La Santísima
Virgen del Rosario
Reina coronada
de Paraná
Carta Pastoral
de Monseñor Tortolo, Arzobispo de Paraná, con motivo de la Coronación
Pontificia de la Santísima Virgen del Rosario, del 1º de diciembre de 1973.
Queridos hijos:
Estamos
sobre la hora del gran acontecimiento de la historia espiritual de Paraná: la
Coronación Pontificia de su Madre y de su Reina, la Santísima Virgen del Señor
quien nos ha venido conduciendo hasta esta etapa final.
I. UNA ALIANZA
CON MARIA
Paraná con su vida de hoy, de ayer y del futuro,
Paraná con lo mejor que tiene, que son sus hijos, quiere consagrarse a María
Santísima y sellar con Ella una Alianza, un Pacto eterno de amor.
La firma
de este Pacto, el sello visible de esta Alianza, será la Corona de Oro que los
hijos de Paraná -en especial sus 32.000 hogares— pondrán sobre la frente de
Madre, de su Patrona y de su Reina.
Esta
Coronación no es, ni podría ser, un acto circunstancial y pasajero. Es la
culminación de un profundo proceso espiritual. Ha nacido de la Fe, de una Fe
expresada de distintos modos, vigorizada por la oración, fecundada por el
sacrificio, sostenida por el fervor mariano de sacerdotes, religiosas y fieles.
II AL
ENCUENTRO DE UNA GRACIA
Dios amó
y sigue amando a Paraná con un amor concreto y personal. Este amor de Dios se
llama gracia y esta gracia se llama Nuestra Señora del Rosario. Los hijos de
Paraná han salido al encuentro de esta gracia. El Paraná del centro, de la
periferia, de la costa del río -el Paraná de todos los barrios y todos los
sectores- salió al encuentro de esta gracia y se viene preparando para
recibirla y hacerla suya.
Algo muy
grande ha ocurrido con la respuesta de nuestro pueblo.
Como
acto de gratitud al Señor por todo lo que Él hizo entre nosotros, y también
como acto de reconocimiento a nuestros sacer¬dotes y a nuestros fieles,
permitidme señalar los caminos humanos y divinos que nos están llevando al
encuentro de esta gracia.
El
proceso comenzó en Pascua, al impulso de la vida nueva y victoriosa de Jesús
Resucitado. Comenzó casi en silencio, de rodillas.
Para
despertar a los hogares de Paraná se hicieron más de cincuenta reuniones en
casas de familia. Siguió luego la Cruzada del Rosario con más de diez mil
rosarios repartidos, la visita de la Santísima Virgen a más de doce mil
hogares, el audiovisual de la Historia de Fátima en dos versiones, repetidas
más de noventa veces, la participación tan generosa del Magisterio y del
Alumnado de las Escuelas de la Ciudad con tareas pedagógicas sobre los
Misterios de María y su Presencia en la Historia Patria, la visita guiada de
los escolares -mañana y tarde- a la Iglesia Catedral y a la Imagen Fundadora,
la insistente y cálida voz radial de todos los días.
Pero
ocurrió también otra cosa providencial. Las peregrina¬ciones a la Iglesia
Catedral para el Jubileo del Año Santo dieron otro ritmo de vida a nuestra
Catedral. Los peregrinos han abierto rutas que podríamos llamar de la periferia
al centro y han unido hasta físicamente las Parroquias del interior con la
Iglesia Madre de Paraná.
En busca
del Hijo se han encontrado con la Madre y, al con¬fiarle a Ella ese mundo
interior que todos llevamos dentro, han convertido la Catedral en Santuario y
en fuente de gracias en favor de todo nuestro pueblo. La presencia de miles de
peregrinos anunciados para la tarde del 8 de diciembre, es obra de este
despertar mariano. Diversos hilos de vida se van convirtiendo en un inmenso río
de gracias. Es el anuncio de otras mayores porque es propio de Dios seguir
dando más sí nuestra respuesta es cada vez mejor.
III. OBRA DEL
ESPÍRITU SANTO: LOS NOMBRES DE MARÍA
Por
estos caminos nos condujo el Señor para hacernos descubrir su Plan, al hacernos
descubrir el nexo de unión con la Virgen del Rosario, y marcar con Ella la
vocación espiritual de Paraná.
Dios nos
la ha dado como signo y como prueba de su Bondad para con nosotros, pero al
mismo tiempo para que Ella replasmara en nosotros su propio Misterio de Nuestra
Señora del Rosario, al modo como las madres traspasan a sus hijos su propia
fisonomía.
Debemos
explicar ahora el fundamento y el contenido de este regalo de Dios. La
Santísima Virgen es una sola y siempre la misma. Su plenitud casi infinita de
gracias, ofrece también una multitud casi infinita de rasgos, de expresiones,
de nombres y de títulos. Podemos llamar a María por algunos de sus Misterios
históricos: la Virgen de la Anunciación o Nuestra Señora de los Dolores. Por
algunas de sus virtudes: Nuestra Señora de la Humildad o de la Confianza. Por
el lugar donde quiso aparecer: Lourdes o Fátima. Por sus mensajes maternos o
sus expresiones simbólicas: los rayos de luz de la Medalla Milagrosa o las
lágrimas de la Virgen de Siracusa. Hoy la invocamos también como Nuestra Señora
de los Pobres o Nuestra Señora del Sí.
Los
siglos han acumulado nombres y los seguirán acumulando en el futuro. Es obra
del Espíritu Santo, presente en la Iglesia, que nos hace descubrir nuevas y
vivas conexiones entre María Santísima y Dios, entre María y su Hijo, entre
Ella y nosotros, entre Ella y el universo.
Estos
nombres, estos títulos, estos misterios llenan de gozo el corazón de Dios
porque proclaman su Gloria, cantan la grandeza y el poder de una inagotable
Bondad.
Gozar
de estas realidades es complacer sobremanera a Dios. Es reconocer las obras de
sus manos y cantar la riqueza de su Gracia, es asociarnos al Magnificat,
surgido de lo más profundo del alma radiante de María, en la que ya estaba
presente nuestra ansiada Coronación.
El
Magnificat es el preludio de toda la exaltación futura, exaltación que el mismo
Dios reclama, y a la que equivocadamente algunos han llamado triunfalismo.
IV. NUESTRA
SEÑORA DEL ROSARIO
Ahora
bien, podemos preguntarnos qué misterio se oculta bajo este nombre del Rosario.
En realidad, es el título más universal porque contiene el Misterio de la
Redención humana, todo el obrar de Dios fuera de Sí mismo. Contiene todo el
Misterio de Cristo que comienza con la Encarnación -inmediatamente después de
la Anunciación del Ángel-, continúa por su vida, su Pasión, su Muerte y su
Resurrección, culmina con su triunfo sobre el pecado y sobre la muerte y con el
retorno al Padre. Decir: Nuestra
Señora del Rosario, es decir: Nuestra Señora del Evangelio, de la Redención y
de la Gracia.
Toda esa
realidad, todo este contenido le fue dado a Paraná cuando el Cabildo
Eclesiástico de Buenos Aires -instrumento humano manejado por Dios- creó el 23
dc octubre de 1730 la Parroquia de Paraná y declaró Patrona a María.
Es
antiquísima la costumbre de dar un Santo Protector, o poner bajo la protección
de la Santísima Virgen pueblos, profesiones, instituciones. Esta costumbre está
avalada por la Teología. Se funda en el Misterio de la Comunión de los Santos y
en la promesa del Señor de ratificar en el cielo lo que su Iglesia hace en la
tierra por obra del Espíritu.
Paraná
no había nacido todavía. Por los organismos normales de la Iglesia se daba a
Paraná una Patrona que sería Madre, Fundadora y Alma de la Ciudad: María
Santísima del Rosario. Una pequeña Imagen la haría visible.
Todos
sabemos que la Imagen no es la realidad, pero la repre¬senta, como ocurre con
una foto o con un cuadro. Por eso, cuando hablamos de Coronación entendemos que
el gesto de coronar acaba en la Imagen, pero la realidad a la que tiende y da
valor al acto es la misma Virgen María, hoy en cuerpo y alma en la gloria.
V. SUMERGIRNOS EN LOS MISTERIOS DE CRISTO
Dios ha
puesto lo suyo; exige ahora lo nuestro. El vínculo entre la Ciudad de Paraná y
la Virgen del Rosario es obra de Dios. Nosotros debemos vivirlo cada uno de
nosotros así como toda la Ciudad, y vivirlo en la vida de cada día.
La
Santísima Virgen cumple, como Madre, su misión de velar y de intervenir
secretamente mediante su influjo y su presencia. Pero, en cambio, ¿vivimos
nosotros nuestra filial dependencia de María y encarnamos el contenido de su
gran Misterio?
No es
fácil responder en alta voz. Sin embargo debemos recor¬dar que la Virgen del
Rosario, de un modo sobreeminente, encarna tres valores, tres elementos
esenciales que surgen espontáneamente a la luz del Evangelio.
1) María
vive siempre con Dios: “El Señor está Contigo y Tú con Él”. 2) María crece en
gracia y santidad: “Llena eres de gracia”. 3) María santifica su deber de
estado: gozosamente se reconoce “esclava del Señor” porque sólo quiere cumplir
su Divina Voluntad.
Estos
tres valores los vive en la atmósfera sagrada de un humilde hogar, a través de
su vida de familia, sufriendo, sirviendo, amando.
Ella
realizó y vivió con incomparable intensidad estos tres valores. Ahora desde el
cielo quiere trasvasarlos a nuestro espíritu. ¿De qué manera?
Colaboradora
de Dios, insiste en un camino, humilde pero seguro: el Santo Rosario. No se
trata de pasar cuentas entre los dedos. Se trata sumergirnos en los Misterios
de Cristo e, iluminados por la Fe y el Amor, contemplar su Rostro sus gestos
escuchar sus palabras, seguir sus pasos.
Surgirá
al instante una luz junto a otra luz, María junto a Cristo, unida a Él,
identificada con Él. Y como tomándonos de la mano nos conducirá al interior de
Cristo, después de habernos hecho gustar su propio interior de Madre.
Esto es
lo esencial del Rosario, estos son los Misterios del Rosario, a los que se unen
como una melodía un poco lejana el Padre Nuestro y las Ave Marías.
Recordar
estos Misterios no es recordar un hecho que fue, como se recuerda una batalla.
Recordarlos en medio de la oración es sumergirnos en la vida temporal y
gloriosa de Jesús, es sentir su calor, su amor, las vibraciones más íntimas de
su espíritu. Es entrar en el alma de María, dejarnos formar, educar con Ella
como hijos de Dios para vivir en el cielo.
VI. ¡VOLVEMOS
A REZAR EL ROSARIO!
Gracias
a Dios el Rosario vuelve a rezarse en Paraná. Varones y mujeres no se
avergüenzan de llevarlo y menos de rezarlo. Los niños de la generación actual
crecerán marcados por él. Y nosotros, los adultos queremos pasar esta llama
sagrada a la generación de jóvenes que nos siguen. Gracias a Dios el Rosario
vuelve a ser oración habitual para los alumnos del Seminario; presagio de los
apóstoles de fuego que vislumbra San Luis de Montfort.
El
Rosario renacer con ese vigor que caracteriza a una prima¬vera cuando el
invierno fue largo o fue duro.
Quienes
marginan el Rosario de la vida espiritual pierden mucho y quizá ignoren que
marginan el Evangelio -al que dicen descubrir- y marginan una forma inequívoca
de experimentarlo auténticamente.
El
demonio conoce también la virtud oculta y omnipotente del Rosario. Por eso su
trampa de substituirlo por algo mejor para anularlo después. Él bien sabe
cuánto gana con ello.
VII. LA
CORONAMOS Y NOS CONSAGRAMOS
Queridos hijos:
El
próximo 8 de diciembre ocurrirá algo muy grande entre nosotros. El Señor nos ha
hecho ver más de cerca el Don de su Divina Madre; Don otorgado a Paraná bajo el
título de Nuestra Señora del Rosario. Al agradecer este Don queremos
comprome¬ternos con Dios y con su Madre. La Coronación es un acto de
reconocimiento por el pasado y es un compromiso para el futuro.
Coronamos
a María primero en el corazón de cada uno de sus hijos, pero luego la coronamos
en el corazón de la Ciudad y aceptamos las exigencias que la Coronación impone:
fidelidad, entrega, servicio, amor apasionado.
Coronación
y Consagración son palabras que se complementan y exigen todo, tanto del hombre
como de la Ciudad. La coronamos como Reina y como Madre y nos entregamos
consagrados a esta doble realidad.
Paraná
nunca dejó de ser hija de la Virgen, pero hoy proclama y reconoce su condición
de hija dc la Virgen del Rosario como la vocación espiritual que ha de cumplir
con heroica firmeza.
Paraná
como Ciudad tiene su propia vocación, su misión histó¬rica que sólo Dios
conoce. Pero Paraná será fiel a su vocación y a su destino si es fiel a la
Virgen del Rosario, dada por Dios antes de que Paraná naciera.
Por eso,
ante Dios y ante los hombres, Paraná dice que Sí a esta Coronación y a la
Consagración que entraña. Para esto quiere sellar al modo bíblico un Pacto y
una Alianza de amor eterno con María Santísima. El contenido del Pacto y de la
Alianza se expresa en esta breve frase, inscripta en el corazón dc cada
paranaense y de toda la Ciudad: “Madre del Rosario, todo lo nuestro es tuyo,
todo lo tuyo es nuestro”. Juramos ser fieles hasta morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario