Fue en el marco del impresionante viaje al Reino Unido, uno de los más difíciles a primera vista. Le prepararon actos en su contra, campañas difamatorias o directamente calumniosas. Muchos pronosticaban un fracaso rotundo. Pero a medida que pasaron los días, la calidez y humildad con que supo desenvolverse, y sobre todo la profundidad de cada palabra pronunciada hicieron que los mismos medios que quisieron arruinar su visita tuvieran que reconocer el éxito de la misma.
Particularmente recuerdo este párrafo, en el que, además de referirse a Newman, está haciendo un "autorretrato"
"La vida de Newman nos enseña también que la pasión por la verdad, la honestidad intelectual y la auténtica conversión son costosas. No podemos guardar para nosotros mismos la verdad que nos hace libres; hay que dar testimonio de ella, que pide ser escuchada, y al final su poder de convicción proviene de sí misma y no de la elocuencia humana o de los argumentos que la expongan. No lejos de aquí, en Tyburn, un gran número de hermanos y hermanas nuestros murieron por la fe. Su testimonio de fidelidad hasta el final fue más poderoso que las palabras inspiradas que muchos de ellos pronunciaron antes de entregar todo al Señor. En nuestro tiempo, el precio que hay que pagar por la fidelidad al Evangelio ya no es ser ahorcado, descoyuntado y descuartizado, pero a menudo implica ser excluido, ridiculizado o parodiado. Y, sin embargo, la Iglesia no puede sustraerse a la misión de anunciar a Cristo y su Evangelio como verdad salvadora, fuente de nuestra felicidad definitiva como individuos y fundamento de una sociedad justa y humana.
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