Aunque aprendimos que de los cinco “pasos”
de la Confesión
el “Arrepentimiento” es el segundo, en realidad es el primero, tanto en cuanto al tiempo como en la importancia.
Porque lo que motiva el examen de
conciencia es haber recibido –y aceptado- la Gracia del arrepentimiento, de la “contrición”,
como llama la enseñanza de la
Iglesia a este “acto” tan importante.
Es más que un “paso”: es como el alma del
sacramento de la Reconciliación.
Si no te arrepentís de corazón, es inconsistente y falaz
cualquier “propósito de enmienda”, no tiene sentido la confesión material de
los pecados, y la absolución del
sacerdote no tiene ninguna validez.
Más aún: confesarse sin tener nada
de arrepentimiento –ni siquiera un poquito- haría de esa confesión una farsa y una burla a Dios. Si es conciente, podría
llegar a ser una confesión sacrílega, una ofensa a la Santidad del
Todopoderoso.
Por eso es tan importante que nos
arrepintamos.
Siempre recuerdo una anécdota que
solía contar un compañero de Seminario, según la cual una señora, afligida
porque su esposo estaba gravemente enfermo y se había alejado de Dios, cuando
él convalecía lo tomaba repetidas veces de la ropa y le decía, una y otra vez “¡arrepentíte, carajo, arrepentíte!”
Más allá de la expresión poco
elegante, ella era conciente de que todo el óceano infinito de la Misericordia de Dios,
ofrecida de manera gratuita al hombre –no merecemos el perdón…- puede quedar
estéril y “frustrada” si el hombre se cierra, si no le permite al Señor entrar,
y sanar, y perdonar.
Por eso la Palabra de Dios y la Iglesia –y yo, en esta
ocasión- te dicen siempre: “arrepentite,
arrepentíte”
¿Qué es el arrepentimiento o contrición?
El Catecismo, al hablar de la
contrición, como el primer acto del penitente –el examen de conciencia como un
medio conveniente para hacer bien la confesión-, nos enseña:
Entre los actos del
penitente, la contrición aparece en primer lugar. Es "un dolor del alma y una detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar"
No es tan fácil discernir qué es un
“dolor del alma”. El hombre es una unidad compleja de varias
dimensiones, y cuando decimos “el alma”, no siempre es fácil describir ni
precisar a qué nos referimos.
Pero podemos apuntar que es un dolor
espiritual, un dolor del “corazón”,
en sentido bíblico del “centro vital de la persona”, donde ella se decide por
el bien o el mal, por Dios o contra Dios.
Que no necesariamente se manifiesta de manera sensible. En ocasiones, una arrepentimiento
sincero se expresa también de manera sensible, por ejemplo a través de las
lágrimas. Pedro, después de traicionar a Jesús, “saliendo afuera, lloró
amargamente”
Pero no siempre las lágrimas expresan verdadero arrepentimiento. Después
de una pelea familiar, una persona puede quebrarse en llanto… porque perdió la
discusión, porque quedó en ridículo, porque la lastimaron… y no estar
arrepentida de ninguna manera.
Esto depende, entre otros factores,
del temperamento, de la situación de la persona –si está más o menos cansada,
si hay un ambiente que favorece una forma de emoción, como en un retiro- o de
una gracia especial de Dios.
Pero quedate tranquilo si nunca lloraste al preparar una confesión: si
detestás el pecado, si lo rechazas desde lo más profundo de tu alma y querés
cambiar, estás arrepentido.
¿Estoy o no estoy arrepentido?
Llegando aquí, se presentan a menudo
situaciones que son difíciles. Porque hay pecados que rechazamos casi de manera
espontánea y natural. Por ejemplo, si en un arranque de ira insultamos a
nuestra mamá, a quien amamos, no nos va a costar “arrepentirnos”, incluso por
motivos sólo naturales. Es un pecado feo, desagradable, que nos avergüenza
delante de los demás.
Pero hay otros pecados de los cuales
alcanzar arrepentimiento requiere, a
veces, un largo camino, y un proceso
de maduración de fe. Suele ocurrir, por ejemplo, que un chico que tiene
relaciones con su novia no sienta “rechazo” por el hecho, sino atracción. Es un
pecado “placentero” y, en cierto modo, “gratificante”. Y más si “hay amor” y “piensan
casarse”, ¿qué tiene de malo?
No voy a argumentar aquí sobre las
cuestiones puntuales. Sólo señalo que, en casos como estos , se requiere una
profunda reflexión sobre lo que implica el seguimiento de Jesús, que supone adhesión total a sus enseñanzas. Creer
que Jesús es Dios es aceptar que Él sabe más que vos y yo, y que aunque yo no
lo vea, si él me dice, determinadas conductas son contrarias a mi bien
auténtico. Y por eso son una ofensa al Creador, son una desobediencia, un no
reconocimiento de que Él es Dios y yo creatura.
Alcanzar el arrepentimiento supone
decir: Jesús, creo que sos la
Verdad misma. Me arrepiento de corazón, porque he
desobedecido tu voluntad, porque he rechazado tu plan y tu proyecto.
¿Cómo hacer para arrepentirnos?
En ocasiones, el arrepentimiento
suele ser difícil. Vale el ejemplo anterior, o cuando una persona ha sido
herida por otro, y siente alegría cuando al otro le va mal. ¿Qué hacer,
entonces, cuando el arrepentimiento no aparece?
1. Pedirlo
Siempre, pero sobre todo en casos
así, hay que recordar que el verdadero arrepentimiento es un don, que debemos pedir y al cual
debemos disponernos.
Dice el Catecismo:
El corazón del hombre
es torpe y endurecido. Es preciso que
Dios dé al hombre un corazón nuevo (cf Ez 36,26-27). La conversión es
primeramente una obra de la gracia de
Dios que hace volver a Él nuestros corazones: "Conviértenos, Señor, y nos convertiremos" (Lm 5,21). Dios es
quien nos da la fuerza para comenzar de nuevo.
Pedi, insistí, clamá. Rogá a Dios con los
salmos, con el pésame, con tus palabras, con un canto… pero no te resignes. Él
no deja de darnos esta Gracia, si la pedimos, porque es necesaria para la
salvación
2. Contemplar la Pasión y el amor de Dios
por mí
El Catecismo señala a continuación
que es la contemplación del Amor de Dios
lo que nos puede estimular a un arrepentimiento cada vez más profundo y eficaz.
Al descubrir la
grandeza del amor de Dios, nuestro corazón se estremece ante el horror y el
peso del pecado y comienza a temer ofender a Dios por el pecado y verse
separado de él. El corazón humano se convierte mirando al que nuestros pecados
traspasaron (cf Jn 19,37; Za 12,10).
Por eso los santos han enseñado
desde siempre que es en la Cruz
donde el hombre aprende la gravedad del pecado, y las dimensiones infinitas del
Amor de Dios. Por eso los santos eran capaces de sentir un enorme dolor por
pecados veniales o por simples imperfecciones que nosotros ni siquiera
consideramos: ellos habían conocido de Verdad el Amor de Dios y el significado
de la Cruz.
Por eso si a veces sentís que no te
podés arrepentir, o que tu arrepentimiento no es del todo sincero, mirá la Cruz , contemplá la Pasión , rezá un via crucis
con piedad.
¿Cuántas clases de arrepentimiento hay?
Por último, la Iglesia ha enseñado desde
siempre que existen dos formas de
contrición, la perfecta ya la imperfecta. Si lees atentamente, vas a ver
que ambas están expresadas con claridad en la oración del pésame.
Cuando brota del amor de Dios amado sobre
todas las cosas, la contrición se llama "contrición perfecta"(contrición de caridad). Semejante
contrición perdona las faltas veniales; obtiene también el perdón de los
pecados mortales, si comprende la firme resolución de recurrir tan pronto sea
posible a la confesión sacramental
La contrición llamada
"imperfecta" (o "atrición") es también un don de Dios, un
impulso del Espíritu Santo. Nace de la
consideración de la fealdad del pecado o del temor de la condenación eterna y
de las demás penas con que es amenazado el pecador. Tal conmoción de la
conciencia puede ser el comienzo de una evolución interior que culmina, bajo la
acción de la gracia, en la absolución sacramental. Sin embargo, por sí misma la
contrición imperfecta no alcanza el perdón de los pecados graves, pero dispone
a obtenerlo en el sacramento de la Penitencia
La distinción no es un simple “tecnicismo teológico”. Tiene una enorme
importancia. La Contrición perfecta es tan valiosa –por el acto
de caridad que implica- que anticipa el
efecto del Sacramento, siempre que incluya el propósito firme de rrecurrir
cuanto antes al Confesor.
Sí, leíste bien. Si al cometer un
pecado grave –Dios quiera nunca te vuelva a suceder- hacés una “acto de contrición perfecta”, los
pecados te son perdonados en ese mismo momento.
Pero atención: no es un “camino
alternativo” a la Confesión. Porque
incluye el propósito de recibirla cuanto antes. Y si no incluyera esto, o no lo
cumpliera con diligencia, dejaría de ser eficaz.
Te recuerdo también que si cometiste
un pecado mortal, aún cuando hayas hecho un acto de contrición perfecta, no tenés que acercarte a comulgar sino
después de haberte confesado. Sólo en casos extremos y por razones
realmente grave se podría comulgar sin “pasar” antes por el confesionario.
Por otra parte, y para terminar, la Contrición perfecta no
sólo es deseable en estos casos. De manera habitual, una Confesión será mucho
más eficaz y fructuosa –en cuanto medio de crecimiento espiritual- si es
realizada con este tipo de “dolor del alma”, motivado por la bondad de Dios y
el amor hacia Él.
"Más claro hechale agua"
ResponderEliminarClarito Padre, gracias nuevamente.
Doy gracias a Dios por todos sus dones que he recibido, pero le sigo pidiendo, porque sé que me falta crecer más en la fe y, además, el Señor no se cansa de dar.
Hermoso el artículo padre y muy completo. Primero me hace pensar en mis propios pecados: Yo pedí a Dios me arranque la causa de un pecado que no podía extirpar aunque quería, el cual que me acompañó durane más de 20 años, hasta que el Señor derramó su gracia y me escuchó. También pedía por la conversión de mis padres y después de un tiempo similar llegó.Hay que insistir y clamar a Dios,como dice. Él escuchará y obrará a su tiempo.
ResponderEliminarTambién es cierto que hoy es algo naturalizado que lo jóvenes tengan relaciones sexuales sin tener conciencia del pecado; lo justifican en "el amor". Hay que pedir conciencia del pecado entonces... Felicito a los jóvenes que viven su noviazgo respetando los mandamientos, con pureza y santidad, y se toman ese tiempo como un tiempo de espera, de conocimiento mutuo hasta dar el paso hacia el matrimonio. Como Iglesia tenemos que insistir mucho en esto porque, lamentablemente, conozco algunas parejas que conviven o mantienen relaciones sexuales y comulgan, sin tener conciencia del pecado que cometen. De todas maneras, la cuestión es entre Dios y uno.
Aunque le parezca raro en estos dia estube pidiendole a Dios me ayude a hacer a buena confesion.usted fue el puente.me gustaria que hable mas sobre el pecado mortal tengo muchas dudas sobre eso.
ResponderEliminarPadre Leandro, coincido con el hermano anterior, necesitamos más información sobre los pecados mortales y veniales, pero con ejemplos, y no simples definiciones. También sobre qué pecados pueden considerarse incluídos en cada uno de los mandamientos, cómo confesar correctamente los distintos pecados,cómo comprender la nueva lista de pecados mortales, etc
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