martes, 11 de mayo de 2010

Por qué decimos NO al matrimonio homosexual

Hay cientos de artículos en internet, mucho mejores que este... 
Recomiendo vivamente el sitio www.esposiblelaesperanza.com  con decenas de artículos escritos por expertos de todo el mundo, y sobre todo, con una mirada muy esperanzada sobre las personas que sufren una atracción hacia personas del mismo sexo.
Lo que puedo "agregar" yo es una mirada desde el sentido común, desde la vida cotidiana en una parroquia de barrio de Paraná. Vaya mi intento.



En los últimos días en nuestro país ha recibido media sanción la “Ley de Matrimonio homosexual”. ¿Qué valoración podemos hacer desde la fe y la recta razón sobre esta iniciativa?.
Con asombro he podido escuchar que algunos católicos asumen una actitud relativista, con expresiones como “los tiempos cambian”, “hay que ser tolerantes, no somos quien para juzgar a los demás” o incluso “la Iglesia tiene que modernizarse”

La Iglesia, Madre y Maestra.
Para alguien que cree en Jesús y que se siente parte de la Iglesia Católica, no hay duda: la homosexualidad es contraria a la naturaleza humana. El Catecismo de la Iglesia Católica expresa con claridad la doctrina de siempre.
La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que ‘los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados’ (CDF, decl. "Persona humana" 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.
Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.”
La Iglesia manifiesta la misma actitud de Jesús: condena clara, contundente, del pecado; caridad, compasión y comprensión hacia el hombre concreto. No son cristianas, por eso, las actitudes de violencia, desprecio o ridiculización que tantas veces se utilizan para la condición homosexual.
Cuando la Iglesia señala la malicia de los actos homosexuales, no falta al amor: al contrario, al anunciarles la verdad les muestra el camino de su auténtica libertad.

¿Ciencia vs. Religión?
Otros piensan que este es un pensamiento “oscurantista”, “retrógrado”. Que la ciencia y la psicología moderna han dejado de considerar la homosexualidad como una enfermedad o desviación, y la ha admitido como una de las posibles formas de vivir la sexualidad.
Ante esto es bueno saber que la homosexualidad dejó de inscribirse en el catálogo de las patologías por una fuerte -e incluso violenta- presión de activistas de la causa gay.
El psiquiatra holandés GERARD J.M. VAN DE AARDWEG, en una artículo publicado por el sitio web chileno HUMANITAS (http://humanitas.cl/html/biblioteca/articulos/d0341.html) presenta argumentos contundentes sobre la coincidencia de los datos de la ciencia y las enseñanzas de la Iglesia. “Un enfoque correcto de los datos de la experiencia,(...)llevan siempre a concluir que la antropología católica está en perfecta correspondencia con las conclusiones de los estudios científicos sobre la realidad del hombre.”
Con más de treinta años de experiencia en el tema, explica y fundamenta que “existe una estrecha correlación existente entre la tendencia homosexual y una estructura emotiva neurótica.” “El carácter neurótico de la vida emotiva de los homosexuales se observa en rasgos inmaduros, infantiles o pueriles presentes en su vida psíquica. No han logrado superar determinadas perturbaciones de crecimiento detectadas en la infancia o la pubertad. Esto resulta claro si se considera el carácter de pesadumbre y deseo no satisfecho propio de la homosexualidad. Es un deseo obsesivo, comparable con las ideas obsesivas a las cuales se encuentra sujeto un neurótico obsesivo-compulsivo. Precisamente por este motivo los homosexuales cambian continuamente de pareja y sus contactos sexuales son tan despersonalizados.”
Su conclusión es clara: la homosexualidad es una desviación, una enfermedad psicológica. Es algo malo, contrario al orden natural -como toda enfermedad-.

Relaciones esencialmente inestables
VAN DE AARDWEG demuestra con datos estadísticos la inestabilidad de los vínculos homosexuales. “El “matrimonio” homosexual es un mito. Durante 35 años de tratamiento psicoterapéutico de personas con problemas de homosexualidad, nunca me he enterado de una sola relación homosexual que haya durado años y pueda considerarse una relación normal, adulta. Existen ciertamente casos excepcionales de lazos de amistad que han durado años entre “compañeros” homosexuales, pero en ellos no se puede ni siquiera hablar de cohabitación duradera o fidelidad. Son relaciones caracterizadas por tensiones, celos, dependencia adolescente, fenómenos neuróticos de atracción-repulsión, etc” En la relación homosexual el concepto de “fidelidad” - tan esencial al concepto de matrimonio- es muy débil: “Otro estudio realizado en Holanda sobre parejas homosexuales “fijas” muestra que el promedio de contactos con otros compañeros comenzaba en 2,5 el primer año para llegar a 11 en el sexto año.” Un estudio publicado por la Universidad de Oxford, sostiene que la perdurabilidad promedio de una pareja homosexual dura entre un año y medio y tres.
En resumen: las estudios muestran que, como regla general -a la cual hay excepciones aisladas-, en las parejas homosexuales no hayunidad” ni “fidelidad”; No hay perdurabilidad razonable en el tiempo, ni hay fecundidad -capacidad de procrear-. La unión de personas del mismo sexo carece, en la mayoría de los casos, de las notas esenciales del matrimonio.

Las consecuencias pedagógicas de la ley
Quiero destacar uno de los aspectos más negativos de la aprobación de esta Ley: su impacto pedagógico. Por que una ley no sólo impone castigos a los que la infringen; se supone que la Ley señala el bien para el hombre. La Ley educa, enseña.
Si esta Ley se llega a aprobar, a nuestros niños -a tus hijos, nietos, sobrinos- les van a enseñar en la escuela que da lo mismo casarse con alguien de otro sexo que con alguien del mismo. Le van a enseñar que la homosexualidad es tan válida como la heterosexualidad: dos maneras de expresarse igualmente legítimas.
Esto es tan grave y nocivo para los niños y jóvenes, que entidades que nada tienen que ver con la Iglesia se oponen a esta enseñanza sexual. Por citar un ejemplo:
En el mes de Abril el Colegio de Pediatras de EEUU envió una informe a todas las escuelas del país, advirtiendo de los riesgos de una educación basada en la “ideología del género”. Lo hizo en contra de la política oficial del gobierno de Obama, y sustentada en algunas afirmaciones muy importantes:
-La homosexualidad no es una característica determinada genéticamente ni imposible de cambiar.
-La atracción homosexual está determinada por una combinación de influencias familiares, ambientales, sociales y biológicas. La atracción homosexual se puede cambiar.
-De los pocos alumnos con atracción del mismo sexo, la mayoría (más del 85%) adoptarán finalmente una orientación heterosexual si no se alienta lo contrario.
-Declarar y validar la atracción por el mismo sexo en los años adolescentes es prematuro y personalmente dañino.
-En muchos jóvenes, la atracción homosexual se desarrolla debido a experiencias traumáticas o negativas, como el abuso sexual. Estos estudiantes necesitan terapia para el trauma y no la afirmación de una "identidad gay". 

Una palabra sobre la adopción.
Creo que no hacen falta más argumentos: queda muy claro que una “familia” formada por una pareja homosexual no es un ámbito adecuado para que un niño crezca y se desarrolle.
Algunos alegan que no se puede “discriminar” a las personas de condición homosexual, privándolas del derecho a adoptar. El Catecismo nos invitaba, en cambio, a dejar de lado toda forma de “discriminación injusta”. Es decir, hay una forma de discriminación justa, y esa es la que, precisamente, se aplica en este caso.
En realidad, si la Ley se concreta, a quien se estaría discriminando es al niño. Él tiene derecho ser protegido a vivir, educarse y desarrollarse en el seno de una familia donde impere la diversidad de lo masculino y lo femenino porque ambas condiciones son portadoras de talentos diferentes que conforman la personalidad en formación.
Además, conociendo lo inestables que son las parejas homosexuales, entregarlos a ellas es “jugar a la ruleta rusa” con la vida de esas pequeñas personitas.
Pienso, por último, en la indignación que deben sentir los matrimonios estables y bien formados que, desde hace años, y con gran sufrimiento, esperan que una niño les sea dado en adopción.
Quiera Dios que nuestros legisladores no se dejen vencer por las presiones, y que se animen a jugarse por la verdad y el bien. Y que todos los discípulos de Jesús seamos testigos del plan de Dios sobre el hombre y la familia.


4 comentarios:

  1. Hola Padre Leandro!! un gusto de saludarte después de tanto tiempo!!.
    Aunque he leído tu blog ya algunas veces, siempre postergaba lo de saludarte, pero en esta ocasión no solo tengo tiempo, sino que también quería expresarte que estoy totalmente de acuerdo con lo que has expuesto referente a este tema.
    Y es que no solo estoy de acuerdo sino que pienso que sería muy acertado que lo compartieras no sólo en tu blog sino como carta a los medios, a legisladores, al gobierno y a candidatos.
    Por que es evidente que con orar por ellos para que sea Dios quien los guíe en sus decisiones no es suficiente, sino que debemos también mostrarles de todas las maneras que nos sean posibles cuáles son los caminos correctos, ya que tal vez desde su limitada sabiduría vean que lo que hacen es lo mejor para el bien común.
    Pues nada, te dejo un gran abrazo en la distancia, y te cuento que tengo muy buenos recuerdos de los 5 años que compartimos en el Sagrado Corazón, soy Héctor Alejandro Sallovitz.

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  2. Más clarito no se puede pedir...
    Pidamos al Espíritu Santo nos siga iluminado para que la Verdad sea siempre nuestro Camino.
    Ave María...

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  3. Háctor! Qué alegría! Hace unos... 17 años que no tenía noticias tuyas!
    Yo también tengo hormosos recuerdos de la escuela primaria. Sobre todo de tu sentido del humor, "incomprendido" por nuestras serias maestras...
    Me alegra y sorprende que hayas encontrado el blog. Espero podamos vernos pronto. Gracias por tu comentario, no he enviado el artículo a los medios pero sí a los hogares de nuestra parroquia, a través del boletín.
    ¡Que Jesús te guarde en su paz!

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  4. María del Rosario Grimaux19 de mayo de 2010, 15:36

    Padre Leandro: Este genial artículo me ha inspirado para crear en mi facebook un grupo llamado "PARA QUE NUESTROS HIJOS NO CREZCAN EN UNA SOCIEDAD HOMOSEXUAL", cuando vengas a casa te lo enseño.
    Los que tienen su cuenta en facebook pueden buscar este grupo en el buscador y unirse a el y así juntos ser cada vez más los que defendamos al Verdadero Matrimonio.

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