Me pasé el día entero –casi literalmente- subiendo fotos del Grupo Misionero al Facebook. Estoy unos días en casa, de vacaciones, el tiempo estuvo feo y… aproveché.
Y comenzaron a llover los comentarios, llenos de recuerdos fascinantes. Casi casi me pongo melancólico, o nostálgico, o no sé cual será la mejor expresión. Casi me parece que vuelvo a tener 15 o 16 años…
Cuando voy a rezar antes de celebrar la Misa, recuerdo que fue por estas fechas -26 o 27 de enero, no sé bien- que “ingresé” de verdad al Grupo, hace ¡17 años!.
Mi ingreso real –aunque ya estaba yendo a las reuniones- fue el retiro ignaciano, predicado por el p. Ernesto Moyano, en la “escuela de Berteth” como la llamábamos.
Al retiro fui por casualidad. Justo el padre Heraldo y unos cuantos más no estaban, y después de la Misa del sábado por la noche, quedamos Néstor, el Miky y yo. El padre Moyano nos invitó a comer unas pizzas. Pagaba él, así que no dudamos… Yo tenía solo 14 años, todavía me faltaba uno para poder hacer el retiro, pero el padre –que no se por qué razón desde entonces me recuerda como ¿“Picapiedras”?- me invitó. Dudé un instante, pero como no tenía demasiada idea de lo que era un retiro de silencio, acepté.
El miércoles por la tarde ingresamos en el silencio. No recuerdo bien los detalles, más allá de algunas anécdotas graciosas, como los errores de lectura en el libro de Maximiliano Kolbe… Sé que el primer día fue complicado: mucho ruido, mucho mundo, mucha vanidad en el corazón y la imaginación.
Pero la gracia –la de Dios, y la del predicador, que nos invitaba a tirarnos “de pechito” hacia la santidad- hicieron su trabajo. Y volví a casa diferente. Con los mismos defectos, pero con un ansia enorme de ser santo, y de ganar almas para el Rey eternal.
Y allí comencé a vivir de verdad –en la medida de mi edad y capacidades- la gracia del Grupo Misionero. Fueron dos años increíbles, antes de ingresar al Seminario Menor, de un entusiasmo y una alegría que me cuesta describir adecuadamente.
¿Cuál era el secreto del grupo? No hay demasiados secretos.
· Una seria formación, que el padre Heraldo impartía con constancia y profundidad. Tengo grabadas, por ejemplo, la charla sobre la Eucaristía en que nos explicó con lujo de detalles el misterio de la Transustanciación según la fe de la Iglesia, y las controversias eucarísticas del medioevo; o la vez que nos explicó la unión hipostática, y nos narraba las historias de Arrio y sus secuaces; o la concienzuda lectura de la Evangelium Vitae, apenas publicada, en el ´95. Todo esto matizado con las infaltables bromas, cargadas, ironías, etc.
· Una vida espiritual intensa, hecha con las “recetas” de siempre, las de don Bosco: Comunión y Misa diaria en lo posible, confesión semanal o quincenal, Rosario diario, meditación… Vida espiritual que compartíamos con un buen número, cada vez mayor. Al comenzar las clases, la llave de la parroquia quedaba invariablemente en la maceta junto al porchecito de la casa parroquial; a los más grandes, que ya lo hacían, nos sumamos ese año un buen grupo, que se acrecentó más y más. 15 minutos, media hora, 45, una hora antes de de entrar en el colegio, pasábamos junto a Jesús en el Sagrario. Sobre el armonio estaban la Imitación de Cristo, la Ascética Meditada, Camino, las Meditaciones de la Pasión de San Alfonso María de Ligorio…
· Un ardor apostólico que por momentos me da envidia. Teníamos muchos defectos. Probablemente éramos un poco altaneros, y prejuiciosos, y nos faltaba caridad para con las fallas de los demás. Pero no hay duda de que teníamos un ideal: conquistar el mundo para Cristo. Y ese ideal nos hacía valientes hasta la imprudencia, capaces de mantener acaloradas e interminables discusiones con quien fuera.
· Y por último, una “vida comunitaria” de gran calidad. Compartimos horas de mates, partidos de ping pong, paseos, campeonatos de truco, asados –cuando la carne era barata-, partiditos de voley y fútbol – haciendo incluso incursiones en los campeonatos locales con los más variados resultados-. Momentos que ayudaron a forjar amistades profundas, duraderas, creando lazos que parecen indestructibles, y que el tiempo no solo no debilita sino que profundiza.
Todas estas vivencias durante el año “explotaban” y daban fruto en las misiones de verano. Encontrándonos con jóvenes de otras parroquia, con los mismos sueños e ideales, dispuestos a regalarle a Jesús y a las almas una de las semanas de sus vacaciones, en algunos casos, la única. Días plenos de oración, de entrega, de servicio, en compañía de los siempre numerosos sacerdotes, que aportaban cada uno su riqueza para nuestra formación.
Mi síntesis se alargó, je. Habría tanto para escribir. Probablemente, cada uno de los que fuimos y somos parte tenga experiencias similares. Sé igualmente que es un riesgo de los que “envejecemos” idealizar el pasado…
Esto solo quiere ser un ¡gracias! a Dios por todas las personas que en los años de grupo misionero. han sido para mí un signo de Su presencia y Amor. Y un compromiso para rezar y hacer lo que esté a nuestro alcance para que esta obra de Dios –si es su voluntad- permanezca por muchos años más, bajo el manto protector de la Virgen del Rosario.
Ahora sigue siendo lo mismo. Por eso hace cuatro años, cuando me invito maria Grimaux para ir (tampoco sabia de què se trataba) me "pescó".
ResponderEliminarLa conocé a María en el 2005, proque me tocó capacitar en zona Tala-Uruguay por el censo economico. Fue un "error" porque me tocaba quedarme en Baso. Y en la direcciòn de estadisticas y censos no se pusieron de acuerdo con la gente del lugar. Asi que me mandaron a Tala.
Fui a la parroquia porque sonaban las campanas. Le pregunto al padre (me pareció un ermitaño por la pinta de asceta-p. pedro, obviamente)"murio el papa?"
Y nunca más dejé de ir a la parroquia cada semana durante cuatro meses. Seguimos chateando con Maria.
Y en el 2007 me dice "que haces en estas vacaciones?". Y em vinieron unas ganas tan grandes cuando me preguntó que le dije "SI, voy" sin dudar.
Y aqui estoy, ya fui tres veces (el año 2009 no fui).
GRACIAS pro compartir los recuerdos tan bonitos!!
es un grupo que vale la pena!
otro pensamiento.
ResponderEliminarno hace falta quedarse en la nostalgia... los curitas de por aquellos lados, siguen necesitando una manito los veranos.
El año que viene se hace en Pronunciamiento... por las dudas para irlo agendando.
Jóvenes, misiones familiares (los más "viejitos").-
Este año hizo falta quien suplante al p. Heraldo el fin de semana de clausura porque tuvo que celebrar misa en su parroquia. Los otros sacerdotes, no pudieron estar.
El p. Pedro estarà en San Luis. Se va el dia 22 de febrero.
Y sacramentos siempre faltan. Este año el ùnico que no se dió fue el Orden.
Baustimo, casamiento, unción, confesiòn y hay cuatro preprarandose para confirmarse. Y primeras comuniones de adolescenes y adultos.
Y en el fogón siempre hay un espacio.
No tuve la gracia de pertenecer al grupo, pero lo que Ud. cuenta, Padre, es hermosamente Evangélico.
ResponderEliminarMe uno a sus oraciones para que este grupo misionero siga dando frutos para bien de tantas almas y de la Iglesia.
Silvia M.