Me costó levantarme de la siesta… fueron unos minutos de vacilación, ya que venía de dos días de terminar tarde con reuniones y demás. Después que lo logré, y de un rápido baño, me encaminé a la Escuela. La temperatura era mucho más agradable que esta mañana.
Iba sin un plan demasiado preciso, pero no era necesario: en el día del Patrono de los sacerdotes, Dios ya tenía un plan…
Llegué justo en el recreo, a las 15:10 hs. Siempre hay una docena de chicos frente a la capilla, y otra docena dentro, a veces rezando, otras… explorando ese recuperado lugar. Primero, la rutina de siempre –hermosa rutina- de saludar a unos cuantos.
Pero este 4 de Agosto había algo diferente, preparado por Jesús. Una de las nenas me dijo: “¿querés rezar con nosotros?” ¿Cómo negarme? La nena y varias más –y hasta algunos varoncitos- me llevaron adelante. Cantamos la canción a la Virgen de Lourdes, y rezamos un Avemaría. Para ese momento éramos como veinte.
Me paré para darle un beso a la imagen y entonces una de las nenas –una petaca de 1,10 mts., como mucho- me miró y me dijo: ¿“Padre, me bendecís”?. Con el pulgar le hice la señal de la Cruz en la frente, diciendo: “Que te bendiga el Señor Dios, Todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo…” Los demás miraban atentos, hasta que la segunda se animó: “a mí también”. Y luego, una tercera, y la cuarta, y la quinta… Y escuché a algunos que salían al patio gritando: “¡el Padre está bendiciendo!”.
En total, fueron como 10 minutos de bendiciones, unos 70 u 80 chicos, tal vez. Hasta se organizaron entre ellos en dos filas: las mujeres y los varones, ordenadamente y en silencio. Fue el recreo más tranquilo de los últimos meses.
10 minutos de bendiciones, más para quien supuestamente la daba, que para quienes, inocentemente y con alegría, la recibían.
¡Benditos niños! ¡Bendito el Señor que nos bendice, haciéndonos sus instrumentos! ¡Bendito seas, Señor, por el Don del Sacerdocio, por usar nuestras manos, nuestros pies, nuestra voz, para hacerte presente en el mundo! ¡Agradeceré eternamente el don del Sacerdocio!
Que hermoso!! Padre gloria a Dios ..
ResponderEliminarESTAS COSAS HACEN PATENTE EL QUE HAY QUE SER COMO NIÑOS PARA ENTRAR AL REINO DE LOS CIELOS. BENDIGANOS PADRES. LUCIANO, IRENE Y JULIAN. UN ABRAZO
ResponderEliminarGracias por llevar la presencia del Señor a los pequeños, por dar ese paso y ser ese puente hermoso. Me emocionó el relato. Un abrazo padre.
ResponderEliminarHermosos esos niños!!! Y grande el sacerdote que está atento a ellos.
ResponderEliminarRespetos.
Natalio
Gracias Padre Leandro!!! Por tu sencillez, tu voluntad incansable y tu trabajo silencioso!!!
ResponderEliminarBienvenido a nuestra comunidad.
Bendiciones !!!
Mony y Yoyi