Muchas veces me he preguntado por qué la Eucaristía, el gran
Sacramento, no nos santifica como debiera. Por qué después de celebrar tantas y
de participar de tantas otras, uno sigue siendo tan pecador…
Una de las razones es, a mi entender, que no nos preparamos
bien. Y por lo tanto, se nos “escapan” muchas gracias que el Señor quiere
derramar en nuestro corazón.
Aquí les doy algunos consejos, madurados desde mi “observatorio”
preferido (el confesionario, je) sobre qué cosas hacer y cuáles evitar –a mi entender- para vivir
mejor la Misa.
Es cierto que todo esto es difícil para quienes tienen, por
ejemplo, hijos pequeños. Pero no dejo de proponerlo como sugerencias útiles
para que, cada cual a medida de sus posibilidades, pueda “probar”… ¡después me
cuentan!
1.
Prepará
la Misa desde tu casa: en lo posible, tratá en algún momento de leer
el Evangelio y mejor todas las lecturas que se proclamarán en la celebración
comunitaria. Eso preparará tu corazón para ser más receptivo. Evitá las peleas
o discusiones antes de venir a celebrar. Evitá en lo posible venir a Misa desde
actividades que te hayan conducido a la euforia o la exaltación. Tratá de que
tu día confluya hacia la celebración como el río desagua, serenamente, en el
mar.
2.
Llegá
temprano: es bueno que tengas por lo menos 5 minutos de recogimiento
antes de la celebración. Para dejar a los pies del Señor todas tus
preocupaciones e inquietudes. Y para entrar en clima de oración, dejando detrás
el ruido de la ciudad, de la televisión, de la radio, de la música… Evitá salir
de tu casa sobre la hora, con la previsible posibilidad de que no encontrés
lugar para estacionar, o te encontrés un conocido en la vereda y te demorés, o
que llegués casi corriendo y todo agitado y transpirado.
3.
Buscá
un lugar donde veás y escuchés bien, buscá un cancionero: la liturgia
es sensible, participamos de ella interiormente pero sólo a través de la mediación
de los sentidos. Elegí un buen lugar, desde el que podás seguir los
ritos y unirte a ellos y desde el que podás escuchar atentamente. Un cancionero
te ayudará a seguir los cantos, y no solo los estribillos y la primera estrofa.
También y sobre todo en la liturgia, “el
que canta bien, reza dos veces” (san Agustín)
4.
No te
pongás a “hacer sociales” antes de Misa: el encuentro con los hermanos
en la fe es uno de los valores de la celebración dominical, que no debemos
perder, ni siquiera en las grandes ciudades. No obstante, el tiempo y el lugar de este no
es antes de la Misa ni dentro del Templo. Si encontrás algún conocido
con quien deseés hablar, decile simplemente: “a la salida nos encontramos un
ratito”, y en el atrio, aprovechás a “ponerte al día”. De paso, respetarás la
oración de los demás.
5.
Poné
el celular en total silencio, o mejor, apágalo: la humanidad ha vivido miles de
años sin celulares… la tierra seguirá girando y el sol alumbrando aunque no atiendas un llamado, o no veas un mensaje
al instante. Salvo en caso de situaciones graves –si tienes un familiar muy
enfermo, o estás pasando por una situación crítica que necesite atención
constante- apagar el celular es decirle al Señor: “esta hora es solo para vos”. Si te animás, también sacate el
reloj. La Liturgia debe ser para nosotros anticipar el gran Domingo sin ocaso
de la eternidad, una “irrupción de lo eterno” en nuestro tiempo. Es como
decirle, con un gesto, “qué bien estamos aquí”.
6.
Arrodillate
unos minutos: la Misa, como la Cruz, es un acto de culto. Si bien, como creaturas,
siempre somos mendigos, y vamos, como tales, a pedir, Dios se goza en recibir nuestra
pequeño homenaje. Estar de rodillas antes de la Eucaristía te ayudará a
no perder de vista que fuiste creado
para adorar, y que en la Adoración encuentras tu plenitud.
7.
Preparate
junto a la Virgen María: el Santo Rosario, con su ritmo y por su
carácter contemplativo, te ayudará a ir dejando tu vida ante el Señor. Pedile a
María que te muestre a su Hijo, que te dé sus mismas disposiciones en Nazareth
y al pie de la Cruz, porque así vivirás la Misa con plena docilidad a la acción
de la Gracia.
padre qué hermoso post y qué cierto lo que decís más allá de que nos pasa que aveces llegamos sobre la hora por los peque, que no se bancan tranquilos mas de 50 minutos (3 al unísono. Pero es verdad que hay que prepararse bien, como para todas las cosas buenas la primera opción no se me había ocurrido, con todas las otras coincido, también con niños cuesta sentarse adelante pero es mejor, incluso para el inquieto niño y es casi nulo aquello de "al padre no le gusta que los chicos hagan ruido" "te miran feo si el nene llora" es muy muy raro, hay que animarse es por el bien de toda la familia y para mayor gloria de Dios
ResponderEliminarmaravilloso Padre, muchas gracias!!!!
ResponderEliminarPadre me ha parecido muy bueno y le pido su autorización para imprimirlo y obsequiarlo en mi comunidad en Mexico.
ResponderEliminar