A
San Martín se le suele decir "el padre de la Patria".
Y
sin cuestionar ese apelativo, creo que existen muchos otros "padres
de la patria".
Lo
son, por ejemplo, los padres y madres de familia, que engendrando y
educando a sus hijos responsablemente, dan a luz, engendran y educan
la Argentina de hoy y de mañana.
Y
hay otros "padres de la Patria", no siempre valorados, no
siempre recordados. Con poco prestigio a los ojos de la sociedad, al
punto de que solo un puñado de jóvenes, cada año, opta por ser uno
de ellos.
Y
sin embargo son indispensables. Son insustituibles. Marcaron nuestras
vidas desde los 3 o 4 años, dejando una huella imborrable.
Nos
enseñaron los números, las letras, las capitales y los nombres de
los bichos.
Nos
enseñaron, más aún, los valores de la amistad, de la
responsabilidad, de la generosidad. El valor del esfuerzo y de la
disciplina.
Nos
mandaron a la dirección, nos consolaron cuando nos caímos en el
patio, hicieron de payaso, enfermero, psicólogo, madre y padre,
entrenador, consejero...
A
ustedes, padres de la Patria, que siguiendo su vocación de servicio
se "rompen el alma" por una Nueva Argentina...
A
ustedes, que muchas veces no llegan bien al final de la semana o del
año por cargar en sus espaldas las vidas y los dramas de tantos...
A
ustedes, que son tan importantes -o más- que muchos encumbrados en
la cima o expuestos a los flashes, pero que cobran mucho menos, y que
a veces apenas llegan a fin de mes...
A
ustedes, queridos maestros, mi recuerdo y homenaje.
Dios
recompense cada acto de amor brindado desinteresadamente!
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