jueves, 3 de febrero de 2011

Bendición de las gargantas, en el día de San Blas

Los que me conocen saben que soy un defensor denodado de la fidelidad a las normas litúrgicas, y un enemigo acérrimo de cualquier tipo de manipulación de los textos y ritos de la Liturgia de la Iglesia.
Sin embargo, no puedo evitar “imaginar” una nueva versión de la “bendición de las gargantas”, en el día de san Blas. No para utilizar en la santa Misa, lógicamente, sino para que cada uno de nosotros –yo en primer lugar, obviamente-, le pida hoy a este santo ser liberado, por su intercesión, de males peores que una carraspera, una disfonía, una faringitis o cualquier otro, por grave que parezca.

“Por intercesión de San Blas, Obispo y Mártir, me libre de Dios de todo mal de la garganta…
De la mentira, que desacraliza la palabra, poniéndola al servicio de mis propios interesas, y no de la verdad…
De la difamación y de la calumnia, que transforman mi garganta en una fuente de conflictos y disensiones, y destruyen la fama y la reputación del hermano…
De la vanagloria, con la que me atribuyo como si fueran míos los méritos que solo pertenecen al Creador…
De la queja y el rezongo estéril, que me deja el corazón triste y el mundo peor de lo mal que ya estaba…
De las ironías hirientes y de los modos bruscos en el tratar y en el corregir, que en lugar de alegrar al prójimo y ayudarlo a mejorar, lo deprimen e irritan...
De los chistes groseros y de doble sentido, y las malas palabras, que expresan y favorecen la frivolidad y la estupidez, y alejan mi corazón de los bienes espirituales…”

2 comentarios:

  1. muy bueno Leandro!!! igualm no veo xq no utilizarlos enla liturgia, al fin y al cabo en las preces dice "con estas u otras palabras semejantes"... pero más allá de eso q va y viene: sería bueno hacer uan oración pidiendo a S Blas los dones que da una 'buena salud de garganta'... te animás?!! pq no quede solo en los males a evitar sino en las virtudes a crecer p la gloria de Dios!! BENDICIONES!!! Y GRACIAS! no había entrado nunca a tu blog! GONZALO

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  2. SI TE PARECE TE PASO ESTE Y COMPLETO LO BUENO Q YA HICISTE!

    “Por intercesión de San Blas, Obispo y Mártir, me libre Dios de todo mal de la garganta…
    De la mentira, que desacraliza la palabra, poniéndola al servicio de mis propios interesas, y no de la verdad…
    De la difamación y de la calumnia, que transforman mi garganta en una fuente de conflictos y disensiones, y destruyen la fama y la reputación del hermano…
    De la vanagloria, con la que me atribuyo como si fueran míos los méritos que solo pertenecen al Creador…
    De la queja y el rezongo estéril, que me deja el corazón triste y el mundo peor de lo mal que ya estaba…
    De las ironías hirientes y de los modos bruscos en el tratar y en el corregir, que en lugar de alegrar al prójimo y ayudarlo a mejorar, lo deprimen e irritan...
    De los chistes groseros y de doble sentido, y las malas palabras, que expresan y favorecen la frivolidad y la estupidez, y alejan mi corazón de los bienes espirituales…

    De la fe descomprometida que alaba Dios en la Iglesia, que lo busca en las dificultades pero que se avergüenza de hablar de Él en la vida cotidiana, entre la familia y los amigos…
    Del mal de la desesperanza que no busca palabras de aliento para el que las precisa y que se olvida de alabar a Dios con la garganta y el corazón cuando recibe sus bendiciones…

    Por la intercesión de San Blas, Obispo y Mártir, me libre Dios de todo mal de la garganta… y nos conceda todo bien…
    El bien de la palabra de Dios memorizada por lectura continua, repetición memorizada con dulzura, de la Palabra que ha hecho casa en el corazón y lo va siendo en la vida.
    El bien decir de Dios sobre los demás deseando con palabras y obras concretas las bendiciones sobre los que nos hacen la vida difícil y con los que no hemos encontrado todavía la paz.
    El bien de la esperanza activa que proclama con la boca y a alaba a Dios entre las amistades y la familia.
    El bien de la boca que se compromete con la verdad, en el orden público opina, en las instituciones piensa como cristiano, en el debate aprende a escuchar y opina con simpleza según su parecer sin imponer su verdad.
    El bien de una fe firme profesada con alegría en la Iglesia los domingos, anunciada en la calle durante el trabajo y las vacaciones, concreta a la hora de comprometerse con el que precisa una mano.
    El bien de una sonrisa sincera y la palabra justa para el que ha perdido la esperanza o para el que vive enojado con la vida.
    El bien de las palabras sinceras y no hirientes que sabe aconsejar y corregir sin hacer perder la esperanza de la posibilidad de cambiar y ser mejores.
    El bien de las frases simples y gentiles: por favor, gracias, disculpe, permiso, perdón.

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