domingo, 3 de octubre de 2010

María y el Encuentro Nacional de Mujeres


¿Quién será la Mujer que a tantos inspiró 
poemas bellos de amor? 
Le rinden honor la música y la luz, 
el mármol, la palabra y el color.
¿Quién será la Mujer que le rey y el labrador 
invocan en su dolor, 
el sabio, el ignorante, el pobre y el señor, 
el santo al igual que el pecador?
             María es esa Mujer 
            que desde siempre el Señor se preparó, 
            para nacer como una flor 
            en el jardín que a Dios enamoró.
¿Quién será la Mujer radiante como el Sol, 
vestida de resplandor,
la luna a sus pies, el cielo en derredor, 
y ángeles cantándole su amor?
¿Quién será la Mujer humilde que vivió 
en un pequeño taller, 
amando sin milagros, viviendo de su fe, 
la esposa siempre alegre de José?

Pocos cantos expresan tan bien la veneración que la Iglesia rinde a María. Nos la muestra pequeña y sencilla, cercana, cotidiana, y por otro lado, Señora del cosmos: los astros, los ángeles, el universo, se inclinan ante ella.
Se acusa a la Iglesia de “discriminar” a la mujer. De relegarla a puestos de menor importancia y predicar su sometimiento hacia el varón, en la familia y en la sociedad.
Es cierto que no siempre la Iglesia supo traducir en su vida concreta lo que la Escritura revela con claridad –la igualdad en dignidad del varón y la mujer-. Hoy se han dado pasos para una mejor comprensión y promoción del papel de la mujer en la Iglesia. Pero se puede afirmar que ningún otro sistema de pensamiento ni religión han valorado tanto al sexo femenino. La veneración a María es prueba de ello.
Alguno dirá: “ustedes veneran a María, pero señalan en ella su papel "doméstico." Su arquetipo de mujer es una ama de casa sumisa a su esposo, dedicada a criar a su hijo”.
Ante esto podemos decir: lo más grande que una mujer ha realizado en la historia ha sido la maternidad. Dios quiso necesitar de María, no sólo de su seno y su alimento, sino que quiso hacerse hijo, en el pleno sentido de la expresión. ¡María educó a Dios! ¡Dios hecho hombre quiso aprender de una mujer a amar como hombre, a cumplir la Ley del Padre, a rezar…! Otro canto lo expresa con finísima poesía

“Quien hizo las estrellas te vino a mendigar 
tu carne y tu latido de mujer; 
el Dios omnipotente no quiso renunciar 
al gozo de acunarse en tu querer”.

Y esta misión, María la cumple libremente. Tanto respeta –venera- el mismo Dios a la mujer, que le “pregunta” si acepta  ser su Madre. Toda la historia de la Salvación dependió de la decisión de una mujer. Por eso la misión de María no se limitó a las "cuatro paredes de su casa": tiene un alcance cósmico, universal. El gran San Bernardo, con elocuencia incomparable, lo describe así, hablándole a María:
“Mira que el ángel aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo de que se vuelva al Señor que le envió. También nosotros, Señora, esperamos esta palabra de misericordia, que nos librará de la muerte a la que nos condenó la divina sentencia. Mira que se pone en tu mano el precio de nuestra salvación: al punto seremos librados, si tú consientes.(…) Esto te suplica, piadosísima Virgen, el triste Adán, desterrado del Paraíso con toda su miserable posteridad; esto te piden Abrahán, David y todos los santos Padres tuyos, detenidos en la región de la sombra de muerte; esto mismo te suplica el mundo postrado a tus pies. Y no sin motivo aguarda con ansia tu respuesta, porque de tu palabra depende el consuelo de los miserables, la redención de los cautivos, la libertad de los condenados, la salud de todos los hijos de Adán, de todo vuestro linaje.

La historia se repite en nuestro siglo. La familia, la sociedad, el mundo necesita de la mujer, porque sólo ella puede plasmar, como instrumento de Dios, corazones nuevos, que construyan un mundo nuevo.
En los valores femeninos –la acogida del otro, la capacidad de dar vida, su capacidad única de resistir en las adversidades- está la clave de la solución de los problemas de nuestra sociedad.
Que en esta fiesta de la Virgen del Rosario tan especial todas las mujeres cristianas puedan comprender la inmensa tarea que Jesús les pide.

2 comentarios:

  1. debe ser un hermoso canto, Leandro.
    yo no conozco el original, sólo conozco la música que yo le compuse a esta hermosa poesía...
    un beso!!!

    ResponderEliminar
  2. María dulce abrazo, que el hombre y Dios se dan...
    Encuentro Nacional de mujeres.
    ¿Cómo está preparándose mi parroquia por estos días...!!! me hace tanto ruido...La verdad que bellamente nuestro Santo Padre los últimos tiempos nos ha dedicado unas hermosas palabras, sentidas, que nos llenan.
    El ruido quizás sea porque dentro de mi mismo ambiente muchas veces escucho el compartir de colegas muy parecido a estas "mujeres". y vaya que si estoy interiorizada en esto pero mi aporte y quizás muchos no lo comprendan será en el día a día en la enseñanza a los niños que se me encarga, en el trato con sus padres, en el testimonio de mi diario vivir, no quiero renegar de lo que soy ni disimular algo que no soy. Como iglesia creo que debemos rogar a Dios por nuestra conversión diaria, que el Señor nos de la gracia para ser coherentes en todos los ambientes.

    ResponderEliminar