Pasado un tiempo prudente de ser bastante citado en algunos medios locales y nacionales, y pasado sobre todo un momento histórico para la Iglesia y el mundo -del que no quería de ninguna manera distraer a nadie- permítanme, de manera sencilla compartir una breve reflexión.
Leyendo algunas cosas que comentaron en el blog, y otras que publicaron en algunos medios, me acordé de un genial "chiste" de Quino, que me impresionó hace unos años ya, y que se muestra "profético".
Por lo visto, Quino no exageraba. Muchos adultos argentinos -muchas autoridades, al parecer, también- comparten la "escala de valores" de este papá, que con tanto esmero educa a su hijo. Y transmiten, conciente o inconcientemente, esa "escala de valores" a nuestros jóvenes y niños.
Yo estoy convencido que ese "cóctel" de hedonismo, materialismo, relativismo, individualismo... es MORTAL. Para el hombre y la sociedad. Me lo dice el sentido común, me lo enseña con total certeza la fe, me lo ratifica la experiencia pastoral y de confesionario. Y me lo termina de confirmar las estadísticas: en Argentina, a medida que crece el "descontrol" y los valores se descartan -como "basura"- aumentan las adicciones y el consumo de drogas, como un síntoma infalible de que... algo anda mal, muy mal.
Yo CREO. Estoy SEGURO de que otra Argentina es posible. Que hay un estilo de vida alternativo, que gracias a Dios algunos siguen o intentan seguir. Y que tengo la necesidad y el deber de anunciar. ¿Por qué no habría de hacerlo? Estoy convencido que hay otra vida, una vida virtuosa, más difícil, sí, pero enormemente más plenificante. Yo soy testigo de que cuando alguien intenta vivir un estilo de vida virtuoso, su vida crece, se dignifica. La paz y el gozo brillan en sus almas y en sus miradas, incluso en la cruz.
Por eso digo lo que digo. Sé que hay modos y modos, y que muchas veces no comunico como se debiera. Estoy aprendiendo. Y pido perdón si el modo inadecuado de comunicar empaña a veces el esplendor de la verdad, como un envoltorio defectuoso puede ocultar una mercancía de calidad superior.
Pero no quiero llegar algún día a la presencia del Maestro habiéndome guardado -por cobardía o comodidad- el tesoro de Verdad que nos ofrece el Evangelio.
Que el Señor nos ayude a enamorarnos de la Verdad, a transmitirla con pasión, y a vivirla en toda su Belleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario