martes, 24 de mayo de 2011

¿Cómo celebrar la Vigilia de Pentecostés?

Hace unos años, en el 2007, estaba preparando una Misa de Vigilia de Pentecostés. Quería hacerlo según las indicaciones de los libros litúrgicos y de los documentos. Pero cuando me puse a leer encontré solo unas escuetas indicaciones. El Misal Argentino que usamos hasta hace un par de años, y el español que también estaba en varias parroquias, no explicitaban si había alguna forma aprobada de "distinguir" esta Misa de una Misa de un sábado por la tarde.
La carta circular “La preparación y celebración de las fiestas pascuales” dice, en el punto 107:
“El domingo de Pentecostés concluye este sagrado período de cincuenta días con la conmemoración de la donación del Espíritu Santo derramado sobre los apóstoles, el comienzo de la Iglesia y el inicio de su misión a todos los pueblos, razas y naciones.
Se recomienda la celebración prolongada de la Misa de la Vigilia de Pentecostés, que no tiene un carácter bautismal como la Vigilia de Pascua, sino más bien de oración intensa según el ejemplo de los apóstoles y discípulos, que perseveraban unánimemente en la plegaria juntos con María, la Madre de Jesús, esperando el don del Espíritu Santo.”

Cómo quería hacer las cosas bien, respetando las normas litúrgicas, y no tenía demasiadas indicaciones concretas, hice una consulta al Padre Miguel Ángel Fuentes, VE, quien me derivó a su vez al p. Jon Mikel de Arza Blanco, VE, liturgista. Quiero compartir con ustedes algunas partes de la respuesta, que me parece muy bien fundamentada, y porque, además, lo que el padre mencionaba como posibilidades, está asumido como propuesta en la nueva versión del Misal "Argentino", cuya primera edición es de Agosto de 2009.

Mi pregunta fue: ¿Cómo prolongar la Misa de Vigilia?. Es lógico que se puede hacer un momento de oración antes de la Misa, o celebrar Vísperas solemnemente, o una Adoración al Santísimo haciendo hincapié en el don del Espíritu, etc. Pero me interesaba saber si la Misa misma podía ser prolongada de alguna forma. Y si para ello se podían leer las cuatro lecturas que el Leccionario propone como opcionales –una o la otra, o la otra, etc.-
El padre me respondió:

No conozco ninguna disposición que precise la recomendación de la Carta Circular a la que Usted alude.
Sin embargo hay razones de conveniencia para incluir las 4 lecturas opcionales del A. Testamento.
 La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en referencia a la Vigilia Pascual, hace esta observación: "Se ha llegado a perder la misma noción de "vigilia", hasta el punto de haber reducido su celebración a una mera Misa vespertina en cuanto al tiempo y el modo como se suele celebrar la Misa del domingo en la tarde del sábado precedente.” (Carta Circular sobre la Preparación y celebración de las fiestas pascuales, del 16/01/1988, n. 3).
Estas indicaciones de tiempo y modo prescritos para la Vigilia Pascual , sin embargo, son aplicables a toda vigilia, de modo particular a la de Pentecostés, la cual siempre ha sido celebrada con una solemnidad análoga a aquella de la “Madre de todas las vigilias” (S. Agustín).

En efecto, en los más antiguos Sacramentarios (Gelasiano, Gregoriano –s. VII-VIII-), la Misa "oficial" de Pentecostés era la de la Vigilia, en la que se tenía un lucernario, se leían 4 lecturas del Antiguo Testamento (en el s. XII llegaron a ser 6, según el XI OR), se hacia la “benedictio fontis”, y se celebraban los sacramentos de la iniciación cristiana para aquellos que no los habían recibido en la Vigilia Pascual , y luego del canto de las letanías comenzaba la liturgia eucarística. En una palabra, "el servicio litúrgico era más o menos el de la Vigilia Pascual" (M. Riguetti, Storia Liturgica, vol II, 312)

En la actualidad, el Leccionario prescribe que se escoja una de entre cuatro lecturas del Antiguo Testamento (OLM, 102). Ahora bien, la Carta Circular  en el n. 107 recomienda “la celebración prolongada de la Misa de la Vigilia de Pentecostés”, lo cual requiere que se lean una mayor cantidad de lecturas, ateniéndonos a lo que para la Vigilia Pascual , establece la misma Carta: “Por lo tanto, en la medida en que sea posible, léanse todas las lecturas indicadas para conservar intacta la índole propia de la Vigilia pascual que exige una cierta duración.” (n. 80)
Es decir que, entre otros elementos, una celebración prolongada pareciera exigir una más abundante liturgia de la Palabra (de acuerdo también al espíritu e intención del Concilio Vaticano II y el OLM -Cf. OLM 58 y nota). Con mayor razón  si se tiene en cuenta la naturaleza de esta Vigilia, “que no tiene un carácter bautismal como la Vigilia de Pascua, sino más bien de oración intensa según el ejemplo de los apóstoles y discípulos, que perseveraban unánimemente en la plegaria juntos con María, la Madre de Jesús, esperando el don del Espíritu Santo” (n. 107). Existe una relación estrecha entre la Palabra de Dios proclamada y la acción del Espíritu Santo (Cf. OLM, 9), y, además, las lecturas con los salmos precedidas de breves moniciones, y haciendo uso del silencio litúrgico, favorecen la meditación de los fieles (Cf. OLM, 28)

Es importante atenerse a las normas del OLM, el cual prescribe que "no está permitido que en la celebración de la Misa las lecturas bíblicas, junto con los cánticos tomados de la Sagrada Escritura, sean suprimidas ni recortadas ni, cosa todavía más grave, sustituidas por otras lecturas no bíblicas". (n. 12) En el caso que nos ocupa se trata no de suprimir ni recortar, sino de adicionar lecturas. Por otra parte, cuando el OLM da los criterios para seleccionar lecturas dice que debe ser tenido en cuenta el principio de "composición armónica" y el de la "lectura semicontinua", cosas que no se aplican al ciclo de lecturas del tiempo pascual, y por tanto el hecho de leer más lecturas no afectaría la intención del Ordo. (Cf. OLM, 67)

Concluyendo,
·    dado que no conocemos una norma que precise más en qué consiste la “celebración prolongada de la Misa de la Vigilia de Pentecostés”;
·    teniendo en cuenta la simetría que tradicionalmente tuvo siempre la dicha vigilia con la de Pascua, con la que, además, forma un todo en el tiempo Pascual, como inicio y culminación del mismo, según enseña San Ambrosio (Expositio Evangelii secundum Lucam 8, 25; PL 15, 1863): “Los cincuenta días se deben celebrar como la Pascua y son todos como un único domingo”.
·    Y considerando que en otros tiempos se han proclamado más lecturas del A. Testamento, como vimos, y, finalmente, por la misma índole de la vigilia (que exige una cierta duración –lo que en la Vigilia Pascual se traduce en la recomendación de que sean leídas todas las lecturas),

Estimo que podrían hacerse las cuatro lecturas con sus respectivos salmos, incluso previendo un breve espacio de silencio luego de cada lectura, para fomentar la “oración intensa”.



Toda esta precisa fundamentación y armonización de textos y principios hermenéuticos -que me parece muy valiosa y pedagógica, para no caer en una arbitraria "creatividad" ya no es tan necesaria, desde el momento en que el Nuevo Misal, como mencionábamos arriba, sugiere esto como forma de prolongar y solemnizar la Vigilia. Propone, además, que entre cada lectura se haga un salmo y una oración, de modo similar a la Vigilia Pascual. Y que el Gloria se cante entre la lectura de Joel y la de la Carta a los Romanos.

Por otra parte, creo que es una forma de destacar el sentido de esta fiesta, y de revivirla haciéndonos “contemporáneos” a la misma, utilizar diferentes idiomas en la proclamación de las lecturas, en los cantos y en los textos eucológicos. Esto se realiza de manera habitual en las celebraciones “internacionales”, sobre todo en las del Santo Padre. Por lo tanto no hay ningún impedimento “litúrgico” para hacerlo. Y se ha hecho en algunas comunidades, casi siempre para esta fiesta.
Me parece que expresa bien el sentido de esta opción lo que el Card. Ratzinger (actual Benedicto XVI) decía en ocasión del Jubileo del año 2000:
“la Iglesia tiene su inicio en la comunidad de los ciento veinte, reunida en torno a María, sobre todo en la renovada comunidad de los Doce, que no son miembros de una Iglesia local, sino que son los Apóstoles, los que llevarán el Evangelio hasta los confines de la tierra.
Para esclarecer aún más la cuestión, se puede añadir que ellos, en su número de doce, son al mismo tiempo el antiguo y el nuevo Israel, el único Israel de Dios, que ahora -como desde el inicio se hallaba contenido fundamentalmente en el concepto de pueblo de Dios- se extiende a todas las naciones y funda en todos los pueblos el único pueblo de Dios. Esta referencia se ve reforzada por otros dos elementos: la Iglesia en este momento de su nacimiento habla ya en todas las lenguas. Los Padres de la Iglesia, con razón, interpretaron este relato del milagro de las lenguas como una anticipación de la "Catholica" -la Iglesia desde el primer instante está orientada "kat'holon"-, abarca todo el universo.(…)
En los peregrinos presentes, que provienen de todos los pueblos, esa Iglesia abraza inmediatamente también a todos los pueblos del mundo. (…) La Iglesia, en los Doce, es engendrada por el único Espíritu, desde el primer instante, para todos los pueblos y, por consiguiente, también desde el primer momento está orientada a expresarse en todas las culturas y precisamente así destinada a ser el único pueblo de Dios: no una comunidad local que crece lentamente, sino la levadura, siempre orientada al conjunto; por tanto, encierra en sí una universalidad desde el primer instante.
Escuchar la palabra proclamada en varios idiomas, rezar y cantar en ellos, es una forma de percibir que nosotros, aunque tal vez no seamos más de 30 o 40, somos la Iglesia católica, herederos de una rica historia y miembros de un pueblo grande, extendido por todo el mundo, y que habla todos los idiomas. Nos puede ayudar también a recordar que celebrar Pentecostés implica el compromiso de seguir haciendo resonar esa Palabra en cada época y en cada situación cultural, para todos los pueblos.

Por último, al finalizar la homilía, y antes de continuar con la celebración -que en este año, aquí, será la iniciación cristiana de un adulto-, cantaremos el himno Veni Creator. Si bien lamentablemente no es ya tan conocido, y sólo un mínimo porcentaje de fieles lo conoce -lo estamos aprendiendo al menos con algunos- su riqueza de contenido y su valor "tradicional" son impresionantes. Raniero Cantalamessa dice así, en la introducción a su "Comentario al Veni Creator"
“Compuesto por Rabano Mauro, abad de Fulda y Obispo de Maguncia, en la primera mitad del siglo IX, con él se han iniciado, desde principios del s. XI, cada siglo, cada cónclave, cada concilio ecuménico, cada sínodo, cada reunión importante en la vida de la Iglesia, así como las ordenaciones sacerdotales o episcopales…
“Como todas las cosas que vienen del Espíritu, el Veni Creator no se ha desgastado con el uso (…) se ha ido cargando de toda la fe, la devoción y el anhelo del Espíritu de las generaciones que lo han cantado antes que nosotros. Y ahora, gracias a la comunión de los santos, cuando lo canta incluso el más modesto coro de fieles, Dios lo escucha así, con esta “orquestación”

Sabiendo que no es la única forma de hacerlo, pero pensando en que quizá hay algún otro que quiere celebrar la Vigilia –y hacerlo en plena fidelidad a las normas litúrgicas y el sentido de los ritos-, nosotros lo vamos a hacer del siguiente modo:
20:30 a 22:00   Momento de oración en el templo, en torno al don del Espíritu Santo. Tendremos en cuenta y utilizaremos tres de los más importantes símbolos del Paráclito: el agua, el aceite y el fuego. Inmediatamente antes de la Santa Misa, renovaremos las promesas bautismales y el compromiso de la Confirmación.
22:00 hs      Santa Misa. Comenzaremos en la puerta del Templo con el rito de la presentación del candidato al Bautismo. Leeremos las cuatro lecturas del Antiguo Testamento, la Epístola  y el Evangelio en diversos idiomas –por ahora, inglés, francés, portugués, italiano, guaraní y griego. Después de la homilía cantaremos el Veni Creator. Haremos la plegaria eucarística latín. La Comunión será bajo las dos especies.
Los fieles tendrán un folleto donde estén todos los textos traducidos, para que puedan comprenderlos.

Deo Patri sit gloria
Et Filio qui a mortuis
Surrexit ac Paraclito
In saeculorum saecula