lunes, 28 de enero de 2013

Una sencilla reflexión "iniciando" el año 2013


Comparto con ustedes una sencilla reflexión preparada para el boletín de la Capilla Santísima Trinidad - Jesús Misericordioso.

Aunque ya es casi febrero, aún tenemos la impresión de estar iniciando un nuevo año.
Casi siempre vienen a nuestra mente en esta época los sueños que nos gustaría concretar.
Si alguien se acercara a vos y te preguntara: “¿cuáles son tus sueños para este 2013?”, ¿qué le responderías?

Nos pregunta Jesús
Demos un paso más, e imaginá que un día estás rezando en tu casa, o en el Sagrario, y escuchás la voz de Jesús que te dice: “¿cuál es tu sueño para este año?”. O te dice como a Bartimeo, el ciego, en el Evangelio: “¿qué querés que haga por  vos?”
Aquí quisiera recordar que nuestros “sueños” son, a la vez, algo que debemos alcanzar con nuestro esfuerzo y dedicación, y algo que recibimos como un regalo. En diversas proporciones, en cada meta alcanzada hay una parte que hace en hombre y otra que hace Dios.
Lógicamente, cada uno puede responder a los demás y a Jesús de manera diversa. Alguno sueña en el 2013 cambiar el auto. Otro espera que su hijo o nieto se reciba, o consiga un trabajo estable. Alguno anhela encontrar novia, o poder casarse; otro espera tener un año sin tantas complicaciones en la salud. Muchos –o todos- sueñan con una familia unida.

La mejor respuesta
Avanzando un poco más, e imaginando que el Señor nos preguntara, yo creo que lo más inteligente, y más cristiano sería responder a Jesús: “Antes, Señor, decime cuál es tu sueño sobre mí”. O bien: “Yo sé, Jesús, qué quiero que hagas por mí… pero antes quiero saber qué querés que yo haga por vos”.
La clave de una vida feliz es que lleguemos a sintonizar con el corazón de Dios. Nuestro corazón descansa y vive en plenitud cuando decidimos apropiarnos del sueño de Dios, de su proyecto tan amoroso como misterioso,  y asumirlo como el nuestro.

El Sueño de Dios
Aquí viene a mi mente un recuerdo de mi época en el Seminario, de esos que uno no sabe bien por qué, pero se te graban en el corazón. Estábamos en Córdoba en la convivencia, haciendo el fogón de cierre. Y el padre Néstor Kranewitter, a quien le pedimos que hiciera la reflexión y oración final, comenzó sus palabras diciendo: “DIOS TIENE UN SUEÑO: ESE SUEÑO ES QUE SEAMOS SANTOS”.
¡SANTOS! Sí, ese es el sueño de Dios. Dios quiere que cada uno de nosotros crezca espiritualmente y se eleve hasta la imitación de Jesucristo, en el Amor a su Padre y a los hombres.
Teresa, Francisco, Maximiliano, Juan Pablo, Antonio, Bernardita, Gianna, Chiara, no fueron “superhéroes” o “superdotados”. Fueron cristianos como nosotros, que se tomaron en serio el sueño de Dios. Que escucharon y obedecieron. Que fueron generosos y abnegados, y por ellos recibieron como premio la alegría profunda del corazón.

Permitime darte un consejo: procurá buscar la santidad, soñá y trabajá por la santidad, y el Señor, que no se deja ganar en generosidad, te va a dar todo. No todo lo que le pedís, pero sí todo lo que necesitás.
Ojalá que al finalizar el 2013 podamos decir: “¡Gracias, Jesús, porque este año termino más cerca de Ti de lo que empezó!” Que la Virgen Madre nos haga fieles en esta búsqueda.

sábado, 26 de enero de 2013

"El cura no bautiza a los hijos de madres solteras"


El jueves estaba mirando TN mientras preparaba una ensalada de tomates. Y escuché con asombro que las noticias nacionales hablaban de un hermano en el sacerdocio, de quien fui vicario parroquial. Según decían los titulares, la situación parecía ser la siguiente: el “pueblo se levantó contra el cura”, acusándolo de culpas gravísimas. La chica que presentaba la nota llegaba a decir: “los fieles quieren ir a la Iglesia, pero no los dejan entrar”.
Después de dejar decantar un poco el tema, quiero compartir unas reflexiones, y quedo a disposición para aclarar más, si es preciso.
a)      No era todo el pueblo el que se “levantó”. Por si no lo saben, en Ramírez los católicos son una minoría, ya que  cuenta con la presencia de una decena de iglesias cristianas no católicas y otros cultos.
b)      Ni tampoco eran todos los católicos, sino un reducido grupo. Dos o tres días más tarde, luego de vender la noticia, comenzaron a dar lugar a los católicos que salieron a apoyar al sacerdote.
c)       Algunas de las acusaciones eran completamente falsas. Decían que “no bautiza a hijos de madres solteras” e incluso que “no bautiza a los hijos si los padres no están casados por Iglesia”. Eso es una mentira grande como una casa. No sé si las estadísticas sirven o no, pero hoy por hoy  –al menos en la parroquia donde estoy- más de la mitad de los Bautismos –me atrevería a decir que el 70% u 80%- son de niños ¡cuyos padres no están casados por Iglesia! Es más, recuerdo que en Feliciano, donde solíamos tener unos 10 o 12 bautismos por domingo, había ocasiones en las que ninguno de los niños tenía a sus padres casados. JAMÁS pusimos objeción para realizar dichos bautismos, aunque sí, lógicamente, les recordamos a los padres que el mejor regalo que podían hacerle era consolidar el amor que se tenían, recibiendo el sacramento del matrimonio.
d)      También lo acusaban de “no permitir que personas divorciadas puedan ser padrinos de Bautismo”. En primer lugar, habría que aclarar que los padrinos no son indispensables para bautizar un niño. Lo indispensable es que sus papás –o tutores legítimos- pidan el sacramento, y que alguien se haga cargo de educarlos en la fe. Vuelvo a insistir: no son imprescindibles los padrinos. Se puede tener padrinos, se acostumbra y aconseja, para que personas con una fe íntegra, la iniciación cristiana completa –es decir, Bautismo, Confirmación y Comunión- y una “vida congruente con la fe” (así dice el Código de derecho canónico) ayuden a los papás a encaminar bien a ese niño.
Ser padrinos es un ministerio eclesial: algo parecido a ser catequista. Y así como en las parroquias se trata de buscar un perfil de catequista –como en las escuelas hay un perfil de docente, o en los trabajos un perfil – así también existe un perfil de padrino. Debe reunir ciertas condiciones, por la cuestión lógica de que “nadie puede dar lo que no tiene”. Y esto lo aceptamos con toda naturalidad en otros ámbitos de la vida, ¿por qué no  aceptarlo en la Iglesia? A ninguno de nosotros se nos ocurriría presentarnos a un concurso para dar clases en la Universidad si no tuviéramos terminada la secundaria, o dar clases de natación si no supiéramos nadar…
Una persona divorciada, entonces, ¿puede ser padrino? Depende. Si está divorciada civilmente, pero permanece fiel a su matrimonio eclesial –es decir, vive en castidad y fidelidad a su promesa hecha ante Dios- puede ser padrino o madrina.
Pero si esa persona, estando casada por Iglesia –aunque se divorcie civilmente- vuelve a formar pareja, ella misma elige algo que es contrario a la fe y a la enseñanza de Jesús: “El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio” (Mt 19, 9). Siempre se ha considerado que una persona en adulterio no está totalmente capacitada para dar el testimonio de fe y de vida cristiana que un niño necesita para crecer y madurar en Cristo. Que el adulterio no es “congruente con la fe”. Lo cual no quiere decir que estas personas estén “excomulgadas”, o que no puedan ir a Misa, o que estén marginadas. Quiere decir que por una elección libre que han hecho no pueden ejercer un ministerio eclesial de ser padrinos.
e)      Por último, acusaban al sacerdote de “no permitir que personas de otra iglesia sean padrinos”. Aquí mi capacidad de asombro queda sobrepasada. ¿Cómo alguien que no profesa la fe católica podría salir de garante de la fe católica de otro? ¿Cómo alguien que no acepta al Papa, que no cree que la Eucaristía es verdadero sacrificio que hace presente a Cristo, que no acepta la maternidad espiritual de la Virgen, podría contribuir a que una niño sea un buen católico?
Conclusión: hasta aquí, no hay nada que objetar. Todo se da en el marco de la enseñanza de la Iglesia.
Lo llamativo –y que me cuesta comprender- es que las personas busquen un sacramento en una Iglesia cuyas enseñanzas y normas rechazan. O sea: si la Iglesia se equivoca en sus enseñanzas y normas, la Iglesia no es verdadera, la Iglesia no es la Iglesia de Cristo. ¿Qué valor tendrían los ritos de una Iglesia falsa?
En el fondo, a mi entender, lo que molesta es que la Iglesia no se deje avasallar por la “dictadura del relativismo”. Que siga creyendo y enseñando que existe una verdad, una verdad natural –inscrita en la misma naturaleza humana- y una verdad revelada. No logran ver que la Iglesia no es construcción humana, sino realidad que surge del querer de un Dios que se ha hecho hombre y ha querido reunirnos en un solo pueblo.
Que las personas que predicamos esto tengamos que mejorar, y que debamos optimizar el modo de comunicarlo, es una indudable verdad. A eso nos estimula y nos señala el camino el Papa Benedicto, que nos está dando "cátedra" de como predicar la eterna verdad con Amor y con Belleza. ¡Ojalá día a día lo logremos mejor!