Ave María Purísima!!!
Por el frío y las necesarias medidas de prevención ante la gripe A, muchas personas se han quedado más tiempo en su casa, y han mirado el blog, por lo que veo.
También soy conciente de que a algunos no les gusta, no lo comparten. Un amigo sacerdote también me preguntó cuál era el sentido de "mostrar" lo que hacía: ¿vanagloria? ¿autoapología? O como sugiere el último comentario en una de las entradas, "mostrar lo que se hace para justificar lo que no hago..."
Es posible que algo de todo esto se pueda mezclar: el corazón del hombre es un misterio, es "tortuoso" dice la Escritura...
Pero mi simple intención -al menos la primera de todas, la original- es hacer conocer cómo es la vida de un cura común y corriente, un día de semana. Evidentemente no todos los días son tan "cargados" como ese lunes 22 de junio. Pero de cosas por el estilo vive la inmensa mayoría de los sacerdotes que conozco.
Y se las vive con verdadera felicidad, con alegría. Aunque a veces sintamos el agobio del trabajo o la angustia de la infecundidad, aunque realmente suframos por todo lo que no podemos o no sabemos hacer, podemos ser verdaderamente felices en el ministerio sacerdotal. Las últimas entradas quieren ser un testimonio de eso.
En internet hay cientos de páginas que muestran los pecados de los sacerdotes, que hablan del celibato en crisis, que cuestionan las estructuras eclesiales y las doctrinas tradicionales...
Yo simplemente quisiera decir: ¡soy feliz!, siendo sacerdote, en la Iglesia de Cristo, la Iglesia real, la que está compuesta por seres humanos débiles y limitados.
Agradezco al lector que me ha hecho reflexionar con su comentario. Sabe que mi correo electrónico o mi celular está siempre disponible, para buscar la mejor manera de servir al Señor. Y que la corrección fraterna es no solo un derecho sino también un deber para los discípulos de Cristo.
Por el frío y las necesarias medidas de prevención ante la gripe A, muchas personas se han quedado más tiempo en su casa, y han mirado el blog, por lo que veo.
También soy conciente de que a algunos no les gusta, no lo comparten. Un amigo sacerdote también me preguntó cuál era el sentido de "mostrar" lo que hacía: ¿vanagloria? ¿autoapología? O como sugiere el último comentario en una de las entradas, "mostrar lo que se hace para justificar lo que no hago..."
Es posible que algo de todo esto se pueda mezclar: el corazón del hombre es un misterio, es "tortuoso" dice la Escritura...
Pero mi simple intención -al menos la primera de todas, la original- es hacer conocer cómo es la vida de un cura común y corriente, un día de semana. Evidentemente no todos los días son tan "cargados" como ese lunes 22 de junio. Pero de cosas por el estilo vive la inmensa mayoría de los sacerdotes que conozco.
Y se las vive con verdadera felicidad, con alegría. Aunque a veces sintamos el agobio del trabajo o la angustia de la infecundidad, aunque realmente suframos por todo lo que no podemos o no sabemos hacer, podemos ser verdaderamente felices en el ministerio sacerdotal. Las últimas entradas quieren ser un testimonio de eso.
En internet hay cientos de páginas que muestran los pecados de los sacerdotes, que hablan del celibato en crisis, que cuestionan las estructuras eclesiales y las doctrinas tradicionales...
Yo simplemente quisiera decir: ¡soy feliz!, siendo sacerdote, en la Iglesia de Cristo, la Iglesia real, la que está compuesta por seres humanos débiles y limitados.
Agradezco al lector que me ha hecho reflexionar con su comentario. Sabe que mi correo electrónico o mi celular está siempre disponible, para buscar la mejor manera de servir al Señor. Y que la corrección fraterna es no solo un derecho sino también un deber para los discípulos de Cristo.
"Agradeceré eternamente el don del sacerdocio"