No digo ninguna novedad afirmando que las catequesis de Benedicto XVI son una obra magistral.
Desarrolló varios ciclos: sobre la oración cristiana, sobre los apóstoles, sobre los padres de la Iglesia…
Nos estaba deleitando y enriqueciendo en éste último tramo con las catequesis sobre la fe.
En cada una de ellas planteaba las cuestiones de fondo de la vida cristiana, y a la vez descendía, siempre, a la vida concreta. Explicaba con lucidez el sentido histórico de los textos o personajes, y a la vez actualizaba el mensaje, trayéndolo siempre al presente.
Entre todas ellas, comparto una que me parece sublime: la catequesis sobre el salmo 22, en el marco de las catequesis sobre la oración:
“Quien va con el Señor en los valles oscuros del sufrimiento, de las dudas y de todos los problemas humanos, se siente seguro. Tú estás conmigo: esta es nuestra certeza, la que nos sostiene. La oscuridad de la noche da miedo, con sus cambiantes sombras, la dificultad de distinguir los peligros, su silencio lleno de ruidos indescifrables. Si el rebaño se mueve después de la puesta de sol, cuando la visibilidad no es buena, es normal que las ovejas se inquieten, existe el riesgo de caerse o de alejarse y perderse, y también está el temor de posibles agresores que se escondan en la oscuridad. Para hablar del valle “oscuro”, el Salmista usa una expresión hebrea que evoca las tinieblas de la muerte, por tanto el valle que hay que atravesar es un lugar de angustia, de amenazas terribles, de peligros de muerte. Sin embargo, el orante camina seguro, sin miedo, porque sabe que el Señor está con él. Ese “tú estás conmigo” es una declaración de confianza inquebrantable, que resume una experiencia de fe radical; la cercanía de Dios transforma la realidad, el valle oscuro pierde toda su peligrosidad, se vacía de toda amenaza. El rebaño puede caminar tranquilo, acompañado del sonido familiar del bastón que golpea sobre el terreno y señala la presencia tranquilizadora del pastor.”
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