lunes, 24 de octubre de 2011

Mi amargura –y mi esperanza- por la Argentina…

Reconozco que en estos días el sentimiento de dolor me ha invadido varias veces. De tal manera y con tanta intensidad, que no logro compartir la alegría de muchos, para los cuales las elecciones son –ganen o pierdan sus elegidos- una “fiesta”.
Más allá del resultado de los comicios, me duele una Argentina donde no hubo un solo candidato presidencial a quien se pudiera votar con la certeza de que defendería los valores de la vida y la familia en su integridad.
…una Argentina donde sistemáticamente se está destruyendo el sentido moral de los niños y jóvenes, imponiendo una educación –perversión- sexual antinatural. Donde el relativismo moral se impone desde los medios de comunicación, para los cuales el peor –el único quizá- crimen es creerse “dueño de la verdad”
…una Argentina en la cual parece que se quiere hacer desaparecer la cultura del trabajo y el valor del esfuerzo. Me duele una Argentina donde los gobernantes mantienen sumisos y cautivos a millones de ciudadanos, prisioneros de un sistema y un modelo que los degrada y destruye su dignidad.
…una Argentina en la cual millones han aceptado cobrar sin trabajar. Donde cientos de miles han consentido en ser utilizados para llenar plazas y estadios, o para “dibujar” estadísticas.
…una Argentina en la cual para “subir” hay que mentir, hay que “transar” con la corrupción, hay que hacer trampa. Donde la corrupción en infinitas versiones –coimas, acomodos, cuñas, compra y venta de títulos, licencias falsas por enfermedad, arreglos “por afuera”…- penetra cada sector de la vida privada y pública.
…una Argentina en la cual la infidelidad a la pareja se promociona y aplaude, llegando a transformarse casi en un nuevo “deporte” nacional. Una argentina con millones de “hijos huérfanos de padres vivos”, y de viejitos que se mueren de tristeza, olvidados por su descendencia.
…una Argentina con millones y millones de argentinos con el alma sucia, con el corazón corrompido, sin ideales ni perspectivas,
…una Argentina con multitudinarias manifestaciones de fe –oh, María, esperanza nuestra- desmentidas casi siempre en el diario vivir.

Desde el fondo de nuestro dolor, pero con la certeza de que Cristo y María siguen amando y bendiciendo a nuestra querida Patria, estamos comprometidos a ser luz en medio de la oscuridad.
Quiera el Señor concedernos a todos los argentinos la gracia de la conversión, de una profunda y sincera conversión a Él y a sus mandamientos.

lunes, 17 de octubre de 2011

Oración de la oveja perdida

Jesús: tú nos has revelado que eres la Luz del mundo, la verdadera Luz.

Por eso, cuando estamos en pecado, vivimos en tinieblas.

Cuando nos escapamos, cuando huimos de tí, sentimos al principio como una libertad, como que nada nos ata ni nos retiene.

Pero a medida que nos vamos alejando, nos vamos perdiendo. Porque solos no podemos saber cual es el camino. Porque sin ti, no sabemos donde están las praderas tranquilas, y los estanques de agua fresca y limpia.

Y terminanos en el abismo, casi al borde del precipicio. La noche se nos viene encima. Los problemas de la vida, problemas que tantas veces provocamos nosotros con nuestro pecado, nos rodean, nos abruman.

Terminamos solos, enredados en zarzas llenas de espinas, sin poder distinguir nada a nuestro alrededor. Terminamos tristes, vacíos, con frío en el corazón.

Pero sabemos que tú nos amas. Esa certeza es la única luz que se mantiene encendida siempre. Sabemos que apenas te das cuenta de que faltamos, sales a buscarnos. Y que con solo emitir un pequeño sonido, una tenue llamada, vendrás a rescatarnos. Porque eres capaz de reconocer nuestra voz a kilómetros de distancia.

Hoy te queremos pedir perdón, te queremos llamar desde el fondo de nuestro pecado, de nuestra miseria. Hoy clamamos por ti, nuestro Pastor, nuestro salvador.

Hoy te decimos que queremos volver, que queremos cambiar. Que necesitamos ser renovados por tu gracia.

¡Ven a rescatarnos, Pastor bueno!

domingo, 9 de octubre de 2011

¿Cuándo festejar el cumpleaños?


Sí, mi documento dice: “Nacido el 28 de octubre de 1979”. Ese día mi mamá me “dio a luz”. Y sin duda que es una referencia ineludible: ver la luz del día, ver por primera vez los rostros de quienes me dieron vida, entrar en contacto con otros además de mi madre, es nacer.

De todas formas, nunca debemos olvidar que nuestra vida se remonta unos meses atrás. Cuando fui aprendiendo en la escuela –y en la parroquia- que desde la concepción ya somos persona, no pude dejar de pensar que deberíamos celebrar más a menudo esa bendita fecha, en que los gametos paterno y materno se unieron produciendo un individuo original, nuevo e irrepetible. De tal manera que, según esta forma de contar, ya he superado los 32 años largamente…

Y en el camino del crecimiento humano y espiritual, he ido aprendiendo que hay un nuevo nacimiento, superior, sobrenatural. El que anunciara Jesús al todavía dubitante Nicodemo: “Hay que nacer de nuevo… hay que nacer del Agua y del Espíritu”. El Bautismo, ese nuevo nacimiento –celebrado algunas veces desde que tomé conciencia- fue el 3 de Noviembre, menos de una semana después de nacer. Nacido a vida sobrenatural, a la vida eterna, en la parroquia de Primero de Mayo. La misma en que recibí la gracia de la Confirmación y la Primera Comunión.

Pero hay una fecha más reciente en el tiempo, que sin embargo se remonta en su origen e inspiración a la eternidad: el día del llamado, el día de la vocación. Guardo como una “reliquia” las hojas de mi cuaderno personal de 1994, donde con infantil caligrafía -casi la misma de hoy- escribía:
“el domingo 9 (de octubre) ocurrió algo que me cambió. Tuve una charla profunda con Gustavo. En ella me contó de su decisión de ser sacerdote. Comenzamos a hablar, y descubrí que lo mismo que me pasa a mí le pasa también a él. Quedé muy pensativo, y luego, al ir a Misa, escuché el Evangelio que lo dice todo: el del joven rico. Y durante la Misa, comprendí que el llamado era para mí también, que yo quizá era el destinatario de tan claras palabras. Y allí, no se si durará, me decidí a ser sacerdote…”

Nuevo nacimiento, nuevos horizontes, nuevas perspectivas. Allí, en el mismo lugar santo donde recibí todos los sacramentos, y donde un día celebré la Primera Misa. Una palabra de Jesús que, atravesando los siglos y haciéndose nuevamente actual, fue como espada de doble filo: “vende lo que tienes y dalo a los pobres… luego ven y sígueme”. Misteriosa certeza –expresada con cierta reserva, por lo inesperada- que se transformó en el norte absoluto de mi vida joven.

Por eso hoy comparto mi magnificat con ustedes, y celebro este día casi como – o más- que mi “cumpleaños” de la tierra. Porque a pesar de mis miserias y pecados, a pesar de mis infidelidades al Amor, la palabra ha seguido viva, operante, eficaz. Sosteniendo mi proyecto de vida, dando sentido a cada acontecimiento desde hace 17 años.

Y por eso digo –y escribo- a quien quiera escuchar, tenga dudas o ande buscando: Jesús vive, Jesús es real, Jesús habla, Jesús llama. Y Jesús cumple sus promesas de dar el ciento por uno a quienes se animen a intentar responder.