Ya es ley en Argentina el "matrimonio" homosexual. Me duele profundamente. Me duele el odio con el que algunos senadores y muchos medios de comunicación han tratado a la Iglesia. Me duele la mentira disfrazada de verdad, me duele el imperio del relativismo, que conducirá a nuestra amada Nación en un caos.
Se ha legislado de espaldas a la verdad. Se ha despreciado el "orden natural". Se ha negado absolutamente su existencia o se ha atribuido ese concepto a épocas oscuras de la historia, ya superadas.
Entonces, ya todo es posible. Si nuestro Parlamento puede -despreciando la evidencia racional y el sentido común- manipular el concepto de matrimonio y de familia, ¿por qué habría de detenerse ante el de persona humana, y su derecho a la vida? Otras leyes, más perversas aún -si es que puede afirmarse- están a la puerta, convencidas ya casi de su aprobación.
No nos desanimemos. No pensemos que todo el esfuerzo puesto en defender la familia ha sido en vano. No. Por más que el Código Civil asuma la mentira en lugar de la verdad, la familia, tal como ha sido pensada por Dios en su proyecto creador, es la esperanza de la humanidad, y de nuestra Argentina.
No podrán destruirnos. Este tiempo nos ha servido para darnos cuenta de que debemos defender nuestras convicciones. De que debemos participar. De que no debemos tener miedo a la violencia verbal, a la discriminación ni - si sobrevinieran- a los padecimientos físicos.
Sigamos educando en la Verdad. Custodiemos la conciencia de nuestros niños del error y de las tinieblas. Sigamos enseñando a nuestros niños y jóvenes la maravilla de la familia, la maravilla del plan de Dios. Sigámosle mostrando que los hijos son el fruto del amor y de la entrega mutua entre un varón y una mujer. Sólo la Verdad nos hace libres.
En el Evangelio de hoy Jesús nos dice: "Vengan a mí los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré". En tí, Señor de la Historia, encontramos descanso. Sabemos que has vencido y que vencerás, sabemos que el Amor y la Verdad tendrán la última palabra. Esperamos confiados.
¡Sagrada Familia de Nazaret, ruega por nosotros!
Una vez más la soberbia, la trampa y el hambre de poder de este gobierno, ha triunfado en nuestro país. La familia sigue siendo atacada y lo seguirá siendo. Pero nosotros hemos luchado, tal vez no lo suficiente, pero no son horas para bajar los brazos, sino al contrario, seguir manifestando la Verdad de Cristo, seremos luz del mundo cueste lo que cueste, sólo con la gracia de Dios. Se dice que, "cada país tiene lo que se merece", reflexionemos entonces, como hijos de Dios y de esta Patria, en qué estamos fallando y en qué debemos mejorar. Cuando somos débiles, el mal se hace fuerte, pero también, es por medio del dolor que nace la vida. Pidamos las fuerzas necesarias a nuestro Señor y a la Santísima Virgen para seguir dando la Vida en este mundo donde se han perdido los valores, donde reina el egoísmo y la falta de amor verdadero. Curemos nuestras almas de todo pecado y seremos fuertes para SEGUIR luchando por el bien común, por nuestros hijos, por la vida, por la VERDAD.
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