Bueno, hace ya casi dos meses que no ando por estos lados... Si ustedes supieran todo lo que ha sucedido en estos 60 días: muchos acontecimientos visibles, muchos otros que han transcurrido en el interior y han tenido solo al Señor como testigo.
Hoy es un poco tarde, pero una conversación que tuve hace un par de horas con una familia de mi comunidad, me impulsó a no demorar más una entrada sobre un asunto sobre el que hace ya un tiempo quería escribir. Esta familia, muy cercana y de un compromiso con Jesús muy firme, me contó, como al pasar, que habían viajado a ..... ¡a participar de los corsos! La conversación iba por otro rumbo, era tarde, y la sola mención de este tema depierta en mi interior una serie de pensamientos y recuerdos que no me permiten pensar con total fluidez. Así que dejé la corrección fraterna para un momento más oportuno. Sólo pude sentir un dolor en lo profundo de mi corazón y pensar "perdónalos, porque no saben lo que hacen"...
Y vino a mi mente, de manera inmediata, la homilía que hice en mi pequeño pueblo, Primero de Mayo, el 26 y 27 de enero de 2008, homilía que me costó perder bastante de mi buena fama en toda la comarca mayense y sus alrededores, el saludo de muchos amigos de siempre, y algunas cosas más...
Releyendo la homilía, con la perspectiva que da el tiempo, y asistiendo a la degradación cada vez más veloz de nuestra cultura, vuelvo a repetir, con toda certeza y claridad: participar de los corsos, tal como son hoy, es objetivamente un pecado. Los corsos en sí mismos, tal como se promocionan hoy, son una realidad de pecado.
Distinta es la cuestión de si todos los que van pecan: muchos lo hacen por ignorancia, o porque han perdido el sentido del pecado, o porque habiendo aceptado ya otras realidades pecaminosas como buenas, el participar de ese espectáculo denigrante no les significa nada.
Por eso publico hoy la homilía, sin omitir nada de lo que dije en aquel entonces. Podría añadir más elementos o argumentos, pero me los reservo para responder los comentarios de los lectores que quizá no estén de acuerdo.
Para quienes no estuvieron presentes o no sabían nada del asunto, les pido que no se olviden que fue una homilía, dicha en un contexto bien concreto, con unos destinatarios bien reales: los católicos de Primero de Mayo que asisten habitualmente a la Misa Dominical. Primero de Mayo fue un pueblo con una fervorosa vida de fe y un altísimo nivel de participación en la vida de la Iglesia, hasta no hace tanto. Eso explica la fuerza de varias expresiones.
No pretendo que me entiendan los activistas de la causa Gay, los propulsores de la pornografía ni Tinelli y su troupe, y sus seguidores... Sí pretendía y pretendo que me pudieran comprender al menos los cristianos que semana tras semana se alimentan de la carne del Cordero inmolado por nuestros pecados...
Bueno, basta de introducción. Acepto y espero comentarios. Sólo aclaro que en este blog los mismos se publican sólo después de que yo los apruebo, ya que me reservo el derecho de mantener un nivel en el lenguaje, los contenidos, etc. Invito a quienes quieran comentar, y que tal vez tengan puntos de vistas distintos o se sientan tocados, que lo hagan con argumentos, y no con ataques al estilo: "qué hablan los curas, mira lo que pasó con monseñor Storni" o "qué opinás vos, si cuando eras chiquito robabas mandarinas". El mensaje de Jesús tiene mensajeros muy indignos, pero sepan que, a pesar de nosotros -y parafraseando una célebre frase del acutal DT de la selección-, "la Verdad no se mancha".
Aquí va la homilía. Bendiciones!!!
Texto completo de la homilía
Queridos hermanos:
1. El evangelio de San Mateo nos narra hoy el inicio del ministerio público de Jesús. En pocas oraciones, traza como una síntesis de toda su actividad. Nos lo muestra recorriendo diversas regiones, predicando la llegada del Reino de Dios, y realizando numerosos milagros que certificaban su misión divina.
Con la llegada del Señor, se cumple la profecía de Isaías: “el pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz”. El mismo Señor se llamará a sí mismo, en el Evangelio de Juan “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, no caminará en tinieblas”
El Evangelio continúa narrándonos el llamado de los primeros discípulos. Jesús se acerca a estos hombres sencillos, y les dirige una palabra directa, ineludible, una palabra que dividiría sus vidas en un antes y un después: “Sígueme”. Estos hombres simples fueron capaces de seguir al Señor. Atraídos por su figura, movidos por la atracción que la gracia ejercía en su corazón, se pusieron en camino. A partir de entonces sus vidas se unieron definitivamente a Jesús. Solo un momento de vacilación durante la Pasión los apartaría de Él, y poco tiempo después volvieron.
2. Pero para poder seguir a Jesús, ellos debieron “dejar la barca y a su padre”. Elegir seguir a Cristo, necesariamente implica renuncias, dejar cosas, optar. Volviendo a la imagen anterior, seguir a Cristo implica renunciar a todo lo que es oscuridad, a todo lo que es pecado. Solo de este modo, rechazando toda oscuridad, podremos ser “pescadores de hombres”, podremos ser luz para nuestros hermanos que están en la oscuridad.
Lamentablemente nuestro tiempo se caracteriza por la pérdida del sentido del pecado. Muchas veces se acepta hoy, incluso en personas cristianas, comportamientos, actitudes, que claramente se oponen a la luz del Evangelio. Se aceptan como válidas conductas que se oponen diametralmente al sentido del hombre, a la dignidad de su cuerpo, al verdadero sentido de la sexualidad.
3. Hoy, queridos hermanos, quisiera que reflexionáramos juntos sobre una realidad que poco a poco ha entrado en la conducta de nuestro Primero de Mayo, y que se ha transformado, tristemente, en una de sus “atracciones”. Me refiero a los corsos. Hoy quisiera pedirle a Jesús que todos comprendamos que no se puede seguir a Jesús y participar, asistir o aprobar la perversa costumbre de los corsos. Hoy quiero pedirle a Jesús que nos demos cuenta, todos, de que los corsos son una realidad pecaminosa, de que es pecado participar o apoyar, porque este espectáculo contradice directamente el sexto y el noveno mandamiento de la ley de Dios. Y que debemos optar: no podemos venir a Misa y participar de los corsos. Mucho menos podemos comulgar el cuerpo y la Sangre de Jesús, y participar de este espectáculo degradante.
Soy conciente de que estas palabras pueden despertar asombro, o incluso rechazo. Asumo con todas sus consecuencias lo que voy a decir, como parte de mi deber de anunciar la verdad. No me ordené sacerdote para agradar, para caer simpático, sino para servir a Jesús y anunciar su verdad. No quiero juzgar a las personas, ni condenar: solo iluminar con la verdad de Jesús esta triste realidad, pidiendo al Señor para que todos los que se hallan en el error encuentren la verdad.
4. ¿Por qué estoy diciendo que los corsos son una realidad de pecado?
En primer lugar, quiero recordar que estos corsos, como se han ido desarrollando en los últimos años, no tienen nada que ver con nuestra cultura argentina. A partir de la década del 80, y bajo la influencia de los aberrantes carnavales de Río de Janeiro, se ha ido generando desde nuestra provincia un fenómeno cada vez más vasto, con una marcada influencia afro-brasileras, totalmente ajena a nuestro folklore y tradiciones, tanto criollas como de los inmigrantes que enriquecieron nuestra nación. Por lo tanto no puede aducirse, de ninguna manera, que estos espectáculos son un evento cultural: nada tienen que ver con nuestra identidad.
En segundo lugar, debemos aclarar que, aun en el caso que fueran un fenómeno que corresponda a nuestra cultura, nunca el pecado, la degradación queda legitimado. Porque la cultura no puede ir al margen del verdadero bien del hombre, de su verdadera dignidad. Un evento cultural no es tal si conduce al hombre al pecado.
5. Pero vayamos al corazón del conflicto. Decíamos que los corsos se oponen directamte al sexto y al noveno mandamiento: “No cometerás actos impuros” y “No desearás la mujer de tu prójimo” Cuando Jesús, en el Sermón de la montaña, llevó a su plenitud los diez mandamientos, agregó “Yo les aseguro que el que mira a una mujer, deseándola en su corazón, comete adulterio”. Con solo mencionar estas tres afirmaciones tan claras de la Escritura, el problema queda definido.
El espectáculo de los corsos, queridos hermanos, pone como principal foco de atención el cuerpo desnudo o semidesnudo de hombres y mujeres, pero sobre todo de las mujeres. No debemos mirar, pero si nos sorprende alguna filmación de algún carnaval, por ejemplo, nos daremos cuenta inmediatamente hacia donde apuntan los primeros planos de las cámaras: hacia los órganos sexuales de hombres y mujeres.
Esos cuerpos no sólo se transforman en objeto de deseo por estar desnudos o semidesnudos, sino sobre todo porque los pasos, la manera de bailar que se utilizan en los corsos son claramente sensuales y provocativos, apuntan a despertar la pasión de aquellos que los miran. Porque naturalmente el hombre y la mujer sienten atracción por el otro sexo: pero esta atracción tiene su lugar natural, en el plan de Dios, sólo en el matrimonio.
En los corsos, como en tantos otros espectáculos de nuestro tiempo, el placer sexual se busca como una fin en sí mismo, desvinculado del respeto y del amor a la otra persona. En este tipo de espectáculo, se despiertan los más bajos impulsos de la persona humana, lo más de animal que hay en ella. Hermanos, debemos ser realistas: cualquier varón sano psicológicamente no puede dejar de excitarse y desordenarse sexualmente al ver a una mujer contoneando su cuerpo semidesnudo, salvo que haya llegado a tal punto de degradación que ya sea incapaz de sentir esta atracción.
6. Los corsos son, entonces, una forma de pornografía: exponen a la vista de todos la desnudez corporal, que solo debería mostrarse al propio esposo o esposa. La persona que mira deseando en su corazón utiliza a otra persona como un objeto de placer. Esto desencadena, inevitablemente, una torrente de malos pensamientos, de malos deseos, y de malas acciones, de actos impuros. Mirar es ya una forma de infidelidad, pero todo esto puede conducir también a las relaciones sexuales prematuras o irresponsables, al adulterio, a la masturbación, etc. Como una simple anécdota, me tocó estar como diácono y sacerdote en dos ciudades donde el corso era ya costumbre. En ambas se hablaba de la cantidad inusual de nacimientos que se registraban, casualmente, nueve meses después de los corsos. Y recuerdo la reflexión de un hombre simple, en una misión: “¿cómo no va a haber embarazos, si bailan todos juntos, desnudos?”
Participar en los corsos, al fin y al cabo, es una forma de prostitución. Prostituirse es ofrecer el propio cuerpo, a cambio de dinero, para que otra persona que no nos ama obtenga placer sexual. El varón o la mujer que se desnudan en el corso se prostituyen. No hay tal vez un contacto físico, pero sabemos que mirar es también una manera de tocar, de aferrar, de poseer.
7. El clima en el cual se viven en esos días, allí donde los corsos se han hecho ya habituales - y en menor medida, donde se realicen- es de una excitación y exaltación de los malos deseos. Con frases como estas se promocionan los carnavales de Entre Ríos: “La noche se transforma en un espacio de expresión y liberación tanto para los lugareños como para los visitantes.” Y también “les permiten sentir, experimentar y encarnar el sentido del carnaval: liberación de las ataduras culturales y sociales que organizan y modalizan la vida cotidiana.” Abundan en la presentación del espectáculo la palabra seducción, provocación, etc. No es extraño, entonces, que en Gualeguaychú exista un trafico de personas muy organizado, con redes de prostitución infantil que explotan a adolescentes y jóvenes como objetos de placer.
Todo ellos junto a la venta de alcohol indiscriminada y al consumo de drogas que ayudan a desinhibirse, generando un ambiente de descontrol absoluto.
8. La fe cristiana nos invita a ser realistas, a no ser ingenuos, a asumir la realidad del pecado original y vivir concientes de ellas. No podemos jugar con la vida de la gracia. No podemos pretender caminar entre las llamas sin quemarnos. Exponernos sin necesidad a caer en pecado mortal es ya un pecado que nos aparta del Señor.
Alguien puede decir, quizá sobre todo algunas mujeres: “¡Pero yo no siento nada de esto, yo voy a admirar la belleza de los trajes y la preparación de las carrozas!”. Nosotros sabemos, queridos hermanos, que el cristiano nunca puede cooperar con el mal, nunca puede participar en una acción en la cual otras personas ofendan gravemente a Dios, sin pecar ellas mismas .Si vos no sentís nada malo, pero vas, estás contribuyendo con tu entrada a que ese espectáculo crezca, estás apoyando toda esa degradación, te estás haciendo cómplice de sus pecados. Además, estás dando mal ejemplo a otras personas: hermanos, hijos, nietos, padres, amigos. Por eso también es un pecado grave.
9. Toda la predicación cristiana sobre la castidad tiene un sentido muy profundo. El pecado de la lujuria no solo nos desordena como personas, sino que sobre todo nos aleja de Dios, nos vuelve carnales, incapaces de elevarnos hacia el creador. Para el lujurioso el misterio de Dios, su presencia en la Eucaristía, la belleza de la oración, permanecen impenetrables: su corazón está totalmente vuelto hacia la carne, endurecido para Dios y para las cosas de Dios. Será por eso que en nuestro pueblo, la tarde misma en que sepultaron a nuestro párroco, se realizaron los carnavales como si nada hubiera pasado, y muchos vecinos y cristianos participaron de ellos: hasta tanto llega la dureza del corazón.
En los primeros siglos de la historia de la Iglesia las personas solían bautizarse de adultos. Para ellos el Bautismo significaba un corte efectivo con todo pecado, con toda la realidad del pecado. En las antiguas fórmulas litúrgicas de la renuncia bautismal el nuevo cristiano profesa su intención de apartarse de aquellas diversiones normales del mundo, que eran deshonestas y escandalosas.
10. Queridos hermanos: hoy Jesús nos dice a nosotros: “Sígueme”. Ojalá que nuestra disposición interior sea la misma que tuvieron estos humildes pescadores. Ojalá seamos capaces de renunciar a todo lo malo.
Pero Jesús nos dice también “Quiero que seas mi luz en medio de la oscuridad. El mundo está en tinieblas, muchas personas están en las tinieblas, ayúdame a alumbrarlo con la luz de la verdad y el bien”.
¿Qué le responderemos al Señor? ¿Llevaremos esta luz a nuestras familias, a nuestro círculo de amigos? ¿O nos callaremos por cobardía, por miedo a que nos tachen de conservadores, de atrasados, o que se rían de nosotros?
Y no olvidemos: no podemos tener el corazón dividido, no podemos participar de la mesa del Señor y participar de los corsos. Si estamos dispuestos a vivir así, acerquémonos a comulgar. De lo contrario, estaremos dando a Jesús el beso traidor de Judas, lo estaremos vendiendo nuevamente.
Que la Inmaculada, la madre de la Pureza cristiana, a quien el Cura Brochero con tantos otros llamaron “La Purísima” nos anime a seguir en este camino.
Hoy es un poco tarde, pero una conversación que tuve hace un par de horas con una familia de mi comunidad, me impulsó a no demorar más una entrada sobre un asunto sobre el que hace ya un tiempo quería escribir. Esta familia, muy cercana y de un compromiso con Jesús muy firme, me contó, como al pasar, que habían viajado a ..... ¡a participar de los corsos! La conversación iba por otro rumbo, era tarde, y la sola mención de este tema depierta en mi interior una serie de pensamientos y recuerdos que no me permiten pensar con total fluidez. Así que dejé la corrección fraterna para un momento más oportuno. Sólo pude sentir un dolor en lo profundo de mi corazón y pensar "perdónalos, porque no saben lo que hacen"...
Y vino a mi mente, de manera inmediata, la homilía que hice en mi pequeño pueblo, Primero de Mayo, el 26 y 27 de enero de 2008, homilía que me costó perder bastante de mi buena fama en toda la comarca mayense y sus alrededores, el saludo de muchos amigos de siempre, y algunas cosas más...
Releyendo la homilía, con la perspectiva que da el tiempo, y asistiendo a la degradación cada vez más veloz de nuestra cultura, vuelvo a repetir, con toda certeza y claridad: participar de los corsos, tal como son hoy, es objetivamente un pecado. Los corsos en sí mismos, tal como se promocionan hoy, son una realidad de pecado.
Distinta es la cuestión de si todos los que van pecan: muchos lo hacen por ignorancia, o porque han perdido el sentido del pecado, o porque habiendo aceptado ya otras realidades pecaminosas como buenas, el participar de ese espectáculo denigrante no les significa nada.
Por eso publico hoy la homilía, sin omitir nada de lo que dije en aquel entonces. Podría añadir más elementos o argumentos, pero me los reservo para responder los comentarios de los lectores que quizá no estén de acuerdo.
Para quienes no estuvieron presentes o no sabían nada del asunto, les pido que no se olviden que fue una homilía, dicha en un contexto bien concreto, con unos destinatarios bien reales: los católicos de Primero de Mayo que asisten habitualmente a la Misa Dominical. Primero de Mayo fue un pueblo con una fervorosa vida de fe y un altísimo nivel de participación en la vida de la Iglesia, hasta no hace tanto. Eso explica la fuerza de varias expresiones.
No pretendo que me entiendan los activistas de la causa Gay, los propulsores de la pornografía ni Tinelli y su troupe, y sus seguidores... Sí pretendía y pretendo que me pudieran comprender al menos los cristianos que semana tras semana se alimentan de la carne del Cordero inmolado por nuestros pecados...
Bueno, basta de introducción. Acepto y espero comentarios. Sólo aclaro que en este blog los mismos se publican sólo después de que yo los apruebo, ya que me reservo el derecho de mantener un nivel en el lenguaje, los contenidos, etc. Invito a quienes quieran comentar, y que tal vez tengan puntos de vistas distintos o se sientan tocados, que lo hagan con argumentos, y no con ataques al estilo: "qué hablan los curas, mira lo que pasó con monseñor Storni" o "qué opinás vos, si cuando eras chiquito robabas mandarinas". El mensaje de Jesús tiene mensajeros muy indignos, pero sepan que, a pesar de nosotros -y parafraseando una célebre frase del acutal DT de la selección-, "la Verdad no se mancha".
Aquí va la homilía. Bendiciones!!!
Texto completo de la homilía
Queridos hermanos:
1. El evangelio de San Mateo nos narra hoy el inicio del ministerio público de Jesús. En pocas oraciones, traza como una síntesis de toda su actividad. Nos lo muestra recorriendo diversas regiones, predicando la llegada del Reino de Dios, y realizando numerosos milagros que certificaban su misión divina.
Con la llegada del Señor, se cumple la profecía de Isaías: “el pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz”. El mismo Señor se llamará a sí mismo, en el Evangelio de Juan “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, no caminará en tinieblas”
El Evangelio continúa narrándonos el llamado de los primeros discípulos. Jesús se acerca a estos hombres sencillos, y les dirige una palabra directa, ineludible, una palabra que dividiría sus vidas en un antes y un después: “Sígueme”. Estos hombres simples fueron capaces de seguir al Señor. Atraídos por su figura, movidos por la atracción que la gracia ejercía en su corazón, se pusieron en camino. A partir de entonces sus vidas se unieron definitivamente a Jesús. Solo un momento de vacilación durante la Pasión los apartaría de Él, y poco tiempo después volvieron.
2. Pero para poder seguir a Jesús, ellos debieron “dejar la barca y a su padre”. Elegir seguir a Cristo, necesariamente implica renuncias, dejar cosas, optar. Volviendo a la imagen anterior, seguir a Cristo implica renunciar a todo lo que es oscuridad, a todo lo que es pecado. Solo de este modo, rechazando toda oscuridad, podremos ser “pescadores de hombres”, podremos ser luz para nuestros hermanos que están en la oscuridad.
Lamentablemente nuestro tiempo se caracteriza por la pérdida del sentido del pecado. Muchas veces se acepta hoy, incluso en personas cristianas, comportamientos, actitudes, que claramente se oponen a la luz del Evangelio. Se aceptan como válidas conductas que se oponen diametralmente al sentido del hombre, a la dignidad de su cuerpo, al verdadero sentido de la sexualidad.
3. Hoy, queridos hermanos, quisiera que reflexionáramos juntos sobre una realidad que poco a poco ha entrado en la conducta de nuestro Primero de Mayo, y que se ha transformado, tristemente, en una de sus “atracciones”. Me refiero a los corsos. Hoy quisiera pedirle a Jesús que todos comprendamos que no se puede seguir a Jesús y participar, asistir o aprobar la perversa costumbre de los corsos. Hoy quiero pedirle a Jesús que nos demos cuenta, todos, de que los corsos son una realidad pecaminosa, de que es pecado participar o apoyar, porque este espectáculo contradice directamente el sexto y el noveno mandamiento de la ley de Dios. Y que debemos optar: no podemos venir a Misa y participar de los corsos. Mucho menos podemos comulgar el cuerpo y la Sangre de Jesús, y participar de este espectáculo degradante.
Soy conciente de que estas palabras pueden despertar asombro, o incluso rechazo. Asumo con todas sus consecuencias lo que voy a decir, como parte de mi deber de anunciar la verdad. No me ordené sacerdote para agradar, para caer simpático, sino para servir a Jesús y anunciar su verdad. No quiero juzgar a las personas, ni condenar: solo iluminar con la verdad de Jesús esta triste realidad, pidiendo al Señor para que todos los que se hallan en el error encuentren la verdad.
4. ¿Por qué estoy diciendo que los corsos son una realidad de pecado?
En primer lugar, quiero recordar que estos corsos, como se han ido desarrollando en los últimos años, no tienen nada que ver con nuestra cultura argentina. A partir de la década del 80, y bajo la influencia de los aberrantes carnavales de Río de Janeiro, se ha ido generando desde nuestra provincia un fenómeno cada vez más vasto, con una marcada influencia afro-brasileras, totalmente ajena a nuestro folklore y tradiciones, tanto criollas como de los inmigrantes que enriquecieron nuestra nación. Por lo tanto no puede aducirse, de ninguna manera, que estos espectáculos son un evento cultural: nada tienen que ver con nuestra identidad.
En segundo lugar, debemos aclarar que, aun en el caso que fueran un fenómeno que corresponda a nuestra cultura, nunca el pecado, la degradación queda legitimado. Porque la cultura no puede ir al margen del verdadero bien del hombre, de su verdadera dignidad. Un evento cultural no es tal si conduce al hombre al pecado.
5. Pero vayamos al corazón del conflicto. Decíamos que los corsos se oponen directamte al sexto y al noveno mandamiento: “No cometerás actos impuros” y “No desearás la mujer de tu prójimo” Cuando Jesús, en el Sermón de la montaña, llevó a su plenitud los diez mandamientos, agregó “Yo les aseguro que el que mira a una mujer, deseándola en su corazón, comete adulterio”. Con solo mencionar estas tres afirmaciones tan claras de la Escritura, el problema queda definido.
El espectáculo de los corsos, queridos hermanos, pone como principal foco de atención el cuerpo desnudo o semidesnudo de hombres y mujeres, pero sobre todo de las mujeres. No debemos mirar, pero si nos sorprende alguna filmación de algún carnaval, por ejemplo, nos daremos cuenta inmediatamente hacia donde apuntan los primeros planos de las cámaras: hacia los órganos sexuales de hombres y mujeres.
Esos cuerpos no sólo se transforman en objeto de deseo por estar desnudos o semidesnudos, sino sobre todo porque los pasos, la manera de bailar que se utilizan en los corsos son claramente sensuales y provocativos, apuntan a despertar la pasión de aquellos que los miran. Porque naturalmente el hombre y la mujer sienten atracción por el otro sexo: pero esta atracción tiene su lugar natural, en el plan de Dios, sólo en el matrimonio.
En los corsos, como en tantos otros espectáculos de nuestro tiempo, el placer sexual se busca como una fin en sí mismo, desvinculado del respeto y del amor a la otra persona. En este tipo de espectáculo, se despiertan los más bajos impulsos de la persona humana, lo más de animal que hay en ella. Hermanos, debemos ser realistas: cualquier varón sano psicológicamente no puede dejar de excitarse y desordenarse sexualmente al ver a una mujer contoneando su cuerpo semidesnudo, salvo que haya llegado a tal punto de degradación que ya sea incapaz de sentir esta atracción.
6. Los corsos son, entonces, una forma de pornografía: exponen a la vista de todos la desnudez corporal, que solo debería mostrarse al propio esposo o esposa. La persona que mira deseando en su corazón utiliza a otra persona como un objeto de placer. Esto desencadena, inevitablemente, una torrente de malos pensamientos, de malos deseos, y de malas acciones, de actos impuros. Mirar es ya una forma de infidelidad, pero todo esto puede conducir también a las relaciones sexuales prematuras o irresponsables, al adulterio, a la masturbación, etc. Como una simple anécdota, me tocó estar como diácono y sacerdote en dos ciudades donde el corso era ya costumbre. En ambas se hablaba de la cantidad inusual de nacimientos que se registraban, casualmente, nueve meses después de los corsos. Y recuerdo la reflexión de un hombre simple, en una misión: “¿cómo no va a haber embarazos, si bailan todos juntos, desnudos?”
Participar en los corsos, al fin y al cabo, es una forma de prostitución. Prostituirse es ofrecer el propio cuerpo, a cambio de dinero, para que otra persona que no nos ama obtenga placer sexual. El varón o la mujer que se desnudan en el corso se prostituyen. No hay tal vez un contacto físico, pero sabemos que mirar es también una manera de tocar, de aferrar, de poseer.
7. El clima en el cual se viven en esos días, allí donde los corsos se han hecho ya habituales - y en menor medida, donde se realicen- es de una excitación y exaltación de los malos deseos. Con frases como estas se promocionan los carnavales de Entre Ríos: “La noche se transforma en un espacio de expresión y liberación tanto para los lugareños como para los visitantes.” Y también “les permiten sentir, experimentar y encarnar el sentido del carnaval: liberación de las ataduras culturales y sociales que organizan y modalizan la vida cotidiana.” Abundan en la presentación del espectáculo la palabra seducción, provocación, etc. No es extraño, entonces, que en Gualeguaychú exista un trafico de personas muy organizado, con redes de prostitución infantil que explotan a adolescentes y jóvenes como objetos de placer.
Todo ellos junto a la venta de alcohol indiscriminada y al consumo de drogas que ayudan a desinhibirse, generando un ambiente de descontrol absoluto.
8. La fe cristiana nos invita a ser realistas, a no ser ingenuos, a asumir la realidad del pecado original y vivir concientes de ellas. No podemos jugar con la vida de la gracia. No podemos pretender caminar entre las llamas sin quemarnos. Exponernos sin necesidad a caer en pecado mortal es ya un pecado que nos aparta del Señor.
Alguien puede decir, quizá sobre todo algunas mujeres: “¡Pero yo no siento nada de esto, yo voy a admirar la belleza de los trajes y la preparación de las carrozas!”. Nosotros sabemos, queridos hermanos, que el cristiano nunca puede cooperar con el mal, nunca puede participar en una acción en la cual otras personas ofendan gravemente a Dios, sin pecar ellas mismas .Si vos no sentís nada malo, pero vas, estás contribuyendo con tu entrada a que ese espectáculo crezca, estás apoyando toda esa degradación, te estás haciendo cómplice de sus pecados. Además, estás dando mal ejemplo a otras personas: hermanos, hijos, nietos, padres, amigos. Por eso también es un pecado grave.
9. Toda la predicación cristiana sobre la castidad tiene un sentido muy profundo. El pecado de la lujuria no solo nos desordena como personas, sino que sobre todo nos aleja de Dios, nos vuelve carnales, incapaces de elevarnos hacia el creador. Para el lujurioso el misterio de Dios, su presencia en la Eucaristía, la belleza de la oración, permanecen impenetrables: su corazón está totalmente vuelto hacia la carne, endurecido para Dios y para las cosas de Dios. Será por eso que en nuestro pueblo, la tarde misma en que sepultaron a nuestro párroco, se realizaron los carnavales como si nada hubiera pasado, y muchos vecinos y cristianos participaron de ellos: hasta tanto llega la dureza del corazón.
En los primeros siglos de la historia de la Iglesia las personas solían bautizarse de adultos. Para ellos el Bautismo significaba un corte efectivo con todo pecado, con toda la realidad del pecado. En las antiguas fórmulas litúrgicas de la renuncia bautismal el nuevo cristiano profesa su intención de apartarse de aquellas diversiones normales del mundo, que eran deshonestas y escandalosas.
10. Queridos hermanos: hoy Jesús nos dice a nosotros: “Sígueme”. Ojalá que nuestra disposición interior sea la misma que tuvieron estos humildes pescadores. Ojalá seamos capaces de renunciar a todo lo malo.
Pero Jesús nos dice también “Quiero que seas mi luz en medio de la oscuridad. El mundo está en tinieblas, muchas personas están en las tinieblas, ayúdame a alumbrarlo con la luz de la verdad y el bien”.
¿Qué le responderemos al Señor? ¿Llevaremos esta luz a nuestras familias, a nuestro círculo de amigos? ¿O nos callaremos por cobardía, por miedo a que nos tachen de conservadores, de atrasados, o que se rían de nosotros?
Y no olvidemos: no podemos tener el corazón dividido, no podemos participar de la mesa del Señor y participar de los corsos. Si estamos dispuestos a vivir así, acerquémonos a comulgar. De lo contrario, estaremos dando a Jesús el beso traidor de Judas, lo estaremos vendiendo nuevamente.
Que la Inmaculada, la madre de la Pureza cristiana, a quien el Cura Brochero con tantos otros llamaron “La Purísima” nos anime a seguir en este camino.
Ave María...
ResponderEliminarChan Padre ¡Que temita!!!
Pero que bueno que haya tocado este tema aunque no me trajo buenos recuerdos porque pensamientos como estos me llevó a mi alejamiento de un grupo parroquial de jóvenes en estos últimos años, y no me arrepiento por mi bien espiritual lo creí conveniente (después de rezarlo mucho). Allí con algunos charlábamos de este tema y parecían compartir luego eso me llevó a tener varios "rótulos" que no me dan vergüenza al contrario es un deseo que persigo cada día.
Sin duda que comparto todo lo que dice, hace 10 años me perseguían (si, esa es la palabra perseguían)en mi pueblo para que bailara en los corsos, hasta llegaban a casa con el traje y les decía que NO! por aquel entonces no estaba muy unida al Señor, ni comprometida en mi parroquia, algunas "amigas" se enojaban en fin.
Muchas noches quedaba sola en mi casa porque todos se iban a estos eventos.
Luego entré a un grupo parroquial (1999) y mi camino junto al Señor me dió esos argumentos de que por qué NO. el reedescubrir que somos templo del Espíritu Santo y demás cosas que usted explica claramente me dió fuerza y alegría de lo que Dios me había cuidado sin yo saberlo quizás por entonces.
Por gracia del Buen Dios hace 3 años que no tenemos corso. ¡Sus rezos dieron fruto en este pueblito!
Con cuanto dolor en mi comunidad escolar escuchaba a algunas mamás y niños que eran abusadas luego de asistir a estos eventos, cuantas conversaciones luego por esos días.
Hoy sos de otro planeta si te ruborizás o te incomoda una película con algún contenido no acorde.Algo bueno y querido por Dios (en el matrimonio) se convierte en ese contexto en morbosidad.
Pero a no desesperar y tomando las palabras del Cardenal Bergoglio si queremos ser cristianos pongamos la carne al asador.
Sólo así se que estaremos consolando en algo al corazón de Nuestro Señor. Que la Purísima junto al Buen Dios nos ayude a convertirnos día a día de corazón.
¡Gracias padre por su compartir!
Unidos en Oración y Eucaristía hasta pronto.
Hola Padre! Tengo muy vivo el recuerdo de esta homilía. Tuvo una gran trascendencia temporal y geográfica ¿¿¿Será que hay que jugarse mucho para que todos recuerden lo que dijo el cura en la homilia???
ResponderEliminarEs claro que habrá personas que le retiraron el cariño luego de eso, pero sabe que cuenta con el apoyo de otros muchos que pensamos igual y que rezamos para que desaparezca esta forma de degradación de la persona... y nose si es mi ilusión o si la inflación nos esta jugando a favor en esto, pero los corsos no parecen ser un gran negocio últimamente.
Siga jugandose, porque a otros que estamos un poco solos y somos laicos nos hace falta!
Un gran saludo
Lilian
Gracias Padre Leandro,por exponer sobre este tema en blog, por exponer su homilía. Habla de una manera tan clara sobre lo ofensivo que son esos espectáculos para nuestro Señor. Pensaba, mientras leía, que tal vez las prsonas que se enojaron al escuchar esta verdad, lo leyeran, es decir, leyeran su homilía, que una vez oyeron pero con enojo y tratando de no escuchar, tal vez así tomen conciencia de lo que Jesús les quiere enseñar.
ResponderEliminarDios y Nuestra Sma. Madre, nos ayude a ver con claridad lo bello del amor puro, casto y perfecto que nos enseña Jesús.
Padre, una vez más, gracias! Gracias por su Sacerdocio, gracias por amar a Jesús y a su Iglesia, por desear la salvación de las almas y no su perdición.
Que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja.
Saludos cura ^^, como veo que todos son puramente cristianos, voy a dar mi opinión contraria todos XD
ResponderEliminarHay una frase que dice… “la vida es del color, des del cristal en que se mira”, un corso es un corso, una prenda de ropa como otra… si tú lo ves pecado, es porque vas más allá de la prenda de ropa, tu solito creas tus fantasías y crees que todo el mundo piensa como tú, llevar eso, no es ningún pecado.
Por qué esconder nuestro cuerpo? Acaso los otros animales no van desnudos? ¬¬ Si tú ves un cuerpo desnudo estoy segura que lo malinterpretas, pues no es nada más que un cuerpo desnudo, lo otro son pensamientos tuyos. Un cuerpo desnudo NUNCA será pecado, todo lo contrario, es no esconderse de uno mismo.
Además tuno eres quien para decir que no sabemos lo que hacemos, sabemos perfectamente a que vamos, vamos a divertirnos y a observar el espectáculo, serás tú que lo ves impuro y pecaminoso. No eres absolutamente nadie como para decir lo que es bueno para nosotros.
Además, que son los órganos sexuales? no son más que partes del cuerpo humano, partes que nos dio DIOS (según sus creencias) para que la especie se siga propagando sobre la tierra, sin ellos, no existiría ni tú ni nadie en el mundo.
Luego críticas a los homosexuales y a la vez a los heterosexuales, entonces que quieres, que lo hagamos con ranas, ratas, pagaros…? De verdad pensaste bien eso?
“cualquier varón sano psicológicamente no puede dejar de excitarse y desordenarse sexualmente al ver a una mujer contoneando su cuerpo semidesnudo, salvo que haya llegado a tal punto de degradación que ya sea incapaz de sentir esta atracción.”
Creo que te exitiste tú… ya que esto no es siempre como dices… ¬¬ PD. Soy mujer, pero conozco a chicos…
“Participar en los corsos, al fin y al cabo, es una forma de prostitución.”
Vas errado… la prostitución es la actividad a la que se dedica quien mantiene relaciones sexuales con otras personas, a cambio de dinero. (RAE)
“¿cómo no va a haber embarazos, si bailan todos juntos, desnudos?”
Normal, lo ven todo tan pecaminoso, si lo vieran más normal, utilizarían precauciones (condón), darían más información a l@s jóvenes, utilizarían anticonceptivos, etc. Pero bueno sigan escondiéndolo así y verán como en más de reducirse crecerá.
“El clima en el cual se viven en esos días, excitación y exaltación de los malos deseos”
Vuelvo a repetir, será así para ti, si es así como lo ves.
“No podemos jugar con la vida de la gracia”
La vida es un juego que ni tú conoces, así que mejor no intentes poner reglas de un juego que desconoces.
Podría seguir debatiendo, pero entiendo que este es un blog puramente cristiano y vosotros tenéis vuestras opiniones y eso, pero no me gusta que intentéis cambiar a los que no piensan así… (no digan que no intento ver la luz, la verdad y eso porque no es así). Si quieres seguir debatiendo agrégame a mi correo psivir@hotmail.com
Saludos, LVX
Vir (no, no soy de Entre Ríos ni de por Argentina)
Qué tal, Padre Leandro.
ResponderEliminarYo me considero un ex-católico... y lamentablemente, este es un buen ejemplo de por qué dejé el catolicismo. Ojo: no soy ateo, pues creo en Dios, y vaya si creo.
Yo nunca he ido a un carnaval... y probablemente nunca lo haga. No solo porque viva en México, sino porque sé de lo que trata y sencillamente no me interesa.
Lo que sí me interesa es el tema de la Consciencia, del Amor y del respeto al prójimo.
No escribo por debatir, ni por crear polémica. De hecho, es muy probable que no vuelva a responder en este blog. Pero ante lo leído, no puedo refrenar mi impulso por expresar lo siguiente.
Siendo usted, como es, un hombre con autoridad religiosa, me parece un pecado lo que está haciendo; más aún, me parece pecaminoso el mensaje que propaga ante sus escuchas.
Según recuerdo -de mis 15 años de catecismo y de mis viejos cursos en el seminario-, todo el mensaje de Jesús se enfoca en amar al prójimo y en el perdón de Dios.
Según creo recordar (y conste que no hago alarde de mi buena memoria), Jesús decía que "lo que hagas con el más pequeño de mis hermanos, lo estás haciendo conmigo".
Luego entonces, condenar y juzgar, ¿no lo vuelve a usted juez y verdugo?
Por otro lado, creo que Dios es El Amor. Es El Absoluto. Es El Redentor. Desde luego, es más difícil percibirlo así a través de conductas dañinas, pero me parece incluso más dañino el mensaje que usted propaga que todo lo que pueda suceder con los corsos.
¿Por qué? Por la simple y sencilla razón que no está alineado con el mensaje de Jesús. El mensaje de Jesús es de Amor. Jesús no condenaba. Jesús se sentaba a la mesa con pecadores (yo a veces dudo que Jesús los considerara como tales) porque -decía- eran quienes más necesitaban de él. Jesús no se alejaba ni los señalaba con el dedo a lo lejos.
Entonces, tras meditarlo un poco, me pregunto si Jesús haría lo mismo. Personalmente creo que no. Creo que si Jesús viviera en estos días y caminara entre los corsos, se plantaría en medio del carnaval, diría alguna parábola sobre el verdadero sentido del Amor y la Alegría, y todos se sentarían a escucharle.
¿Pero quién se sienta a escucharle a usted? Tan sólo aquéllos que, como usted, creen que todo esto no se trata de alegría, sino de perversión. Tan sólo aquéllos que, como usted, se sientan a lo lejos a juzgar el comportamiento de su prójimo. Y quizá también, aquellos que temen de Dios... y en vez de disfrutar y experimentar la mayor grandeza que pueden llegar a ser, se encierran entre muros de piedra por temor a un Dios que les condene al infierno.
No voy a entrar en el tema del homosexualismo... ni siquiera de la sexualidad, porque sería cuestión de no acabar. Pero creo que uno de los grandes motivos de que la Iglesia católica está como está es debido a que, como usted, muchos siguen difundiendo la palabra pecado, en vez de la palabra Amor.
...Y si cree que me equivoco, tan sólo cuente la cantidad de veces que estas 2 palabras aparecen en su publicación.
Saludos.
Vir:
ResponderEliminarQue pena como mujer tu compartir.
Y hagamos a un lado si quieres lo cristiana. Como mujer te digo : muchas veces pedimos respeto hacia nuestra condición pero muchas veces somos nosotras quienes no nos respetamos.
Somos personas, no animales, pensamos, no reaccionamos por instinto.
Yo también conozco a compañeros y amigos y sólo basta con poner un oído, escucharlos en una conversación sincera y te dicen lo que les causa todas estas cosas (muchos de ellos no son cristianos practicantes)
Lo que se explica es una realidad, dura quizás, pero real.
Como mujer. ¿Cuántas veces queremos a un joven que nos respete? Que nos valore y no que nos vean como a un objeto.
Pero a la vez ¿Qué hacemos para cuidar su persona?
Y ahora si como cristiana ¿que hacemos para cuidar su alma?
Para mi no depende del cristal....
Con esto no pretendo increpar.
Solo como decía Sócrates: Soy amigos de mis amigos pero más amigo de la VERDAD.
Nancy
Ave María Purísima!!!
ResponderEliminarYo sigo de vacaciones, y nuevamente me sorprendo de lo que puede significar un blog. Por lo visto han llegado a él no sólo personas conocidas -Nancy, María del Rosario, Lilian, Maru- sino también lejanas y con otras maneras de pensar... Dios quiera que este intercambio pueda servirnos a todos para crecer en nuestro amor a la Verdad y nuestra entrega a su servicio.
Ya respondí a Vir personalmente, a su correo electrónico. Sólo quiero subrayar ahora algunas cosas, con ánimo de servir a la verdad.
Desde el momento en que afirmas “la vida es del color, des del cristal en que se mira” ¡ya nos separa un abismo! De algún modo esa frase sintetiza una actitud ante la vida y ante la verdad: el relativismo liso y llano. De tal modo que casi no tiene sentido dialogar: si no hay verdad objetiva, no tiene sentido buscarla juntos. TAmpoco hay bien objetivo, tampoco habrá -logicamente- pecado.
Pero yo sí creo y estoy seguro que existe la verdad -la Verdad-: sobre el hombre, sobre el mundo y sobre Dios. Verdad a la cual podemos elevarnos con nuestra Razón y con nuestra fe. Verdad que se condensa en la persona de Jesús, Dios hecho hombre.
Desde esa mirada trato de cumplir mi misión como sacerdote, en mi vida diaria y también -intento- en el blog. Creo en Jesucristo y quiero compartir con todos la verdad que hay en Él, que es Él.
Desde luego que esto ya me hace "insoportable" para una mirada relativista. Hoy está prohibido hablar de verdades: todo son opiniones, perpectivas, puntos de vista. Pero sólo si descubrimos y elegimos la verdad nuestra vida puede tener sentido. Y si la vida de tantos hoy es un fracaso, es una permanente frustración, es porque no han descubierto la verdad y el bien.
Por otra parte, yo no intento "imponer" mi forma de pensar. Cada uno es libre ante Dios, y sólo ante él deberemos dar cuentas. Como sacerdote tengo una misión para con mis fieles, con una autoridad que no merezco, pero me ha dado el sacramento del orden. Y es mi deber iluminar las conciencias, no solo señalando lo bueno -apoyándolo, alentándolo- sino también condenando lo malo. Condenando "el pecado" pero amando y siendo instrumento de misericordia para el pecador.
Por último, Vir: la enseñanza de la Iglesia sobre el cuerpo, la sexualidad, el amor, el matrimonio, la familia, es hermosísima, de una belleza deslumbrante. En mi homilía me detuve en un solo aspecto: un pecado contra el sexto y noveno mandamiento. Pero sólo se entiende eso en el contexto de toda la doctrina cristiana sobre el amor. Te aconsejo que puedas buscar y leer las "Catequesis sobre el cuerpo" de Juan Pablo II. Son difíciles, pero creo que nadie como él ha sabido expresar con tanta belleza y profundidad lo que el Señor propone al varón y la mujer como camino de plenitud.
¡Reza por mí!
¡Bendiciones!
Estimado D´Arath
ResponderEliminar¡Gracias por tomarte el tiempo de leer el blog!
Reconozco -después de haber leído atentamente tu comentario- que el tono de la entrada sobre los corsos puede ser un tanto "duro". Es cierto también que la palabra pecado se repite muchas veces, muchas más de las que aparece amor...
¿Cómo se explica esto? En una homilía no se puede decir todo, como tampoco en una entrada de un blog. "El que mucho abarca, poco aprieta", decimos en Argentina. Ahora bien, quiero aclarar que habitualmente hablamos -en las homilías y demás oportunidades- mucho más del amor que del pecado. Y si no, mirá el resto de las entradas del blog... Por eso creo que es injusta tu apreciación, y que pongas eso como una razón para ser un ex-católico.
Es cierto que el centro del mensaje de Jesús es el Amor, pero, ¿qué amor? El amor no es relativismo. El amor no es ser siempre "simpático", agradable. El amor también exige el anuncio de la verdad. Y si digo ciertas cosas, es por amor. El pecado es lo más terrible, el único mal en este mundo, por ser justamente lo que niega, lo que rechaza, lo que contradice el amor.
Si lees todo el Evangelio, te vas a dar cuenta mejor que Jesús también condenó el pecado, con una dureza muy grande, mayor que la usada por mí. Si lo mataron -él dió su vida libremente, pero también fue víctima de una conspiración- fue justamente por anunciar la verdad, una verdad que molestaba, que iba a "contracorriente", que sonaba a blasfemia y a rechazo para sus oyentes.
Por último: si condeno la lujuria, el egoísmo de buscar el placer sexual por sí mismo, la pornografía, etc., es porque ellas atentan claramente contra el amor. Porque en todos los pecados contra el sexto y noveno mandamiento, el otro, el "prójimo" deja de ser una persona a quien amar y servir, para transformarse en una "cosa", que se usa como objeto de placer egoísta y se deja, se abandona. La lujuria hace al hombre -sobre todo al varón- cada vez más insensible, individualista, irracional, impulsivo... ¡Cuántas familias destruidas, cuántas familias son un caos. por la falta de castidad! ¡Cuántos proyectos de vida, cuantos sueños e ilusiones rotos, por la falta de autodominio de tantos y tantas!
Gracias por hacerme pensar: creo que esta respuesta profundiza los argumentos de la entrada. Reza por mí. ¡Bendiciones!
Padre Leandro:
ResponderEliminar"Si callara gritarán estas piedras"
El Amor y la Verdad tienen una vinculación tan profunda que quien de verdad ama, sólo puede decir la verdad.
Muy bueno y claro el mensaje, no deja lugar a dudas, y si bien está más veces la palabra pecado,pertinente por cierto, todo el texto deja traslucir el Amor del Pastor que previene a sus ovejas de los ardides y trampas del lobo.
Que Dios lo bendiga.
No me siento pecador por asistir a un corso barrial o a cualquier carnaval. Con la unica intencion que voy es con la de divertirme y ni siquiera se asoma por mi mente alguna idea pervertida y de deseo.
ResponderEliminarExisten situaciones mas pervertidas y estan dentro de la misma iglesia, como los recientes casos de sacerdotes pedofilos... Usted hizo algun sermon hablando de eso? Creo que la institucion iglesia y los que la representan deben hacer una mirada hacia el interior en lugar de señalar tanto los pecados de la comuna.
Qué tal Padre Leandro,
ResponderEliminarNuevamente aquí estoy. Gracias por leer y responder mi mensaje. Tiene razón respecto a que, en términos generales, en su blog propaga más el amor que el pecado; por lo cual lo felicito.
Personalmente, sigo pensando que nuestra labor como personas (independientemente de la religión que profesemos) debería ser siempre en favor de nuestra mayor y más hermosa visión de nosotros mismos.
En el fondo, no creo que nadie quiera 'pecar'. En el fondo, no creo que muchos consideren lo que hacen como pecado. Lo cierto es que explicar mi ideología actual sería muy largo, pero no creo que debamos 'condenar' el pecado, sino difundir el amor con más ahínco.
Yo creo que la gran mayoría de los problemas del mundo no son por cometer pecados, sino por falta de Amor; en la visión de usted, puede ser al revés. Pero yo creo profundamente que la esencia del mensaje de Jesús era esa: difundir amor, no condenar el pecado.
Desde la perspectiva del Amor, el pecado solo es falta de Amor. Por eso creo que nuestra labor en la tierra debería ser dar propagar el Amor, siempre, indiscutible, invariable e incondicionalmente.
Espero que Dios le ilumine y le guía en su loable labor. Saludos, y bendiciones. ;-)
hola padrecito jeje hay algo muy malo en su blog xq usted no pone todos los comentarios q recibe y eso no esta bien, xq si yo leo una pagina y expreso mis opiniones creo q tengo el mismo derecho a q les aparescan en su blog asi como usted puede hacerlo. la libertad de expresion es para todos iguales . y primero para hablar de la gente de los corsos vea en su casa cuantos pecadores hay y despues haga un comontario pero acuerdece q la mentira es un gran pecado...
ResponderEliminarAve María Purísima!
ResponderEliminarAcabo de recibir un nuevo comentario de un usuario anónimo -eso no tiene nada de malo, ya que la página lo permite- que reclama que su anterior opinión no fue publicada.
En realidad no la publiqué, en primer lugar, porque el comentario había sido puesto en otra entrada - la de don Hipólito-, no en la correspondiente.
Y en segundo lugar, porque no esgrimía ningún argumento referido al tema en cuestión. Cuando introduje la homilía, pedí que los comentarios se refirieran al tema, y que se evitaran alusiones personales -por ejemplo, descalificarme a mí como persona-. En el comentario no publicado, "anónimo" expresaba su opinión sobre algunos miembros de mi familia, cosa que no tiene nada que ver con el asunto de la homilía.
Aunque yo fuera narcotraficante, aunque mis familiares fueran todos psicópatas asesinos o pervertidos, si mis hermanos sacerdotes fueran lo que se les ocurra... LO QUE HE EXPRESADO CONTINÚA SIENDO VERDAD.
La verdad molesta. Si no fuera verdad, qué sentido tiene enojarse u ofenderse, en este mundo tan plural?
¡Bendiciones!
ZLa verdad q es la primera vez q veo este blog, me intereso y comence a ver las notas, hasta q esta me llamo la atencion.
ResponderEliminarLe hago una pregunta? Como sabe tanto sobre el comportamiento de las personas en lo corsos? Xq supongo q ni usted ni ninguno de sus fieles q van todos los domingo a misa han asistido a un evento de este tipo? Entonces como saben tanto? Y se sienten tannn cristiano de señalar con el dedo las actos de las demas personas.
No es Jesus el que nos dice que no juzguemos? Xq por lo visto en este blog, lo unico que se hace es juzgar a las demas personas x no tener los mismo pensamiento que ustedes.
Guarda Padre Bonnin, xq muchas de las personas que son fieles seguidores de usted y Jesus, van a esos eventos q a usted tanto le molesta. Asi como usted comienza contando de que una familia de su comunidad fue a los corsos. Como se entiende? No era q eran FIELES SEGUIDORES?.
Xq los sacerdotes antes de estar señalando con el dedo a los demas, se preocupan en mejorar y atraer mas gente a las Iglesias.
No se dan cuenta, que muchos de sus fieles dejan de ir a misa, xq el cura q se pone adelante a dar los sermones cuando todos se van hacen lo contrario? Y conozco a muchos de esos curas, pretende q se haga una cosa y muestran lo contrario, como puede ser?
No siga perdiendo el tiempo en las cosas q hace los demas, xq todos los q piensan distinto de usted y de sus seguidores son condenados x usteedes no x Dios q es el unico q puede juzgar, o ese derecho tambien se lo sedio a usted?
Que pena me da, ver como se preocupan en criticar a los demas, y no tratar de mejor uno, de ver realemten en sus familia si todos viven en gracia, empecemos x ksa para despues salir a querer cambiar el mundo!
Con pensamiento como estos, muchos de sus files dia a dia se alejan de las iglesias, ya q todo para ustedes es pecado! Todo lo q hagamos lo juzgan sin ningun tipo de derecho, solo Dios es el unico q nos puede juzgar.
Ave María Purísima!!!
ResponderEliminarRespondo brevemente a quien comentó recientemente, por si vuelve a leer. Creo que en las respuestas anteriores ya se dice lo necesario, pero no quiero dar la impresión de no escuchar a quienes no están de acuerdo.
Nuevamente creo que se esquiva la cuestión central, que no es si yo puedo o no juzgar, sino la cuestión del "estilo Cristiano". Si alguien se llama a si mismo cristiano, se supone que acepta todos los elementos de la fe, y por ende también la enseñanza moral de la Iglesia. Y que acepta, por otro lado, que los sacerdotes "tienen algo que decir", que cumplen una misión "magisterial", independiente de su santidad personal. Evidentemente, se espera que el sacerdote sea siempre coherente con el anuncio, pero aunque no lo sea, la verdad que proclama no es suya, sino de Jesús. Si no se acepta eso, se está fuera de la "lógica cristiana". Usted es libre de entrar o no entrar, pero si entra, estas son las condiciones, que valen lógicamente para mí también. Si usted prefiere una religión a su medida, creéla con toda libertad, sólo Dios puede juzgarlo, y lo hará, en el día final.
Por otro lado, se pregunta como se yo lo que siente o hace la gente en los corsos. No se olvide que soy hombre, como usted, y que diariamente, a través del sacramento de la Confesión, tengo acceso al misterio de las conciencias. Vaya si sabemos los sacerdotes los vericuetos que tiene el corazón humano...
Bendiciones!
Me parece bien su opinion, pero me parece raro ya q si usted creer q las personas q asisten a estos eventos no son catolicos, para q se toma el trabajo de criticar sus actitudes? Si total para ellos ir a los corsos es algo normal y no malo, xq se preocupan x ellos? Yo q usted me preocupo mas en encaminar a sus fieles q como dijo q sabe mucho x las confesiones q escuchan, asi q critica mucho los de afuera pero al final las obejas negras estan en su comunidad. Y me parece q no esta bien q hable de temas x el solo echo de haber escuchado una confesion, no es q eso es privado? Q nadie se entera lo q se le cuenta? Yo q sus fieles tengo cuidado xq cuando se confiezan con usted despues debe estar señalando con el dedo a todas las personas q se confesaron, asi como los q fueron a los corsas me imagino como los mira... x el echo de ser fieles he ir a los corsos...
ResponderEliminarhola padre quiero contestar o mejor dicho compartir mi pensamiento opuesto al suyo
ResponderEliminarcreo que los corsos no son pecado alguno, si es por la muestra de cuerpos desnudo, a caso Adan y Eva no estaban practicamente desnudos en el paraiso? por lo que aprendi en catecismo, solo cubrian sus miembros ^_^
lo que hace parecer un pecado a ls corsos, son los deseos impuros o los malos pensamientos que se genera por el alcohol no por los corsos, lo que pasa es que usan como excusa los corsos mara satisfaserce sexualmente, yo participe de los corsos y mis intenciones no fueron de ninguna manera malas
mi objetivo era divertirme con mis amigos/as haciendo lo que mas nos gusta que es bailar
los que consideran los corsos un pecado es porque, al ver un cuerpo semidesnudo piensa cualquier cosa(RELACIONES SEXUALE)en luguar de mirar el entretenimiento que los corsos ofrecen que es el baile y un muy buen momento para pasar con familia y/o amigos :D yo baile los corsos y que? ;D
Ave María Purísima!
ResponderEliminarVeo que han ingresado nuevamente a este post un poco viejito...
Creo que la respuesta al último comentario está ya más arriba, pero igual digo algo.
Adán y Eva en el Paraíso estaban desnudos, sí. Pero hay que tener en cuenta dos cosas: no tenían el pecado original -que trastoca todas las relaciones entre el varón y la mujer- y además eran ESPOSOS! Es obvio entonces que no sirve como argumento en el tema "corsos" o en el tema pudor en sentido amplio.
En segundo lugar, las acciones no son buenas y malas solo por la intención que tengamos. Sería largo explicarlo ahora, pero es claro que si yo hago algo bueno con mala intención esa cosa deja de ser buena; pero si yo hago algo malo con buena intención, eso sigue siendo MALO, ya que es contrario a la naturaleza y a la Ley de Dios.
En este sentido, quien señala lo que es buen o malo es Dios, no el hombre -mucho menos yo-. La Iglesia lo que hace es transmitir la Revelación de Dios y ayudar al hombre a reconocer el bien y el mal, y le da los medios para vivir en la virtud. Pero no inventa una moral.
En tercer lugar, para poder ver en toda su dimensión el argumento, es necesario que vivas una vida cristiana, que intentes tener una vida de oración, que busques la santidad... Si no, todo parecen palabras vacías. También es necesario adherir a las otras enseñanzas de la Iglesia sobre la vida moral; de lo contrario, esto parecerá una nimiedad al lado de otras cosas.
Si vas haciendo un camino de vida espiritual, si vas buscando la santidad, si tratás de crecer en el amor a Jesús, vas a ir descubriendo estas cosas sin necesidad que te lo diga nadie, :)
Gracias por leer y comentar!