lunes, 28 de noviembre de 2011

Consejos para hacer una buena confesión en Adviento. Parte I


Sin duda, una buena Confesión es parte indispensable para asegurar el “éxito” del tiempo de Adviento. Puede parecer algo muy obvio, pero lo cierto es que no siempre nos confesamos bien.
Sabemos –o deberíamos saber- los cinco pasos de la Confesión pero… ¡los damos tan mal, tan rápido, tan distraídamente!
Van aquí unos consejitos para hacer bien una Confesión. No son exhaustivos, se podría decir más y mejor, pero van por si a alguien le sirve.

Primer paso: El Examen de Conciencia.
a) El primer consejo con respecto al examen de conciencia es: ¡hacelo! Más de una vez nos confesamos de manera casi o totalmente improvisada.
Puede ser que haya momentos donde la conciencia de nuestros pecados nos acompañe de tal manera, que casi ni es necesario que nos detengamos a pensar…
También puede ser que no teníamos pensado hacerlo, pero que al ver un sacerdote, el arrepentimiento invadió nuestro corazón, y nos decidimos ahí nomás…
Pero habitualmente, si no hacemos el examen, nuestra Confesión no será la mejor. Probablemente, confesaremos los pecados de hoy, ayer y anteayer, pero olvidaremos los de los días, semanas o meses anteriores. O lo haremos de forma desordenada, a medida que se nos vayan viniendo a la mente.
Una forma de preparar el examen previo a la Confesión es la conocida –y nunca suficientemente bien valorada- práctica del examen de conciencia diario. Y si te ayuda cada noche anotar los pecados que hiciste en el día, anotalos. Cuando tengas que confesarte, tendrás la posibilidad de recordar con mayor facilidad, no solo los pecados, sino su frecuencia, la conexión que pudiera existir entre ellos y otros aspectos más.

2) Segundo consejo: hacer el examen en un clima de oración. El examen de conciencia no es simplemente un ejercicio de introspección. No es una “autoevaluación”, como existen en el ámbito profesional. Es eso, pero es mucho más.
El examen supone que ya nos sentimos y estamos ante Dios Padre misericordioso, ante Jesús Crucificado por mí, iluminados por el Espíritu Santo. Supone que la gracia ya nos está moviendo.
Esto es muy importante:
a)      En primer lugar, para entender el pecado como lo que es. No una simple falla, un error, algo que “salió mal”. Es una ofensa a Dios Creador, Redentor y Santificador. Es Ingratitud Suprema ante tanto bien recibido.
b)      En segundo lugar, para evitar culpabilizaciones extremas. Sobre todo para ciertas personas, pensar en sus pecados puede conducirlos formas de autoagresión, o llevarlos a formas sutiles de depresión o angustia. Tomados de la mano de Jesús, bajo la mirada del Padre que nos ofrece el perdón, podemos descender sin miedo a “los infiernos” de nuestra miseria.
c)      En tercer lugar, en relación a lo anterior, para alcanzar el conocimiento de lo más oculto, de aquello que tal vez habitualmente no alcanzamos a ver y que suele ser la causa de nuestras malas acciones. Solo bajo la mirada de Dios podemos descubrir, por ejemplo, que nuestras peleas cotidianas tienen su raíz última en un orgullo no reconocido…

3) Tercer consejo: hacerlo a la luz de la Palabra de Dios. El Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece una variada gama de posibilidades. Nos dice:
Conviene preparar la recepción de este sacramento mediante un examen de conciencia hecho a la luz de la Palabra de Dios. Para esto, los textos más aptos a este respecto se encuentran en el Decálogo y en la catequesis moral de los evangelios y de las Cartas de los Apóstoles: Sermón de la montaña y enseñanzas apostólicas (Rm 12-15; 1 Co 12-13; Ga 5; Ef 4-6).

·        “A la luz de la Palabra de Dios” quiere decir que nosotros examinamos nuestra conciencia no según nuestra propia visión de las cosas, según nuestra manera subjetiva e individual de considerar la realidad, sino según la visión de Dios, a la luz de la fe.
Me explico mejor: a veces nosotros nos dejamos llevar por nuestro propio “decálogo”. A veces tenemos “criterios personales”, al margen de la Palabra de Dios o de la Enseñanza de la Iglesia. Creo que es obvio que no tendría sentido buscar el sacramento de la Penitencia que me administra la Iglesia, y rechazar su enseñanza moral. La fe católica es un “combo”, en el que todo va incluido. No podemos elegir lo que nos gusta, y desechar lo que nos desagrada.
·        Otro posible error puede ser examinar nuestras acciones por el “me gusta” o “no me gusta” –como cuando calificamos una publicación de facebbok o un video de youtube-, o por el “me sentí mal” o “no me sentí mal”.
Y es claro que no siempre el “sentimiento” o el gusto individuales coinciden con los de Jesús. En los santos, coincidían plenamente, pero en nosotros…
Puede ser, por ejemplo, que si tu hijo se portó mal lo hayas tenido que corregir, incluso hasta ponerlo en penitencia. Y que “te sientas mal” por eso. Que no es un pecado, sino –siempre que no hayas sido violento o lo hayas humillado- un acto virtuoso, el cumplimiento de un deber relativo al cuarto mandamiento.
Y puede ser que hayas estado “sacando el cuero” a un insoportable compañero de trabajo, y te hayas “sentido bien” haciéndolo, pero está claro que es un pecado contra el octavo mandamiento.
·        Habitualmente, y tal vez porque es lo que conocemos, solemos hacer el examen con los diez mandamientos. Es importante recordar que en el caso de los mandamientos el orden no es aleatorio. Están ordenados por su importancia, por su centralidad. Conviene recordarlo en el examen. Incluso cuando nuestra conciencia nos atormenta por pecados contra otros –como el quinto o el sexto- nunca “pasemos de largo” los primeros tres. Porque sin duda que casi todos los demás pecados, son una consecuencia de nuestra debilidad o superficialidad en el amor a Dios.
·        Es importante también que busquemos algún examen de conciencia que detalle un poco más el contenido de los mandamientos. Esto es bueno y  en algunos casos hasta imprescindible, sobre todo si no hemos recibido o alcanzado una formación tan extensa o profunda. Cada mandamiento implica una serie de deberes y señala un buen número de actos contrarios a la voluntad de Dios, que raramente podríamos deducir por nosotros mismos, si no nos dejamos enseñar por la Iglesia.
·        En este tiempo, como también en Cuaresma, conviene que releamos el Sermón de la Montaña –los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo- y las catequesis morales de los Apóstoles, muy ricas y profundas, y quizá poco conocidas. Para quien quiere de verdad la santidad, las Bienaventuranzas continúan siendo un espejo en el cual siempre debe volver a contemplarse.

5 comentarios:

  1. Padre, una vez más gracias!!! Estaba preparándome para hacer una buena confesión, y sus pasos me han servido y mucho, es cierto que muchas veces nos basamos en lo superficial...Lo queremos Flia. Simón

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  2. GRACIAS PADRE POR ESTE ARTICULO QUE NOS REFRESCA A TODOS LA NECESIDAD DE HACER UNA BUENA CONFESION. QUE DIOS LO BENDIGA

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  3. !Muy lindo Padre! Muy útil para el grupo de oración! Me lo presta?Alejandra

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  4. Ma. del Rosario Grimaux29 de noviembre de 2011, 19:41

    Gracias padre, por estos pasos para hacer una buena confesión y mantener nuestra alma tan preciosa como Dios la creó.

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  5. Gracias Padre Leandro por su orientacion, gracias por haber entregado su vida al servicio de Dios para la salvacion de nuestra alma, Dios lo escogio por su carisma y por eso le digo hoy muchas gracias. Que Dios y la Virgen lo guarde siempre.

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