matrimonial, familiar, eclesial y social.
Algunos aspectos más destacados para ejemplificar las formas de crecimiento en lo arriba mencionado: en lo personal se crece en la capacidad de encuentro a través de la donación mutua, descubriendo la felicidad de hacer feliz al otro. En lo matrimonial, el desarrollo de la mutualidad orientada al constante desafío de la complementación en todos los planos y en todo el quehacer cotidiano, genera un espacio de encuentro y enriquecimiento que logra crear una forma de vida, una cultura nueva: lo masculino enriquece las áreas reservadas a lo femenino y viceversa, gracias a la visión compartida que se va teniendo del mundo.

domingo, 19 de febrero de 2012

Fundamentos de la Paternidad Responsable


La paternidad responsable, tal como la concibe la Iglesia, involucra aspectos valóricos y científicos. Presentamos una corta síntesis de ambos aspectos a fin de fundamentar su propuesta.

1º FUNDAMENTOS ANTROPOLÓGICOS
Para entender, con toda su riqueza y exigencias, la propuesta de la Iglesia en relación a la sexualidad y la procreación, es necesario tener ante los ojos, al menos los rudimentos de la antropología cristiana. Sólo desde esa perspectiva se hace comprensible la exigencia que plantea en relación a la continencia periódica.

1. La vocación al amor
El punto de partida para entender la paternidad responsable, tal como la concibe la Iglesia Católica, lo encontramos en la vocación primordial del hombre al amor. Creado a imagen y semejanza de Dios, que se ha revelado como «Amor», debe reconocer que su vocación más elemental es amar. Con toda razón podemos decir que la realización o la frustración definitiva de cada ser humano depende de si durante su vida en la tierra, se abrió o se cerró al amor.
Ahora bien, el primer cauce para la realización de esta vocación primordial se encuentra en la realidad complementaria que existe entre los sexos. Es así como el encuentro y la complementación del varón y la mujer sólo se puede comprender profundamente desde la perspectiva del amor. El cuerpo humano sexuado entraña una dimensión conyugal. Es un don para otro.
Más allá de la invitación a la procreación que está latente en la sexualidad humana, a diferencia de los animales, muestra un camino de amor y comunión que involucra toda la persona. El cuerpo sexuado está directamente relacionado con la vocación de toda la persona a ser reflejo del Dios-Amor. Mientras en el animal el sexo está simplemente orientado a la reproducción, en el ser humano participa de las cualidades de la persona y está subordinado a la razón y ordenado a la plenitud del amor. Desde esa perspectiva, lo que en el animal es simple reproducción, en el ser humano es procreación, paternidad y maternidad, esto es, relación eminentemente personal y personalizante.

2. Diversas dimensiones del amor conyugal
La vocación al amor conyugal le da pleno sentido a la sexualidad humana a través del llamado al «amor total», esto es, un amor que abarca, en forma inseparable, la dimensión sensible y espiritual del ser humano.
El amor propiamente humano nunca puede transformarse en pura sensualidad sin deshumanizarse. El cuerpo humano, que está animado por un alma espiritual, no es pura materia, sino realidad humana. Participa de la dignidad de la persona y tiene el sello de una vocación conyugal.

3. El amor total y la vida
El matrimonio es el cauce en el cual se puede expresar en forma plena la vocación al amor total. Esa totalidad, que abarca cuerpo y alma, abarca también la procreación, que es el fruto natural de un amor que se expresa físicamente en la intimidad conyugal. Por su misma naturaleza es procreativo. La fecundidad no es un elemento extraño que se le puede agregar o quitar. Si se le priva de este elemento específico, no solamente perdería algo central de su integridad sino que ya no sería un amor total o conyugal.
El amor conyugal se hace íntimo y pleno en la relación sexual de los esposos. Según el plan divino, esta expresión íntima y total de los esposos está orientada a una doble finalidad: 1) En primer lugar, a la realización propiamente personal de los esposos en el amor. El Señor lo expresa diciendo que «no es bueno que el hombre esté solo». Por esa razón, para que pueda entrar en comunión superando la soledad se le da una compañía semejante a él. 2) En segundo lugar, está orientada a la fecundidad personal en la paternidad y la maternidad y a la prolongación de la humanidad a través de la gestación de nuevos hombres.
En un lenguaje más resumido y técnico se habla de dos dimensiones del acto sexual: una dimensión unitiva y una procreativa. Ambas dimensiones del acto por el cual los esposos expresan su amor son inseparables. Los actos sexuales dentro del matrimonio deben, por lo tanto, quedar abiertos a la procreación de una nueva vida, esto es, no deben ser artificialmente interferidos en su dinámica propia. A los esposos corresponde escoger el momento en que expresen su amor en la intimidad conyugal, pero no es lícito que priven a esa expresión de amor de la dimensión procreativa que el Creador le asignó.

4. La paternidad como responsabilidad
La relación sexual, como acto responsable de los esposos, se enmarca dentro del ámbito de su libertad. Los esposos deben asumir, conscientemente, las consecuencias de esta forma de expresión de su amor. Esta responsabilidad es compleja, esto es, abarca diversas dimensiones del ser humano como persona y como ser social. Por una parte, los esposos tienen que asumir el hecho de que la expresión corporal del amor presupone y se orienta a la comunión personal. Se entrega el cuerpo para entregar el espíritu y para entrar en la intimidad de una comunión de personas. La relación sexual no es, en primer lugar, para descargar la tensión hormonal o para obtener placer sino para expresar la intimidad del amor. El placer no es la finalidad del acto sexual, sino su consecuencia. Vale decir, es la consecuencia de una experiencia íntima de amor personal. Debe ser la consecuencia de amar y ser amado íntimamente. Esto no se puede desvirtuar.
Por otra parte, los esposos se reconocen mutuamente como fecundos, saben y deben asumir el hecho de que la expresión sexual de su amor conduce, muchas veces, a la procreación. La fertilidad no es algo exterior a ellos. Es parte integrante del otro y de sí mismo. No siempre los actos por los cuales los esposos se expresan el amor son fecundos en la procreación, pero hay que contar con eso. Ellos no pueden interferir artificialmente privando el acto por el que se expresan el amor total, de su natural fecundidad porque es una negación flagrante de la aceptación total del otro y de la donación total a él. La conyugalidad no admite una entrega limitada: «me entrego a ti excluyendo algo inherente a mi propia persona», o bien, «te acepto a ti, siempre que renuncies a algo inherente a tu persona», «me entrego a ti, pero me defiendo de ti».
Sin embargo, la infecundidad periódica de la mujer les abre las puertas para regular el número de los hijos. De aquí surge una doble responsabilidad: a) Saber cuándo pueden tener una expresión íntima de amor, aprovechando los períodos agenésicos, si en conciencia se dan cuenta que deben espaciar o limitar los hijos. b) Discernir cuál es la voluntad de Dios para ellos, en relación al número de los hijos que deban traer al mundo. Deben adecuarse a los caminos que les muestra Dios a través de la misma naturaleza para regular su número.
Hay que destacar que, la dimensión más noble de la «responsabilidad» de la paternidad y de la maternidad consiste en la participación en el acto por el cual Dios crea a un nuevo ser, cooperando así al nacimiento de una nueva persona, amada por Dios por sí misma y llamada, como ellos, a la vida eterna. Esta asociación con el Dios de la vida requiere de un discernimiento maduro en relación al ejercicio de la intimidad sexual.


2º BASES CIENTÍFICAS DE LOS MÉTODOS NATURALES 1
Si bien es cierto que al hombre no le es lícito privar, maliciosamente, al acto sexual de su virtualidad procreadora, le es lícito elegir el momento en que expresa su amor íntimamente en la relación conyugal. Dios imprimió un ciclo en todos los organismos vivos. El ser humano no escapa a esta realidad orgánica. También en su cuerpo experimenta diversos momentos del ciclo de la vida. La fertilidad, que es permanente en el varón, pasa por diversos momentos de infertilidad en la mujer. Comienza cuando ya está psicológicamente madura y termina con la menopausia. Cada mes vuelve a reproducirse en ella un ciclo de fertilidad e infertilidad. Los períodos de infertilidad pueden ser detectados y utilizados para espaciar los hijos sin interferir en la dinámica natural del acto sexual.
Adecuarse, en las expresiones de la sexualidad, a los períodos agenésicos presupone una disciplina e involucra una abstinencia. Es importante entender bien el sentido positivo de esa renuncia en función del amor propiamente conyugal. La renuncia física está en función de mantener vivo el amor afectivo y espiritual. Exige a los cónyuges aprender a comunicarse, mutuamente, en formas que suelen perderse y deteriorar la misma sexualidad. Los tiempos de abstinencia deben ser entendidos como momentos de cultivo de la conquista mutua, de crecimiento en la ternura y sus expresiones en la caricia. Esto significa que, lejos de contrariar a la naturaleza y perturbar la relación conyugal, la renuncia periódica viene a constituir un seguro importante de la integridad del amor.

1. Método de la temperatura basal
1 Jensen Dr. Luis, adaptación de su libro "SEXUALIDAD Y TRANSMISIÓN DE LA VIDA, Los métodos naturales", Editorial Patris, 1991, Santiago. Chile.

Data de la década del 40. Prácticamente todas las mujeres con alguna dificultad para lograr un embarazo lo han tenido que aprender, ya que es el más preciso, sencillo y económico para determinar si hubo ovulación. Se fundamenta en el efecto que posee la progesterona, hormona secretada por el ovario después de ocurrida la ovulación, a nivel del centro regulador de la temperatura corporal. Esta técnica es la más segura que existe. Según datos de la Organización Mundial de la Salud este método es más seguro que varios de los métodos anticonceptivos artificiales modernos. Posee una eficacia de método cercana al 99%. Sin embargo, tiene dos inconvenientes: depende de un instrumento y sólo da seguridad en el período post-ovulatorio.
La primera limitante se refiere al termómetro: hay que tenerlo, usarlo bien e interpretar los datos correctamente. La mujer debe tomarse la temperatura todos los días en condiciones basales, es decir, en condiciones especiales de reposo. Para algunas mujeres, por su sistema y/o condiciones de vida, significa un esfuerzo grande o impracticable. Por último, la interpretación del registro tiene que ser enseñada por alguien que tenga una experiencia calificada.
La segunda limitante está relacionada con la abstinencia que demanda ya que sólo da seguridad en el período post-ovulatorio. Este método certifica la ovulación mediante el alza en la curva de la temperatura. Si hay alza, quiere decir que hubo ovulación y como ésta ocurre una sola vez en el ciclo, el período restante es absolutamente infértil. Aquí radica su altísima seguridad. El problema está en las mujeres que no ovulan, ya que mientras no se produzca un alza en la curva, no existe ninguna seguridad y hay que suponer fertilidad.
La ausencia de alza en la temperatura es lo que dificulta el uso del Método de la Temperatura Basal en las mujeres que tienen ciclos largos, ciclos anovulatorios o que están en período de lactancia. Las circunstancias mencionadas hacen que los cónyuges puedan pasar varias semanas o meses sin saber qué terreno pisan. Ante la duda, la prudencia aconseja abstenerse de relaciones sexuales, sobre todo si existe una razón de peso para no tener un hijo. Lo anterior se traduce en un período muy largo sin poder tener relaciones sexuales.

2. Método de la Ovulación
Data de fines de la década del 50. Las primeras pruebas clínicas se realizaron en la mitad de los años 60. Se conoce por el nombre de sus descubridores, los Drs. John y Evelyn Billings. Aparentemente, es la técnica más difícil, pero una vez conocida y dominada, es claramente la más fácil y más universalmente aplicable para todas las mujeres, en cualquier período de su vida reproductiva.
Surgió de las observaciones del Dr. Billings, en las cuales constató que prácticamente todas las mujeres son capaces de percibir, espontáneamente, una serie de síntomas y signos de fertilidad. Síntomas y signos que, desde mediados del siglo pasado, en la literatura científica, aparecen relacionadas con la fertilidad femenina. Para dar solidez a sus hallazgos, correlacionó lo detectado por las mujeres con la evaluación objetiva basada en determinaciones hormonales en la sangre. Una vez que demostró la consistencia de sus hallazgos, desarrolló un método pedagógico para que las mujeres se "sintonicen" con estos signos de fertilidad, los reconozcan e interpreten con seguridad, y puedan usarlos con confianza.
El signo clave de este método es la presencia o ausencia de síntomas producidos por las mucosidades cervicales en el ámbito de los genitales externos de la mujer. Las sensaciones o los síntomas que las mucosidades producen en la zona son más importantes que la observación del flujo. El 80% de las mujeres se han dado cuenta, espontáneamente, de la presencia de flujo mucoso y, más de alguna vez, han notado que no están secas, sino que presentan un flujo, distinto al de la menstruación, cuyo aspecto es el de una clara de huevo cruda. Aquellas que permanentemente presentan algún flujo notan que éste aumenta o cambia sus características. Para las que nunca han detectado ningún flujo, si se observan con más atención, podrán percibir que hay cambios en las sensaciones, que son detectables aun cuando sean muy sutiles. Una ilustración que ejemplifica muy bien esta situación es apreciar el cambio que se observa al pasar la lengua por los labios, inmediatamente se puede detectar el cambio de seco a húmedo.
Sin embargo, la mayoría de las mujeres no da importancia a estos síntomas porque los han sentido siempre y no les molestan, de manera que los consideran algo normal en sus vidas, pero desconocen su significado. Otras, en cambio, al detectar las mucosidades creen que están enfermas y consultan al médico. Creen tener "flores blancas" o estar "pasadas de frío", y sienten una gran tranquilidad al saber que esto es normal.
Hay que destacar que lo que está biológicamente determinado y, por lo tanto, lo más constante, es la distancia desde el comienzo del período fértil hasta la menstruación siguiente. En cambio, el período infértil, inmediatamente después de la menstruación, puede no existir, como es el caso de los ciclos cortos, o bien prolongarse por meses durante la lactancia. Sin embargo, cada mujer puede determinar, día a día, su estado de fertilidad o infertilidad.
La presencia de mucosidades y el cambio en los síntomas vulvares, indican el comienzo de la fertilidad, la cual durará hasta 3 días después de la desaparición total de los signos de fertilidad. El flujo mucoso con su patrón cambiante ascendente y progresivo durante un promedio de 6 días y luego su desaparición brusca, es un espejo de lo que ocurre a nivel del ovario. El óvulo y sus estructuras van madurando a una velocidad creciente y secretando estrógenos (la hormona que estimula la secreción de mucosidades con patrón ascendente en cantidad y características de fertilidad.) La caída brusca que presentan estas mucosidades es la señal que antecede, de 24 a 36 horas la salida del óvulo del ovario (la ovulación).
Con estos elementos (cambio, progresión ascendente y desaparición brusca de las mucosidades) cada mujer puede saber día a día si está fértil o infértil, no importando la regularidad de sus ciclos ni la situación de fertilidad en que esté a lo largo de su vida reproductiva. Tampoco es un inconveniente el hecho de que las mucosidades sean escasas o estén siempre presentes, ya que la zona de los genitales externos, donde van a ser detectadas es altamente sensible y la mujer, con un entrenamiento adecuado, puede captar los más mínimos cambios.
La mujer detecta estas mucosidades en la cara interna de los labios menores. Ahí hay más terminaciones nerviosas que en el pulpejo de los dedos o en los labios de la boca. Gracias a la sensibilidad de la vulva, casi todas detectan, espontáneamente, la existencia de estas mucosidades. Por esto cualquier mujer que se lo proponga puede aprenderlo fácilmente: el 97% lo logra en 1 a 2 ciclos de aprendizaje, ese decir, 5 a 6 semanas de instrucción personal.
El objetivo final de la instrucción es lograr que las mujeres lleguen a ser independientes en el conocimiento de la fertilidad. Esto ocurre generalmente al cuarto mes de práctica. A esta altura, la mujer sabe, incluso, el momento del día en que comienza la fertilidad y, con mucho más precisión, el momento en que ésta termina. Llega a "saberse" fértil: se "siente" fértil sin necesidad de mayores controles. El conocimiento de la fertilidad pasa así a ser para las mujeres algo natural y espontáneo, llegando a tener autonomía en materia de regulación de la fecundidad, lo que ningún otro método permite.
¿Sirve para evitar un embarazo cuando es necesario hacerlo? Para contestar esta pregunta hay que considerar dos aspectos de los métodos naturales: Primero, ¿con qué seguridad se puede llegar a conocer la fertilidad femenina? Segundo, ¿con qué responsabilidad los cónyuges son capaces de respetar esta fertilidad, es decir, capaces de practicar la abstinencia periódica?
La precisión con que la mujer logra detectar su fertilidad es extraordinaria. Si 100 mujeres usan el método por un año 98,5% llegan a saber, con seguridad, cuándo están fértiles. Esto quiere decir que si 100 parejas siguen el método correctamente, durante un año, sólo 1.5 se va a embarazar involuntariamente, porque la mujer no detectó su fertilidad, aun habiendo hecho todo correctamente para percibirla. A esto hay que sumar menos de una mujer que se podría embarazar por un malentendido en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Las cifras mencionadas están respaldadas por investigaciones en distintos grupos y condiciones (Organización Mundial de la Salud).
Cuando se aplica el método en un grupo heterogéneo de parejas, es decir, cónyuges que sólo desean distanciar un nacimiento junto con otros que no desean más hijos, la eficacia tiende a disminuir, ya que hay otras causas de embarazo no intentado, distintas a las atribuibles al método propiamente tal. La principal se refiere a las fallas de uso, es decir, cónyuges que, sabiendo que están fértiles, no cumplen con las reglas de evitar cualquier contacto genital en este período, y tienen relaciones sexuales. En otras palabras, se arriesgan sin ninguna precaución; no observan la regla número uno: "ante la duda, abstente".
Es así como la mayoría de los embarazos no intentados conscientemente, que ocurren en los cónyuges usuarios de métodos naturales, no lo son porque el o los métodos fallen, sino porque las parejas se arriesgan, ya que las razones para evitar un nuevo nacimiento no eran de gran peso y, por lo tanto, no justificaban el esfuerzo, es decir, la abstinencia exigida.
Es importante definir las características de esta abstinencia en el uso de los métodos naturales, determinar muy bien las reglas del juego y sus fundamentos para que así sea más fácil observarlas o saber exactamente cual es la probabilidad de que ocurra un embarazo al transgredirlas. Es decir, el chance que están jugando. La abstinencia periódica deber ser absoluta, vale decir, debe darse durante "todo" el período fértil y se debe evitar "cualquier contacto genital" durante el mismo.
¿Por qué durante "todo" el período fértil? La mayoría de los embarazos no intentados ocurre porque se tienen relaciones en los días extremos, pensando que aún no comienza o ya terminó la fertilidad. Sin embargo, el método es "todo o nada" y la posibilidad de un embarazo, aunque sea menor, existe durante todo el período fértil. La razón es que apenas comienza el flujo mucoso, las condiciones para el paso y la sobrevida de los espermatozoides, en los genitales de la mujer, mejoran notablemente. Si los espermatozoides no encuentran mucosidades fértiles, se quedan en la vagina que tiene condiciones muy adversas (una acidez muy alta) y mueren todos al cabo de pocas horas. En cambio, las mucosidades cervicales fértiles poseen un ambiente neutro, igual al de los espermatozoides, de manera que en esas condiciones pueden vivir muchos días y no sólo 72 horas como se pensaba antes (método de Ogino). La sobrevida de los espermatozoides en este ambiente favorable puede ser de siete o más días, por lo tanto, apenas comienzan los primeros síntomas de fertilidad cualquier contacto genital puede traducirse en un embarazo.
¿Por qué evitar cualquier contacto genital durante el período fértil? El flujo mucoso no sólo posee un ambiente propicio para los espermatozoides, sino que además es una verdadera "aspiradora". Tiene un efecto microcapilar, de manera que si un espermatozoide toma contacto con un extremo del flujo, casi instantáneamente llega a la otra punta. Se ha demostrado que en 60 segundos un espermatozoide puede estar dentro del cuello del útero, en camino a fecundar el óvulo. Esto significa que no es necesario que exista penetración del pene en la vagina para que ocurra un embarazo, porque el extremo de "la aspiradora" -el flujo mucoso- está en la vulva, en la parte externa de los genitales. Otro hecho biológico fundamental es que no sólo hay espermatozoides en el momento de la eyaculación, sino que antes ya han salido unos cuantos millones. Las razones mencionadas aclaran por qué puede haber un embarazo sin necesidad que haya ni penetración ni eyaculación dentro de la vagina, bastando sólo un contacto genital durante el período fértil.
Podríamos definir el flujo mucoso, también, como una "compuerta" que permite el paso de los espermatozoides hacia el cuello del útero, el cual vendría a ser un "servicentro" para los espermatozoides, ya que ahí estos son muy bien tratados, seleccionados, ordenados y mantenidos en buenas condiciones a la espera del óvulo para fecundarlo. La sobrevida del óvulo es corta, de sólo 6 a 12 horas, de manera que los espermatozoides son los que tienen que estar listos para realizar su misión. Esta es la principal razón de la existencia de los días fértiles preovulatorios, 6 en promedio con un rango entre 4 y 8 días.

sábado, 18 de febrero de 2012

Paternidad responsable, ¿camino de santidad o utopía?

Varios motivos me han llevado a decidirme a "escribir" sobre este tema. En realidad, no voy a escribir, sino que voy a re-publicar algunos artículos -como el de la semana anterior- que me parecen muy valiosos, y necesarios en la realidad actual.
El tema de la Paternidad responsable, que tiene como "contracara" el rechazo de todos los medios anticonceptivos -según la célebre definición de Pablo VI "toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación"- es uno de los más complejos que los sacerdotes y evangelizadores tenemos que afrontar. 
La total claridad en la adhesión al Magisterio de la Iglesia -magisterio unánime, sostenido en el tiempo, ratificado una y otra vez- es un signo de auténtica fidelidad al querer de Dios, a su proyecto creador, plasmado en la naturaleza del hombre y la mujer.
Rechazar esta doctrina es, a la vez, rechazar el orden de la Creación -presionados por la mentalidad hedonista y antivida reinante- y rechazar el Magisterio de la Iglesia

En la Publicación "Paternidad responsable. Manual de pastoral Familiar", publicado por el sitio del movimiento de Schoensttat de Chile -que voy a compartir por partes en adelante-, se afirma que la mayor dificultad en la "pastoral de la Paternidad responsable" es:

"La falta de convicción entre los responsables.(...) En amplios círculos clericales, se nota un cierto escepticismo en relación a la plena validez de los métodos naturales de regulación de la fertilidad."

El material que "re-publico" y que pueden encontrar en otros sitios de internet, es plenamente conforme al Magisterio de la Iglesia, está bien fundamentado y utiliza un lenguaje comprensible.
Tiene la riqueza de mostrar la "Abstinencia periódica" -único medio legítimo para planificar los nacimientos de acuerdo con la moral evangélica y la doctrina de la Iglesia- en un contexto antropológico amplio y profundo, subrayando sobre todo los aspectos positivos de dicha abstinencia.

Les dejo el texto del prólogo.

La Iglesia, en su acción evangelizadora, encomienda a la pastoral familiar un especial cuidado por todas las formas de vida de la familia. Orientada por el Creador al amor y a la vida humana, la familia debe acoger la vida nueva que surge en su seno como el más rico don de Dios. La tarea de la pastoral es ayudar para que ese don de Dios a la familia sea acogido con amor y llegue a su plenitud. Por esa razón, el cuidado pastoral debe abarcar tanto los aspectos propios de la procreación como los de la educación de los hijos.
El tesoro más propio de todo matrimonio es el amor que se prodigan mutuamente los cónyuges. Por ser específicamente «conyugal», ese amor tiene una connotación de totalidad: involucra alma y cuerpo y, por tratarse de personas sexuadas, se orienta a la generación de una nueva vida.
Es tarea de la pastoral familiar ayudar a los esposos para que vivan de tal manera su mutuo amor, que merezca denominarse «amor hermoso»: Un amor que viene de Dios, sin interferencias; que manifiesta algo de El porque transforma y purifica; y que conduce hacia El, porque se hace escuela de santidad. Un amor vivido en la fuerza del Espíritu Santo, a través del sacramento del matrimonio, que hace posible una entrega sincera de sí mismo del uno al otro. Un amor que asume al tú en toda su realidad, sin descartar aspectos esenciales de su persona.
Sobre esta base se sitúa lo que entiende la Iglesia por una paternidad plenamente responsable. Esta forma de asumir la paternidad no consiste, por lo tanto, en la simple utilización de métodos lícitos de regulación de la fertilidad para limitar el número de los hijos, sino que en la manera de vivir el amor mutuo en forma integral y de cara a Dios cooperando con Él en la procreación de un nuevo ser, amado por Dios por sí mismo. Desde esta perspectiva se hace posible rescatar la plena dignidad de la genitalidad como instrumento de comunión personal y como camino a la vida para nuevas personas.
La responsabilidad esencial de los cónyuges consiste en que asumen el amor mutuo con todas sus consecuencias de unión y de procreación, porque es un don que viene de Dios. Los esposos, inspirados en esa espiritualidad, se experimentarán aliados y cooperadores de Dios que, en la gestación de la nueva vida, les confía a un ser amado por El por sí mismo desde la eternidad. Un ser llamado a reflejarlo e invitado a tomar parte en la vida eterna.
Considerándose enriquecidos y comprometidos con la fuente única del amor y de la vida, los esposos estarán en condiciones de descubrir el sentido positivo, liberador y enriquecedor de la abstinencia periódica que conlleva la práctica de los métodos naturales de regulación de la fecundidad. Desprovisto de esta espiritualidad, que le da pleno sentido, el uso de los métodos naturales se hará insostenible, o bien, se confundirá con una anticoncepción lícita, dejando de ser la expresión de una manera de vivir el amor hermoso.

viernes, 10 de febrero de 2012

Es hora de admitirlo: la Iglesia siempre ha tenido razón sobre el control de la natalidad.



Esta vez solo copio y pego el artículo que traduce Bruno Moreno en infocatolica, publicado en un diario Norteamericano.
Un tema de enorme actualidad. Una cuestión pastoral de las más complejas, porque el pensamiento mundano se ha metido, con mucha fuerza, en la conciencia de los matrimonios cristianos, en muchos libros y revistas católicas, en muchos confesionarios... Lamentablemente, la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción es "contestada" y abiertamente negada en algunos ambientes católicos.
Ojalá los católicos veamos al menos con la misma claridad que los autores del artículo que Pablo VI hablaba proféticamente, en el doble sentido de la expresión: en nombre de Dios y anunciando lo que acontecería en el futuro... 
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Al hilo de los intentos del Presidente Obama de obligar a las instituciones de la Iglesia a pagar esterilizaciones, anticonceptivos y abortos a sus empleados, están corriendo ríos de tinta en los Estados Unidos. Gracias a Dios, los obispos y prácticamente toda la Iglesia en Estados Unidos se están enfrentando sin fisuras a esta imposición inaceptable del gobierno.
Traigo hoy al blog un artículo que me ha parecido espectacular. Teniendo en cuenta que se trata de un periódico económico, el Business Insider, el título del artículo es verdaderamente provocador: “Es hora de admitirlo: La Iglesia siempre ha tenido razón sobre el control de la natalidad”. No se lo pierdan, porque merece la pena. Es bueno, breve y sin complejos. Ojalá lo hubiera escrito yo, pero al menos lo he traducido para que lo disfruten mis lectores.

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Pintar a la Iglesia Católica como “fuera de contacto con el mundo actual” es lo más fácil del mundo, con tanto sombrerito extraño y las iglesias llenas de pan de oro. Y nada lo hace más fácil que la postura de la Iglesia contra los anticonceptivos.
Mucha gente (incluido nuestro editor) se pregunta por qué la Iglesia Católica no abandona simplemente esta norma. Señalan que la mayoría de los católicos la ignoran y que casi todos los que no son católicos consideran que crea división o que está pasada de moda. “¡Venga ya, que estamos en el siglo XXI!”, dicen. “¿Es que no VEN que es algo ESTÚPIDO?”, gritan.
Hay algo que conviene tener en cuenta, sin embargo: la Iglesia Católica es la mayor organización del mundo y la más antigua. Ha enterrado a todos los grandes imperios conocidos por el hombre, desde los romanos hasta los soviéticos. Cuenta con establecimientos literalmente en todo el mundo y está presente en todos los ámbitos del quehacer humano. Nos ha dado algunos de los más grandes pensadores del mundo, desde San Agustín hasta René Girard. Cuando hace algo, por lo general tiene una buena razón para ello. Todo el mundo tiene derecho a estar en desacuerdo, pero no se trata de un montón de blancos viejos y locos que se quedaron atascados en la Edad Media.
Entonces, ¿qué está pasando?
La Iglesia enseña que el amor, el matrimonio, el sexo y la procreación son cosas que deben ir juntas. Eso es todo. Pero es muy importante. Y aunque la Iglesia lo enseña desde hace 2.000 años, probablemente nunca han sido tan significativo como hoy en día.


Los mandatos contra el control de la natalidad fueron reafirmados en un documento de 1965 firmado por el Papa Pablo VI, llamado Humanae VitaeEl Papa advertía que se producirían cuatro resultados si se aceptaba el uso generalizado de anticonceptivos:



- Reducción general de los estándares morales

- Un aumento de la infidelidad y la ilegitimidad
- La reducción de las mujeres a objetos utilizados para satisfacer a los hombres
- Coerción por parte de los gobiernos en asuntos reproductivos.

¿Suena familiar?
Porque se parece mucho a lo que ha estado sucediendo en los últimos 40 años.
Como escribió George Akerloff en Slate hace una década: “Al convertir el nacimiento del niño en una elección física de la madre, la revolución sexual ha convertido el matrimonio y el sostenimiento de los niños en una elección social del padre.


En lugar de dos padres que son responsables de los niños que conciben, una expectativa defendida por las normas sociales y por la ley, ahora damos por sentado que ninguno de los padres es necesariamente responsable de sus hijos. Se considera que los hombres cumplen sus obligaciones simplemente mediante el pago por orden judicial de la pensión alimentaria a los hijos. Se trata de una reducción muy drástica de los estándares de la “paternidad".



¿Qué tal nos va en lo demás desde la gran revolución sexual? El matrimonio de Kim Kardashian duró 72 días. Los hijos ilegítimos: en aumento. En 1960, el 5,3% de todos los hijos nacidos en los Estados Unidos fueron de mujeres solteras. En 2010, la cifra había subido a un 40,8%. En 1960, las familias basadas en un matrimonio formaban casi tres cuartas partes de todos los hogares, pero según el censo de 2010 ya sólo representaban el 48 por ciento de los mismos. La cohabitación fuera del matrimonio se ha multiplicado por diez desde 1960.



Y si usted no cree que las mujeres están siendo reducidas a objetos para satisfacer a los hombres, bienvenido a Internet. ¿Cuánto tiempo hace que conoce la Red? En cuanto a la coerción del gobierno: basta mirar a China (o a los Estados Unidos, donde el gobierno ha establecido una norma sobre la cobertura obligatoria de la anticoncepción que es la razón por la que estamos hablando de esto ahora mismo).



¿Todo se debe a la Píldora? Por supuesto que no. Pero la idea de que una disponibilidad general de la anticoncepción no ha dado lugar a un cambio social dramático, o que este cambio ha sido exclusivamente para bien, es una noción mucho más absurda que cualquier cosa que enseña la Iglesia Católica.



También lo es la idea de que es OBVIAMENTE ESTÚPIDO recibir indicaciones morales de una fe venerable (¿En lugar de recibirlas de quién? ¿De Britney Spears?).



Pasemos a otro aspecto de este tema. La razón por la que nuestro editor piensa que los católicos no deberían ser fructíferos y multiplicarse tampoco se sostiene. La población del mundo, escribe, está en un camino “insostenible” de crecimiento.



La Oficina de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas considera que la tasa de crecimiento de la población disminuirá en las próximas décadas y se estabilizará alrededor de los nueve mil millones en 2050… y se quedará ahí hasta el 2300 (y tengamos en cuenta que las Naciones Unidas, que promueven el control de la natalidad y los abortos en todo el mundo, no son precisamente partidarias del dad-fruto-y-multiplicaos).



En términos más generales, la visión maltusiana del crecimiento ha persistido, a pesar de haberse probado una y otra vez que estaba equivocada y que había causando gran cantidad de sufrimientos humanos innecesarios. Por ejemplo, China se encamina hacia una crisis demográfica y hacia la dislocación social debido a su equivocada política del hijo único.



El progreso humano es la gente. Todo lo que hace la vida mejor, desde la democracia a la economía, pasando por Internet y la penicilina, fue descubierto o creado por la gente. Más gente significa más progreso. El inventor de la cura para el cáncer podría ser el cuarto hijo que alguien decidió no tener.



Finalmente, para resumir:

- Es una buena idea que las personas den fruto y se multipliquen
- Independientemente de lo que le parezca la postura de la Iglesia sobre el control de la natalidad, esuna postura que ha demostrado ser profética.
Michael Brendan Dougherty y Pascal-Emmanuel Gobry