domingo, 16 de mayo de 2010

Sobre el Bicentenario, la Selección, Messi y Maradona

Debo confesar que casi la mitad del tiempo que paso en internet transcurre leyendo noticias de deportes. Desde que tengo memoria sentí esta atracción: de chiquito “devoraba” los suplementos deportivos de los diarios y me deleitaba cada semana con El Gráfico. Tan fuerte fue esta tendencia, que mi último “proyecto” antes de sentir el llamado de Jesús al Sacerdocio fue ser periodista deportivo...
Hoy, si ustedes me permiten, quisiera hablar de un aspecto del deporte: su dimensión moral.
Y me surge esta idea en el año en que confluyen dos grandes “eventos” que van a vestir de celeste y blanco nuestra vida cotidiana: el Mundial y el Bicentenario.

La Selección, una parábola de la Argentina
Cada comunidad humana con una cierta organización es como una “Argentina” en pequeño. Nuestras riquezas y pobrezas, nuestras virtudes y vicios, nuestra historia, se refleja cotidianamente en estos pequeños grupos.
La selección nacional no es la excepción a la regla. Dramáticamente, encontramos en ella mucha “argentinidad”. Una enorme acumulación de talento: jugadores capaces de brillar y triunfar en todas las ligas. Capaces de generar un fútbol a la vez bello y efectivo, de emocionar, de conmover. Capaces de jugarse enteros por “amor a la camiseta”.
Pero... no todos son luces. Aparecen también, si bien no comprobadas, fundadas sospechas sobre la existencia de conspiraciones y divisiones internas. Se escucha por aquí y por allá que hay jugadores que “mandan” en el vestuario, que hacen valer su “trayectoria” para condicionar la llegada de otros tanto o más capaces que ellos.
Y en el ojo de la tormenta, sobre todo en estos días, el director técnico. Que llegó a su puesto con el enorme -pero insuficiente- mérito de haber llevado a la Argentina, como jugador, a lo más alto. Que accedió a un lugar en banco de suplentes -digámoslo con todas las letras- por acomodo, con un curriculum como director técnico plagado de fracasos. Podemos afirmar, sin dudas, que había en la Argentina muchos otros técnicos con mayor capacidad, formación y experiencia.
Pero no. Los responsables de la decisión eligieron a alguien con una personalidad inestable, incapaz de dirigirse a sí mismo, que padece de incontinencia verbal, que es adicto a los flashes, que se mueve y manifiesta con una indisimulada soberbia. Que pensaba y todavía piensa que iba a hacer jugar bien a la selección sólo con “motivación”, tratando de incentivarlos con “mistica maradoniana” pero sin trabajo, sin estudio, sin esfuerzo. Que se rodeó de un cuerpo técnico lamentable, formado por “amigos”, sin trayectoria ni capacidad. Que es capaz de tomar decisiones irracionales y dejar afuera de su plantel a jugadores tan valiosos -en tantos aspectos- como Zanneti, tal vez uno de los más prestigiosos a nivel mundial por estos días. Ah, y que por todo esto cobra 100 mil dólares mensuales libres de impuestos. Más del doble de los que cobraba, por ejemplo, Marcelo Bielsa, paradigma del trabajo y la responsabilidad.
Creo que lo más grave de toda esta situación -al fin y al cabo, el fútbol es solo un juego- es ciegamente idolatrado por muchos argentinos, que hasta tienen la desfachatez de llamarlo dios. Que tal vez recuerdan como el día más feliz de su vida el triunfo sobre Inglaterra, como una suerte de grotesca “venganza” por la guerra de Malvinas, conseguida -además del mejor de la historia- con un gol tramposo, hecho con la mano.

¿Acaso nuestra historia nacional y nuestra Argentina actual no es muy parecida a todo lo anterior? Es un lugar común reconocer el talento de los argentinos en tantos campos: la ciencia, el arte, el deporte. Pero lamentablemente muchas veces hemos creído que con eso bastaba. Hemos menospreciado el valor del esfuerzo, la necesidad de capacitarse y estudiar. Hemos aceptado que la forma más segura de triunfar es el acomodo, de que en la Argentina “nadie hace plata trabajando”. Hemos incluido la “trampa” y la “viveza criolla” entre las virtudes cardinales del argentino.
Y si es cierto que “cada pueblo tiene los gobernantes que se merece”, es terrible y doloroso constatar que muchas veces nos han gobernado, no los mejores, sino los más “hábiles”, los más “vivos”. Que han llegado al poder no siempre por capacidad y preparación, sino precedidos por una larga historia de acomodos, favores, “arreglos”, promesas incumplidas. Que al ejercer el gobierno han llenado sus bolsillos vaciando los del Pueblo, que han preferido el asistencialismo fácil e inmediato a la promoción auténtica. Que tantas veces han gobernado con soberbia y autoritarismo, incluso disfrazados de democracia.
Afortunadamente, muchos argentinos se dan cuenta de esto, pero, ¿lo incorporamos en nuestra vida cotidiana? ¿O ante la primera oportunidad consentimos con métodos deshonestos, aprovechamos nuestra oportunidad de subir a cualquier precio, mentimos descaradamente, no tenemos miedo de perjudicar a los demás con tal de beneficiarnos? La corrupción que vemos y nos escandaliza en nuestros dirigentes, está mucho más incorporada a nuestros hábitos diarios de lo que nos gusta reconocer.

Messi, el “antidiego”
Antes de continuar la argumentación, y retomando mi confidencia inicial, debo confesar que mis “debilidades” actuales en internet son las homilías de Benedicto XVI y los goles y jugadas de Messi...
El segundo lustro del tercer milenio ve surgir a un nuevo astro del fútbol argentino y mundial. Con un talento incontenible, capaz de jugar a una velocidad que produce vértigo y una belleza que emociona. Con un repertorio variadísimo de jugadas y goles, capaz de desequilibrar jugando en tres puestos diferentes.
Pero Messi no es solo fútbol, no es sólo magia. No prentendo “canonizar” a Lionel. Seguramente buscando en los archivos podremos encontrar en él travesuras infantiles o pecados de adolescencia. Simplemente quisiera destacar en él algunos valores importantes que lo hacen tan distinto a quien en el Mundial será su director técnico.
Su actual “gloria” no le llegó de regalo. Para llegar a ser considerado el mejor jugador del mundo -y para algunos, entre los que me incluyo, el mejor de la historia-, debió superar graves dificultades. Someterse a tratamientos médicos costosos y dolorosos. Se animó a apostar por lo suyo, se “jugó”. Enfrentó adversidades muy grandes, ante las que muchos se hubieran echado atrás.
Y a lo largo de su carrera, mantuvo -al menos hasta ahora- una actitud intachable. Al contrario de tantas estrellas que han surgido en estos años, Messi nunca buscó privilegios, excepciones o contemplaciones. No se le conocen conflictos con sus técnicos, ni con sus compañeros. Entrena duramente, como los demás. Es aplicado y disciplinado, como un principiante. No se le registran escándalos románticos, peleas callejeras, accidentes automovilísticos por manejar a gran velocidad, llegadas tarde a los entrenamientos por borracheras...
Y algo más: ha sabido conservar la humildad y la sencillez. A pesar de ser idolatrado por muchos, Lio no se la cree. Sigue siendo un chico del interior, que el día en que alcanza nuevos records y distinciones señala su apellido impreso en la camiseta número 10 y se abraza con su familia. Está de novio con la hermana de su mejor amigo, a quien conoce desde que tiene 5 años. Cuando dispone de unos días libres regresa a Rosario a compartir con sus amigos. Sus declaraciones son invariablemente mesuradas, sinceras, modestas, llenas de elogios y agradecimientos a sus compañeros.
Y si ayuda en algo, lo comparamos con otro de los cracks actuales, Cristiano Ronaldo. En Lio se admira otra importante actitud: la alegría. Cristiano juega enojado, festeja sus goles golpeando su pecho y con actitud arrogante. Messi disfruta jugando al fútbol, las cámaras lo muestran sonriente en muchos momentos del partido y festeja sus goles junto a sus compañeros.

¿Qué puede aportar este joven futbolista a las celebraciones del Bicentenario?
Un pueblo, y sobre todo sus miembros más jóvenes, necesitan modelos. Necesitan que se les señalen otros argentinos en los cuales ver encarnados los valores que harán grande nuestra Nación.
Nuestros jóvenes y niños tienen que aprender la lección. Ojalá que en nuestra Argentina del Bicentenario haya cada vez más Messis y menos Maradonas. Es decir: talento+trabajo + humildad + alegría.

martes, 11 de mayo de 2010

Por qué decimos NO al matrimonio homosexual

Hay cientos de artículos en internet, mucho mejores que este... 
Recomiendo vivamente el sitio www.esposiblelaesperanza.com  con decenas de artículos escritos por expertos de todo el mundo, y sobre todo, con una mirada muy esperanzada sobre las personas que sufren una atracción hacia personas del mismo sexo.
Lo que puedo "agregar" yo es una mirada desde el sentido común, desde la vida cotidiana en una parroquia de barrio de Paraná. Vaya mi intento.



En los últimos días en nuestro país ha recibido media sanción la “Ley de Matrimonio homosexual”. ¿Qué valoración podemos hacer desde la fe y la recta razón sobre esta iniciativa?.
Con asombro he podido escuchar que algunos católicos asumen una actitud relativista, con expresiones como “los tiempos cambian”, “hay que ser tolerantes, no somos quien para juzgar a los demás” o incluso “la Iglesia tiene que modernizarse”

La Iglesia, Madre y Maestra.
Para alguien que cree en Jesús y que se siente parte de la Iglesia Católica, no hay duda: la homosexualidad es contraria a la naturaleza humana. El Catecismo de la Iglesia Católica expresa con claridad la doctrina de siempre.
La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que ‘los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados’ (CDF, decl. "Persona humana" 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.
Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.”
La Iglesia manifiesta la misma actitud de Jesús: condena clara, contundente, del pecado; caridad, compasión y comprensión hacia el hombre concreto. No son cristianas, por eso, las actitudes de violencia, desprecio o ridiculización que tantas veces se utilizan para la condición homosexual.
Cuando la Iglesia señala la malicia de los actos homosexuales, no falta al amor: al contrario, al anunciarles la verdad les muestra el camino de su auténtica libertad.

¿Ciencia vs. Religión?
Otros piensan que este es un pensamiento “oscurantista”, “retrógrado”. Que la ciencia y la psicología moderna han dejado de considerar la homosexualidad como una enfermedad o desviación, y la ha admitido como una de las posibles formas de vivir la sexualidad.
Ante esto es bueno saber que la homosexualidad dejó de inscribirse en el catálogo de las patologías por una fuerte -e incluso violenta- presión de activistas de la causa gay.
El psiquiatra holandés GERARD J.M. VAN DE AARDWEG, en una artículo publicado por el sitio web chileno HUMANITAS (http://humanitas.cl/html/biblioteca/articulos/d0341.html) presenta argumentos contundentes sobre la coincidencia de los datos de la ciencia y las enseñanzas de la Iglesia. “Un enfoque correcto de los datos de la experiencia,(...)llevan siempre a concluir que la antropología católica está en perfecta correspondencia con las conclusiones de los estudios científicos sobre la realidad del hombre.”
Con más de treinta años de experiencia en el tema, explica y fundamenta que “existe una estrecha correlación existente entre la tendencia homosexual y una estructura emotiva neurótica.” “El carácter neurótico de la vida emotiva de los homosexuales se observa en rasgos inmaduros, infantiles o pueriles presentes en su vida psíquica. No han logrado superar determinadas perturbaciones de crecimiento detectadas en la infancia o la pubertad. Esto resulta claro si se considera el carácter de pesadumbre y deseo no satisfecho propio de la homosexualidad. Es un deseo obsesivo, comparable con las ideas obsesivas a las cuales se encuentra sujeto un neurótico obsesivo-compulsivo. Precisamente por este motivo los homosexuales cambian continuamente de pareja y sus contactos sexuales son tan despersonalizados.”
Su conclusión es clara: la homosexualidad es una desviación, una enfermedad psicológica. Es algo malo, contrario al orden natural -como toda enfermedad-.

Relaciones esencialmente inestables
VAN DE AARDWEG demuestra con datos estadísticos la inestabilidad de los vínculos homosexuales. “El “matrimonio” homosexual es un mito. Durante 35 años de tratamiento psicoterapéutico de personas con problemas de homosexualidad, nunca me he enterado de una sola relación homosexual que haya durado años y pueda considerarse una relación normal, adulta. Existen ciertamente casos excepcionales de lazos de amistad que han durado años entre “compañeros” homosexuales, pero en ellos no se puede ni siquiera hablar de cohabitación duradera o fidelidad. Son relaciones caracterizadas por tensiones, celos, dependencia adolescente, fenómenos neuróticos de atracción-repulsión, etc” En la relación homosexual el concepto de “fidelidad” - tan esencial al concepto de matrimonio- es muy débil: “Otro estudio realizado en Holanda sobre parejas homosexuales “fijas” muestra que el promedio de contactos con otros compañeros comenzaba en 2,5 el primer año para llegar a 11 en el sexto año.” Un estudio publicado por la Universidad de Oxford, sostiene que la perdurabilidad promedio de una pareja homosexual dura entre un año y medio y tres.
En resumen: las estudios muestran que, como regla general -a la cual hay excepciones aisladas-, en las parejas homosexuales no hayunidad” ni “fidelidad”; No hay perdurabilidad razonable en el tiempo, ni hay fecundidad -capacidad de procrear-. La unión de personas del mismo sexo carece, en la mayoría de los casos, de las notas esenciales del matrimonio.

Las consecuencias pedagógicas de la ley
Quiero destacar uno de los aspectos más negativos de la aprobación de esta Ley: su impacto pedagógico. Por que una ley no sólo impone castigos a los que la infringen; se supone que la Ley señala el bien para el hombre. La Ley educa, enseña.
Si esta Ley se llega a aprobar, a nuestros niños -a tus hijos, nietos, sobrinos- les van a enseñar en la escuela que da lo mismo casarse con alguien de otro sexo que con alguien del mismo. Le van a enseñar que la homosexualidad es tan válida como la heterosexualidad: dos maneras de expresarse igualmente legítimas.
Esto es tan grave y nocivo para los niños y jóvenes, que entidades que nada tienen que ver con la Iglesia se oponen a esta enseñanza sexual. Por citar un ejemplo:
En el mes de Abril el Colegio de Pediatras de EEUU envió una informe a todas las escuelas del país, advirtiendo de los riesgos de una educación basada en la “ideología del género”. Lo hizo en contra de la política oficial del gobierno de Obama, y sustentada en algunas afirmaciones muy importantes:
-La homosexualidad no es una característica determinada genéticamente ni imposible de cambiar.
-La atracción homosexual está determinada por una combinación de influencias familiares, ambientales, sociales y biológicas. La atracción homosexual se puede cambiar.
-De los pocos alumnos con atracción del mismo sexo, la mayoría (más del 85%) adoptarán finalmente una orientación heterosexual si no se alienta lo contrario.
-Declarar y validar la atracción por el mismo sexo en los años adolescentes es prematuro y personalmente dañino.
-En muchos jóvenes, la atracción homosexual se desarrolla debido a experiencias traumáticas o negativas, como el abuso sexual. Estos estudiantes necesitan terapia para el trauma y no la afirmación de una "identidad gay". 

Una palabra sobre la adopción.
Creo que no hacen falta más argumentos: queda muy claro que una “familia” formada por una pareja homosexual no es un ámbito adecuado para que un niño crezca y se desarrolle.
Algunos alegan que no se puede “discriminar” a las personas de condición homosexual, privándolas del derecho a adoptar. El Catecismo nos invitaba, en cambio, a dejar de lado toda forma de “discriminación injusta”. Es decir, hay una forma de discriminación justa, y esa es la que, precisamente, se aplica en este caso.
En realidad, si la Ley se concreta, a quien se estaría discriminando es al niño. Él tiene derecho ser protegido a vivir, educarse y desarrollarse en el seno de una familia donde impere la diversidad de lo masculino y lo femenino porque ambas condiciones son portadoras de talentos diferentes que conforman la personalidad en formación.
Además, conociendo lo inestables que son las parejas homosexuales, entregarlos a ellas es “jugar a la ruleta rusa” con la vida de esas pequeñas personitas.
Pienso, por último, en la indignación que deben sentir los matrimonios estables y bien formados que, desde hace años, y con gran sufrimiento, esperan que una niño les sea dado en adopción.
Quiera Dios que nuestros legisladores no se dejen vencer por las presiones, y que se animen a jugarse por la verdad y el bien. Y que todos los discípulos de Jesús seamos testigos del plan de Dios sobre el hombre y la familia.


lunes, 3 de mayo de 2010

Oración por la Patria en Luján

En los días previos a la gran fiesta de la Virgen del Luján, quiero compartir con ustedes una oración del P. Luis Jeannot Sueyro, sacerdote entrerriano entregado hasta el fin, poeta eximio, predicador apasionado.
No pude saber en qué año fue compuesta. Pero no me queda ninguna duda que podemos rezarla hoy, tal como está formulada. Creo que muchos sentimos el mismo dolor que al Padre al ver nuestra Argentina tan lejos de Dios, y tan postrada. 
Que nuestra Madre de Luján nos ayude a vivir como verdaderos hermanos, y nos guíe a la Patria del Cielo.



Oración por la Patria en Luján

Yo hablé una vez con la Virgen.
Era en Luján, lloviznaba,
y el gran dolor argentino
me llovia sobre el alma.

Estaba solo ante Dios
crucificado en mi Patria.
Buscaba la albiceleste
entre el humo de las fábricas.
Buscaba huellas de historia
en las calles asfaltadas.
Buscaba el alma argentina
en mis hermanos de raza.

La Patria no estaba en ellos,
y Dios no estaba en mi Patria,
¡Y cuantos siglos de Cruz
retoñaban en la Pampa!

¿A donde vamos, Dios mío?
era de noche. Tronaba.
¿A donde vamos? yo fui
a la imagen centenaria
y le dije: Madrecita
se esta muriendo mi Patria.
La envenenaron de odios.
Sus propios hijos la matan
con las armas extranjeras.
ya le estan cambiando el alma.
por monedas y engranajes,
ya mis hermanos se arrastran
y en sus pechos ya no hay cruces
y en sus labios no hay plegarias
y no hay hombres en sus campos
y no hay niños en sus casas
y un torbellino de sangre
viene barriendo la Pampa.

Haz que vuelva San Martín
nuestro Santo de la Espada.
Haz que Belgrano de nuevo
levante la enseña sacra.

¡Virgencita de Luján,
madrecita azul y blanca
devuelvenos la Argentina,
danos Dios y danos Patria!