Quiero poner a su disposición uno de los escritos más bellos sobre María. Es el diálogo que monseñor Tortolo compuso para la celebración de la coronación pontificia de la imagen, el 8 de diciembre de 1973. Sus palabras conmueven e impulsan hacia las alturas. Nos hacen concientes del papel de María en la historia de la Salvación, y del inmenso don del Santo Rosario como oasis espiritual, como escuela de contemplación.
La imagen que acompaña el texto es la Virgen del Rosario de la capilla del Espinillo, la más hermosa que conozco.
PARANÁ PROCLAMA SU FIDELIDAD
A LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL ROSARIO
ARZOBISPO. — Hijos de Paraná: Dios tiene un especial designio sobre cada pue-blo, y manifiesta su designio por una gracia singular, otorgada para siempre y ratificada al paso de las generaciones sucesivas.
Hombres, mujeres y niños: sois el presente y lleváis en vosotros el pasado y el fu-turo. Pulsad el alma de ayer, escuchad a las gene-raciones que os han precedido. ¿Cuál es el signo especial del amor de Dios, la gracia singular enclavada en el corazón de la historia de Paraná y transmitida, como fuego sagrado, de generación en generación?
FIELES. — Esa gracia singular de Dios tiene un nombre: la Santí-sima Virgen del Rosario. Ella nos ha precedido en la historia.
— Junto a Ella nació Paraná; — por eso nació cristiana, — hija de Dios. — Es el al-ma viviente de nuestro pueblo — hace más de dos centurias. — De los brotes de su es-tirpe —surgieron hombres y mujeres — de vigor audaz y de temple heroico — que di-jeron Sí a Dios — y con Él a las exigencias de los hombres y del tiempo.
Esta fuente de vida — no se agota. — La Ciudad de hoy quiere ser fiel al tiempo — y sabe que de esta fidelidad — surgirá la Ciudad nueva de mañana.
He aquí nuestra historia, -divina y humana, -visible e invisible. -Historia vivida, - más que escrita, - a la sombra de la Madre. - Todo pasó por manos de María – y todo volvió hacia Ella. - Así fue ayer, así es hoy, - queremos que así sea mañana.
ARZOBISPO. Todo os vino de María, todo os vino por María. Entre todos estos bie-nes ¿cuál es el mayor para vosotros, aquel que preferís a la misma vida?
FIELES. El Don divino de la Fe. Por eso proclamamos que Paraná nació cristiana. - La Fe hizo brotar en nosotros - el manantial de la Vida eterna. - Nacidos con Cristo de María - somos de la raza de Dios, - somos de su estirpe. - Queremos vivir de la Fe – y a su luz - porque ansiamos y debemos ser - luz para todos los hombres.
ARZOBISPO. — ¿De dónde nace y en qué consiste vuestra Fe?
FIELES. — Nuestra Fe es Cristo, — está enraizada en Él. — Queremos encarnar en nosotros — su Palabra, — su Vida — y el mensaje de su vida. — Queremos vivir este compromiso — en lo más profundo de nuestro ser, allí, en la profundidad del corazón, — donde el yo del hombre se enfrenta total y solo — al Dios que le habla — y que lo busca.
Pero luego queremos proyectar la Fe en toda nuestra vida, —en el deber de cada día, — en el trabajo, — en la vida familiar, — en las relaciones con cada hermano, — en el compromiso leal y noble con la Ciudad temporal.
Quisiéramos hacer visible en nosotros — al Dios invisible. —Quisiéramos vivir en plenitud — el hombre nuevo, — obra de la gracia, — y respuesta personal al Dios que llama — y santifica.
ARZOBISPO — ¿Y con qué contáis para presentaros al mundo y a los hombres co-mo realizadores del hombre nuevo y de la nueva Ciudad?
FIELES — Somos pecadores y somos de barro. — Pero somos hijos de María Santí-sima, — la Mujer Fuerte, — la Mujer Pura, — la Rea-lizadora del plan de Dios, — la Luchadora invicta contra el demonio y el pecado. — Quien plasmó a Cristo — puede plasmar a un hombre nuevo, — un mundo nuevo.
Nuestra fuerza nos viene de Cristo y de su Madre. — Nos ali-mentamos con Pan del cielo que hace fuertes — y bebemos Sangre que engendra Santos.
ARZOBISPO. — Hijos de Paraná, hilos de la Virgen del Rosario, sois hijos de la Iglesia, sois también Iglesia. ¿Dc qué modo vivís y sentís este Misterio?
FIELES. — Somos Iglesia porque estamos en Cristo. — El aliento sobrenatural de la gracia — nos hace vivir en comunión con la Jerarquía — y con nuestros hermanos — en comunión con Pedro y en Comunión con los Obispos. — Somos de ayer, — Somos de hoy —y somos de mañana. — Somos del tiempo — y somos de la eter-nidad. — Somos hijos de Dios, — congregados en pueblo — que quiere vivir su misión humana — y su vocación cristiana.
ARZOBISPO. — Hijos de Paraná; dentro de unas horas por nuestras calles y por nuestras rutas solo se oirá el silencio. ¿Este vuestro día acaba hoy?
FIELES. — Nuestro día acaba en la eternidad. — Hoy recomienza, —como quien toma aliento, — para que en él realicemos, — durante nuestra peregrinación hacia la Patria, — dos concretos compromi-sos: — hacer amar al Dios que nos ama — y santi-ficar nuestros hogares.
El día de Paraná, — el gran día, — comienza hoy. — Nuestra meta está fijada.
ARZOBISPO. — ¿Y cómo haréis amar al Dios que os ama?
FIELES. — Amando nosotros. El mundo y los hombres — reconoce-rán al Dios que es Amor — si nosotros amamos al modo de Dios: - dándolo todo.
Queremos educarnos en la ley del amor — y en la ley del ser-vicio. — La prueba más grande del amor — es dar la vida. —Queremos aprender a darla, — gota a gota, — por Dios y por los hombres. — Creemos en la fuerza Omnipotente del amor.
ARZOBISPO. — ¿Y cómo santificaréis los hogares si éstos están cru-jiendo por la acción coaligada del mal?
FIELES. — El arma siempre victoriosa es el Santo Rosario. — Gracias a él — nues-tros hogares podrán convertirse — en anticipos del hogar del cielo.
ARZOBISPO. — ¿Y por qué el Rosario?
FIELES. — El Rosario es el poema — del amor divino por el hombre. — Es la gesta del Hijo de Dios, — peregrino sobre el mundo, — a través de una vida de familia. — Un matrimonio, — un Hijo, — un humilde hogar. — Trabajo, — sacrificio, — ora-ción, — comunión de almas, — paz, — alegría, — don recíproco del uno al otro, —silenciosamente, con los hechos.
Por medio del Rosario — queremos descubrir a nuestra generación — perpleja y destrozada — por un mundo contradictorio, —que hay un oasis siempre a mano — pa-ra restaurar el alma — y retomar el camino de las cumbres. — Este oasis es la oración. —Queremos aprender a orar y enseñar a orar. — Será nuestro mejor aporte a la salva-ción del mundo.
ARZOBISPO. — hijos de Paraná: el tiempo va a detenerse un instante. Tomad el co-razón en las manos, y con la magnanimidad propia de los hijos de Dios, preguntaos y responded: ¿Qué cosa grande queréis hacer por la Santísima Virgen del Rosario?
FIELES. - Una sola cosa. — En nombre del pasado, — del presente, — y del futuro — queremos sellar un Pacto eterno de amor. — Ella es nuestra. Nosotros somos suyos. — Todo lo nuestro es de Ella. —Todo lo de Ella es nuestro.
Del modo más real y absoluto — le consagramos nuestras per-sonas, — nuestras familias, — nuestras empresas, — nuestra vida — y nuestra muerte. — Al decirle Re-ina y Madre le decimos todo.
ARZOBISPO. — Hijos de Paraná: vuestras palabras valen lo que valéis vosotros. No están escritas sobre arena. Son irrevocables, son sagradas. Pero permitidme, como Pas-tor y Padre como puente entre María Santísima y vosotros, que os pregunte: En nombre de las generaciones todas. ¿queréis como Reina y Madre a la Santísima Virgen del Ro-sario?
FIELES. — Sí, la queremos.
ARZOBISPO. — ¿La juráis como Reina, como Patrona y corno Madre?
FIELES. — Sí, la juramos.
ARZOBISPO. — ¿Juráis educar a vuestros hijos, y a los hijos de vuestros hijos un apasionado amor por María Santísima?
FIELES. — Sí, lo juramos.
ARZOBISPO. — Hijos de Paraná, hijos de la Santísima Virgen del Rosario, hijos de Dios: vuestra Fe regocija el cielo y vuestro amor sacude el corazón del mismo Dios y de María, su bienamada. Toda alianza, todo pacto debe ser firmado. ¿Cuál es la firma de vuestro pacto, de vuestra alianza con la Virgen del Rosario?
FIELES. — Nuestra firma es la Corona que sobre su frente pone nuestro amor filial. Así sea.
La imagen que acompaña el texto es la Virgen del Rosario de la capilla del Espinillo, la más hermosa que conozco.
PARANÁ PROCLAMA SU FIDELIDAD
A LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL ROSARIO
ARZOBISPO. — Hijos de Paraná: Dios tiene un especial designio sobre cada pue-blo, y manifiesta su designio por una gracia singular, otorgada para siempre y ratificada al paso de las generaciones sucesivas.
Hombres, mujeres y niños: sois el presente y lleváis en vosotros el pasado y el fu-turo. Pulsad el alma de ayer, escuchad a las gene-raciones que os han precedido. ¿Cuál es el signo especial del amor de Dios, la gracia singular enclavada en el corazón de la historia de Paraná y transmitida, como fuego sagrado, de generación en generación?
FIELES. — Esa gracia singular de Dios tiene un nombre: la Santí-sima Virgen del Rosario. Ella nos ha precedido en la historia.
— Junto a Ella nació Paraná; — por eso nació cristiana, — hija de Dios. — Es el al-ma viviente de nuestro pueblo — hace más de dos centurias. — De los brotes de su es-tirpe —surgieron hombres y mujeres — de vigor audaz y de temple heroico — que di-jeron Sí a Dios — y con Él a las exigencias de los hombres y del tiempo.
Esta fuente de vida — no se agota. — La Ciudad de hoy quiere ser fiel al tiempo — y sabe que de esta fidelidad — surgirá la Ciudad nueva de mañana.
He aquí nuestra historia, -divina y humana, -visible e invisible. -Historia vivida, - más que escrita, - a la sombra de la Madre. - Todo pasó por manos de María – y todo volvió hacia Ella. - Así fue ayer, así es hoy, - queremos que así sea mañana.
ARZOBISPO. Todo os vino de María, todo os vino por María. Entre todos estos bie-nes ¿cuál es el mayor para vosotros, aquel que preferís a la misma vida?
FIELES. El Don divino de la Fe. Por eso proclamamos que Paraná nació cristiana. - La Fe hizo brotar en nosotros - el manantial de la Vida eterna. - Nacidos con Cristo de María - somos de la raza de Dios, - somos de su estirpe. - Queremos vivir de la Fe – y a su luz - porque ansiamos y debemos ser - luz para todos los hombres.
ARZOBISPO. — ¿De dónde nace y en qué consiste vuestra Fe?
FIELES. — Nuestra Fe es Cristo, — está enraizada en Él. — Queremos encarnar en nosotros — su Palabra, — su Vida — y el mensaje de su vida. — Queremos vivir este compromiso — en lo más profundo de nuestro ser, allí, en la profundidad del corazón, — donde el yo del hombre se enfrenta total y solo — al Dios que le habla — y que lo busca.
Pero luego queremos proyectar la Fe en toda nuestra vida, —en el deber de cada día, — en el trabajo, — en la vida familiar, — en las relaciones con cada hermano, — en el compromiso leal y noble con la Ciudad temporal.
Quisiéramos hacer visible en nosotros — al Dios invisible. —Quisiéramos vivir en plenitud — el hombre nuevo, — obra de la gracia, — y respuesta personal al Dios que llama — y santifica.
ARZOBISPO — ¿Y con qué contáis para presentaros al mundo y a los hombres co-mo realizadores del hombre nuevo y de la nueva Ciudad?
FIELES — Somos pecadores y somos de barro. — Pero somos hijos de María Santí-sima, — la Mujer Fuerte, — la Mujer Pura, — la Rea-lizadora del plan de Dios, — la Luchadora invicta contra el demonio y el pecado. — Quien plasmó a Cristo — puede plasmar a un hombre nuevo, — un mundo nuevo.
Nuestra fuerza nos viene de Cristo y de su Madre. — Nos ali-mentamos con Pan del cielo que hace fuertes — y bebemos Sangre que engendra Santos.
ARZOBISPO. — Hijos de Paraná, hilos de la Virgen del Rosario, sois hijos de la Iglesia, sois también Iglesia. ¿Dc qué modo vivís y sentís este Misterio?
FIELES. — Somos Iglesia porque estamos en Cristo. — El aliento sobrenatural de la gracia — nos hace vivir en comunión con la Jerarquía — y con nuestros hermanos — en comunión con Pedro y en Comunión con los Obispos. — Somos de ayer, — Somos de hoy —y somos de mañana. — Somos del tiempo — y somos de la eter-nidad. — Somos hijos de Dios, — congregados en pueblo — que quiere vivir su misión humana — y su vocación cristiana.
ARZOBISPO. — Hijos de Paraná; dentro de unas horas por nuestras calles y por nuestras rutas solo se oirá el silencio. ¿Este vuestro día acaba hoy?
FIELES. — Nuestro día acaba en la eternidad. — Hoy recomienza, —como quien toma aliento, — para que en él realicemos, — durante nuestra peregrinación hacia la Patria, — dos concretos compromi-sos: — hacer amar al Dios que nos ama — y santi-ficar nuestros hogares.
El día de Paraná, — el gran día, — comienza hoy. — Nuestra meta está fijada.
ARZOBISPO. — ¿Y cómo haréis amar al Dios que os ama?
FIELES. — Amando nosotros. El mundo y los hombres — reconoce-rán al Dios que es Amor — si nosotros amamos al modo de Dios: - dándolo todo.
Queremos educarnos en la ley del amor — y en la ley del ser-vicio. — La prueba más grande del amor — es dar la vida. —Queremos aprender a darla, — gota a gota, — por Dios y por los hombres. — Creemos en la fuerza Omnipotente del amor.
ARZOBISPO. — ¿Y cómo santificaréis los hogares si éstos están cru-jiendo por la acción coaligada del mal?
FIELES. — El arma siempre victoriosa es el Santo Rosario. — Gracias a él — nues-tros hogares podrán convertirse — en anticipos del hogar del cielo.
ARZOBISPO. — ¿Y por qué el Rosario?
FIELES. — El Rosario es el poema — del amor divino por el hombre. — Es la gesta del Hijo de Dios, — peregrino sobre el mundo, — a través de una vida de familia. — Un matrimonio, — un Hijo, — un humilde hogar. — Trabajo, — sacrificio, — ora-ción, — comunión de almas, — paz, — alegría, — don recíproco del uno al otro, —silenciosamente, con los hechos.
Por medio del Rosario — queremos descubrir a nuestra generación — perpleja y destrozada — por un mundo contradictorio, —que hay un oasis siempre a mano — pa-ra restaurar el alma — y retomar el camino de las cumbres. — Este oasis es la oración. —Queremos aprender a orar y enseñar a orar. — Será nuestro mejor aporte a la salva-ción del mundo.
ARZOBISPO. — hijos de Paraná: el tiempo va a detenerse un instante. Tomad el co-razón en las manos, y con la magnanimidad propia de los hijos de Dios, preguntaos y responded: ¿Qué cosa grande queréis hacer por la Santísima Virgen del Rosario?
FIELES. - Una sola cosa. — En nombre del pasado, — del presente, — y del futuro — queremos sellar un Pacto eterno de amor. — Ella es nuestra. Nosotros somos suyos. — Todo lo nuestro es de Ella. —Todo lo de Ella es nuestro.
Del modo más real y absoluto — le consagramos nuestras per-sonas, — nuestras familias, — nuestras empresas, — nuestra vida — y nuestra muerte. — Al decirle Re-ina y Madre le decimos todo.
ARZOBISPO. — Hijos de Paraná: vuestras palabras valen lo que valéis vosotros. No están escritas sobre arena. Son irrevocables, son sagradas. Pero permitidme, como Pas-tor y Padre como puente entre María Santísima y vosotros, que os pregunte: En nombre de las generaciones todas. ¿queréis como Reina y Madre a la Santísima Virgen del Ro-sario?
FIELES. — Sí, la queremos.
ARZOBISPO. — ¿La juráis como Reina, como Patrona y corno Madre?
FIELES. — Sí, la juramos.
ARZOBISPO. — ¿Juráis educar a vuestros hijos, y a los hijos de vuestros hijos un apasionado amor por María Santísima?
FIELES. — Sí, lo juramos.
ARZOBISPO. — Hijos de Paraná, hijos de la Santísima Virgen del Rosario, hijos de Dios: vuestra Fe regocija el cielo y vuestro amor sacude el corazón del mismo Dios y de María, su bienamada. Toda alianza, todo pacto debe ser firmado. ¿Cuál es la firma de vuestro pacto, de vuestra alianza con la Virgen del Rosario?
FIELES. — Nuestra firma es la Corona que sobre su frente pone nuestro amor filial. Así sea.
Re-Lindo Blog,Estamos con Sol y Vicky En Lo de La Abuela.
ResponderEliminarTe Mandamos Un Beso, Suerte!
hermoso mensaje, Maria guía nuestras almas desde siempre y sin que ni si quiera nos demos cuenta, unidas en ella con fiel alianza como hijos sabemos que esta y nunca nos dejara si su protección , su manto es enorme todos estamos cobijados en el...
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