Esta vez, el domingo logré acostarme temprano. Con la satisfacción de la tarea cumplida, con varios compromisos para la semana entrante... y con la alegría del Huracán casi campeón. ¡Ah! Además esta semana comienza Wimbledon... Será un placer ver campeón y número 1 nuevamente al gran Roger...
Con un sueño suficiente y mucho mejor de la congestión, comenzamos tempranito. Una leche con miel y las semillas para la memoria que me dió mi mamá, y a las 6:00 ya estaba en la Iglesia, ¡despierto!. Con Jesús y con don Cacho, pude comenzar con el Evangelio del Sermón del Monte... ¡qué exigente es el Señor!
A las 6:50, don Werner y su señora, con una fidelidad y puntualidad alemana, estaban listos esperando la Comunión, en el Mes del Corazón de Jesús. Van 22 días y ya estoy a punto de aprenderme de memoria el acto de consagración, tan hermoso como difícil...
A las 7:00, Oficio de Lectura y Laudes. El día ya está consagrado al Señor del Tiempo, y puede comenzar a rodar.
Las Hermanitas del Hogar me esperaban para la Santa Misa. Claro que esta vez las sorprendí: ¡llegué 5 minutos antes! Y a las 7:30 ya estaba comenzando, cuando la hermana Gloria y la Hna. Dora aún traían a los niños hacia la capilla. La Eucaristía simple, esencial, cotidiana. La presencia del Señor en su Pascua, que da sentido y eleva todas nuestras pequeñas pascuas del día.
Sin homilía ni demasiados espacios, porque a las 8:05 me esperan los niños de la Escuela en el Templo parroquial. Gracias a Dios se demoran un poquito, y alcanzo a cruzar algún chiste con nuestro secretario, que siempre está de buen humor.
La catequesis versó hoy sobre la mansedumbre y humildad de Jesús... cada palabra dicha es un examen de conciencia... A las 8:30, la Comunión. Este fin de semana estuvo feo el tiempo. Veo que son muchos los que no participaron de la Misa, y por eso -tal vez- no se acercan a comulgar hoy... ¡Qué pena para Jesús! Pero muchos otros sí: y lo hacen siempre, con gran perseverancia. Son la esperanza de la Iglesia.
Un ratito me alcanza para compartir en la sala de maestros de la escuela, con las jardineras, y sus anécdotas familiares... Así es la escuela, gracias a Dios: como una gran familia.
Y a las 9, volvemos al templo con los jardineros de 4 y 5 años. Siempre es una delicia compartir un rato de catequesis, aunque percibo que no alcanzan a comprender al "cura" que les habla demasiado difícil, demasiado elevado. Falta pedagogía, ¿no? El Señor suple...
Saliendo de la Sacristía, una hermosa visita: Stella, que está de licencia en la Escuela, viene a devolver una mantel. Luego de las obligadas cargadas por la demora -lo tiene desde el Viernes Santo, jeje- me cuenta de su recuperación, y de como este tiempo de prueba la ha hecho profundizar en su fe y abandono en Dios. ¡Es un alivio que todavía haya gente tan creyente!
Afuera, mientras charlaba, me espera un hombre joven, de unos 35 años, cara conocida, pero no lo logro identificar... Ah, claro, estuve en su casa la semana pasada, bendiciéndola -qué desastre la memoria, necesito más semillas, je-. Se acerca porque están pasando momentos difíciles en su familia. Hace unos años hizo un seminario de vida, y quisiera volver a acercarse a Dios...
En eso estábamos, cuando Cacho - a las 9:50- me pasa el teléfono. Un enfermo grave, con síntomas de estar en sus últimas horas, necesita los sacramentos. Queda lejos, pero sé bien llegar: su hermana me espera afuera. Allá salí hacia el geriátrico y sí, era verdad: Ricardo está grave, respira con gran dificultad, no parece escuchar, tiene sus ojos cerrados. ¡Qué pequeño me siento, en eso momento, tan trascendente, en el que se juega la salvación de su alma! Le doy la absolución bajo condición, exhortándolo al arrepentimiento; le doy la indulgencia plenaria, lo unjo, y encomiendo su alma. A la tarde lo habían pasado a terapia, y no sabían si pasaba la noche: ¡recen por él!
Al regresar, a las 10:20, intento sin éxito pasar por el Gimnasio que me pidieron que bendiga. Vamos entonces a la Escuela. El mate de la sala de maestros es poco recomendable, pero llego justo al recreo largo, y aprovecho el café. Diversas cuestiones salen a la luz en la breve charla con la directora y algunos maestros: la misión, el casamiento de Graciela, el desinterés de algunos padres, las obras en el Salón... Todo parte de nuestra realidad.
Subo después al Secundario, y aprovecho a pasar por cuarto año. Estamos organizando un viaje, pero aparentemente no va a poder ser... Demasiados compromisos, demasiados gastos.
Pero tengo otro interés: en las vacaciones hay Ejercicios espirituales en la Aldea, los del Padre Leo. Creo que les va a venir bien a algunos en particular. Los invito, se ponen contentos, creo que van...
Regreso a la casa parroquial a las 11:45. Reviso el correo -me llegó una respuesta por un presupuesto para grabar un CD, uno de los tantos proyectos de este año-. Leo el diario online -sobre todo el deportivo, lógico- y ya estamos listos para almorzar. Es el momento de ponernos al día y organizar el resto de la jornada con el P. César, que desafía estoicamente el frío y continúa con sus actividades sacerdotales, a pesar de sus achaques.
Un ratito de siesta, un llamado telefónico a mi casa y a las 13:40 de nuevo a la Iglesia, porque vienen los chicos del turno tarde a hacer el mes del Sagrado Corazón. Otra vez no son tantos los que comulgan, pero si fuera uno solo, valdría la pena.
A las 14:00 los jardineros nuevamente. ¡Qué difícil explicarles lo que es la "humildad" de Jesús! Tomás siempre tiene una respuesta rápida, aunque no siempre tan precisa... ¡son hermosos!. Las maestras invitaron a los papás, y aprovecho para darles un mensaje, y una bendición: han venido unos 15, que se van contentos.
En ese huequito rezo Nona, y preparo el bolso para la Misa de las 16 en la gruta de santa Rita. Pero antes hay dos reuniones de padres en la Escuela, para entregar los boletines. Siento una hermosa confianza con muchos de ellos: me siento parte de su familia. Otros, en cambio, miran con un poco de recelo, como a un extraño. ¡Acércalos a tu Corazón, Jesús mío!
A las 15:40 salgo caminando hacia la placita, donde debo bendecir la gruta y la imagen de Santa Rita. ¿Vendrá gente, con tanto frío? Sorpresivamente, llegamos a ser unos 30 o más: ¡hasta había algunos hombres y niños! Enfrente, otros hombres quemaban los restos de un árbol, pero el humo no nos afecta. La historia de Santa Rita vale tanto como su intercesión: ojalá viviéramos el Evangelio como ella.
De regreso a la Parroquia, enciendo el auto para calentar el motor y luego ir a ver a Claudia, que no puede caminar del dolor en estos días. Me voy para la cocina a calentar agua para el mate de Pamela, que viene a pasar los Bautismos al libro, y mientras la pava chilla veo los goles de Huracán: ¡qué equipo!. Cuando salgo ¡el auto no estaba en su lugar! Se había ido hacia atrás por el patio, hasta casi chocar la columna de la luz. Claro: el freno de mano no anda, y en punto muerto...
Gracias a Dios no pasó nada y a las 17:10 marché para el Barrio Corona Sur, a la casa de Zulema. Ella sabe donde vive Claudia. En la esquina lo encuentro al Padre Esteban Madrid Páez, que viene de su casa. Son amigos desde que Rodrigo estuvo en el Seminario menor. Intercambiamos saludos y unas palabras desde los autos, y nos despedimos.
¡Pobre Claudia! Realmente estaba mal. ¡Qué fácil es hablar de la Cruz y del sentido del dolor, pero qué difícil es vivirlo! Intento escucharla, comprenderla, hacerle sentir que Jesús estaba a su lado. No tiene los sacramentos -su familia no era católica- pero es una mujer de fe, y sé que en estos momentos se aferrará a Jesús. Rezamos juntos y le doy una bendición.
Por calle Almafuerte se llega bastante rápido al Hospital. Allí está desde hace unos días Lilí, la mamá de Ulises. Que me había reclamado la semana anterior... se me había complicado, y además estaba resfriado, y ella con defensas bajas. Estuvimos casi una hora: la noté dolorida pero animada, acompañada de su esposo.
A las 19:50 estaba de nuevo en Borja. Recé Vísperas, poniendo a todos mis feligreses en el Corazón de Jesús, y luego el Rosario. En el Corazón de la Virgen van quedando todas las impresiones y las intenciones del día. ¿Qué habrá de cenar? Mmmm hay tarta, ¡y budín de pan de postre!
Un mensaje para una enferma, otro para mi hermano -que nunca responde, como de costumbre-, y a escribir para el blog. Solo falta un buen baño caliente, las completas, y a disfrutar de las aventuras de Don Bosco: ¡qué bien escribe Hugo Wast!
"Agradeceré eternamente el don del Sacerdocio"